Brian Eno es como una rata de laboratario del estudio de grabación . Como productor este aplauso lo recibió U2 por segunda vez consecutiva cuando se dirigieron a Dublín para grabar The Joshua Tree , una vez más con Eno y Daniel Lanois
Su influencia quedó exorcizada en el disco desde el principio. Para ser un hombre famoso por amar la tecnología, Eno afirmó z con firmeza:
“El problema con las computadoras es que no hay suficiente África en ellas”.
Quería romper el binario en lo que respecta a The Joshua Tree e introducir una nueva y singular oleada de instrumentación.
“África es todo lo que no es algo como la música clásica. La música clásica quizás debería decir ‘orquestal’ es tan digital, tan dividida, rítmicamente, en términos de tono y en términos de los roles de los músicos. Está todo en cajitas.
Bono estaba en una página similar en este punto. Acababa de estar en Etiopía después de Live Aid y estaba entusiasmado con nuevas ideas musicales. Durante una entrevista explicó.
“Todas estas cosas sobre los desiertos y la resequedad de la tierra… las escribí en bolsas y trozos de papel de Air India, sentado en una pequeña tienda de campaña en un pueblo llamado Ajibar, en el norte de Etiopía”.
Y añadió:
“Es una letra extraña, inacabada, y fuera del contexto de África, no tiene ningún sentido. Pero contiene una idea muy poderosa. En el desierto nos encontramos con Dios. En tiempos de sequía, en incendios e inundaciones, descubrimos quiénes somos”.
Era esta naturaleza fluida la que Eno esperaba encapsular entre la vitalidad del rock establecida de U2. El tema de apertura, ‘Where The Streets Have No Name‘ iba a marcar la pauta. Oportunamente, Bono ya se refirió a él como un mero “boceto” cuando entró al estudio, por lo que la vaguedad del mismo coincidía perfectamente con la vaga intención de Eno.
El problema fue que quizás estaba demasiado poco estructurado, y perfeccionarlo se convirtió en una obsesión para Eno, ocupando “el 40% de su tiempo” en el álbum. A su vez, se sintió tan frustrado con la pista que terminó odiándola. Finalmente les dijo a los asistentes del estudio que lo destruyeran.
Daniel Lanois dijo que por alguna razón, tal vez por miedo o por mejor criterio, esto nunca sucedió.
“Fue un trabalenguas para la sección rítmica, con compases de longitudes extrañas que pusieron a todos de mal humor . Recuerdo haber señalado una pizarra, guiando a todos a través de los cambios como un profesor de ciencias. Hay una parte de Eno a la que le gusta la gratificación instantánea. Con ‘Donde las calles no tienen nombre’, no lo entendía. Empezó a ver su sueño etíope deslizándose hacia una farsa a medias, y yo también la odiaba.”
Y escribió Bono en “Surrender”:
“Debemos haberlo tocado miles de veces, y no importa cuán mierda sea el show, cuán fuera de forma la banda o, más probablemente, el cantante, hasta el día de hoy, cuando tocamos ‘Streets’, es como si Dios caminara por la habitación”.
Toma ya: