
Dean Wareham sigue cautivándonos con la publicación del que ha sido su cuarto trabajo en solitario, el inspirado Ese es el precio de amarmesobre el que mi compañero Luis Moner escribía: «un disco ideado en familia y el sonido que desprende es de sosiego, sutileza y carisma a partes iguales».
El que fuera miembro de Galaxy 500 y posteriormente Luna O Dean y Brittaregresa a nuestro país (fechas al final del texto) en una gira en la que presentará su última obra, que ha contado con la producción de Kramercon quien no trabajaba desde 1990.
Seis fechas para disfrutar de esos espacios a cámara lenta, de esas canciones introspectivas y atmosféricas con el reconocible sello de uno de los músicos más inquietos y recomendables de su generación.
Hablamos con él sobre su último trabajo y su gestación.
«Es ahora —meses después de haber terminado el disco— cuando empiezo a preguntarme qué dicen esas canciones sobre mí»
¿Qué inspiraciones conceptuales y emocionales dieron forma a That’s the Price of Loving Me?
Tengo que admitir que no abordo los álbumes con un conjunto de inspiraciones conceptuales. Sé que hay personas a las que les gusta hablar en esos términos, como si todo el álbum estuviera basado en una gran idea, pero para mí la gran decisión es: ¿QUIÉN PRODUCIRÁ EL DISCO? Y eso ya es suficientemente importante…
Es ahora —meses después de haber terminado el disco— cuando empiezo a preguntarme qué dicen esas canciones sobre mí. Hay dos canciones sobre un amigo que falleció, otra sobre traicionar a tus amigos («You Were the Ones I Had to Betray»), una canción sobre la vida de un artista en este mundo, y otra («Bourgeois Manqué») sobre los caminos que no se tomaron. Parece que estoy mirando hacia atrás, lidiando con la memoria. James Joyce escribió en algún lugar que la imaginación ES memoria, el trabajo sobre lo que recordamos.
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Kramer fue un colaborador clave en los tiempos de Galaxie 500. ¿Cómo ha sido reecontraros tanto tiempo después?
Sí, no había hecho un álbum con Kramer desde el verano de 1990, cuando terminamos el último disco de Galaxie 500. En aquellos días no sabía cómo hacer un disco, apenas sabía cantar frente a un micrófono, mientras que Kramer parecía escuchar la canción terminada desde el primer momento en que empezábamos a tocarla. Eso sigue siendo así —él está muy enfocado en el estudio, no perdemos tiempo discutiendo qué hacer, yo simplemente tocaba y él rápidamente decía: “genial, ya lo tenemos”. Los grandes talentos de Kramer están en los arreglos, y también como músico— tocó en todo el disco: piano, sintetizador, celesta, órgano…
La melancolía y la introspección son elementos recurrentes en tus composiciones. ¿Cómo abordaste este álbum?
Bueno, la mayoría de estas canciones las escribí solo, no en un entorno de grupo (aunque Britta me ayudó un poco), y escribir solo quizá te lleva más hacia la melancolía, mientras que si estoy escribiendo con una banda (como con Luna), la tendencia es a hacer rock y canciones más fiesteras, con un poco más de osadía. Alguien me dijo una vez que mis canciones son introspectivas pero sin ser “lloronas”. No quiero que una canción sea lúgubre, ojalá haya un toque de humor también.
A lo largo de tu carrera, has explorado un rango sonoro que va del dream pop al rock alternativo. ¿Cómo describirías tu evolución artística y cómo se refleja en That’s the Price of Loving Me?
Como sabes, no se le llamaba dream pop cuando empezamos con Galaxie 500, no sé bien qué era, pero tocábamos en oposición al rock más pesado que la mayoría de las bandas estadounidenses hacían; ese rollo pig-fuck o punk metal, que luego se convirtió en grunge y rock alternativo. Lo mismo pasó con Luna en los 90, existíamos en los años del grunge y el Britpop, pero en nuestro propio mundo.
Me cuesta analizar mi propia evolución, siento que todavía toco la guitarra de la misma forma, aunque hoy intento acordes y progresiones más complicadas. En 1988 mis canciones tenían dos o tres acordes como mucho, y las letras las escribía en el último minuto. Ahora me esfuerzo más y soy más exigente conmigo. Me pongo desafíos —por ejemplo, escribir un acróstico, donde la primera letra de cada línea forma el título de la canción. «Mystery Guest» en este nuevo álbum está estructurada así: “M de Mercury House, Y de Yesterday’s Girl, S de alguien que perdimos…” y así sigue.
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El título del álbum, ‘That’s the Price of Loving Me’, tiene un tono agridulce. ¿Es una declaración autobiográfica o una observación más universal?
Es vagamente autobiográfico, el título espero que sea gracioso, casi como un título de música country, pero la canción trata sobre las dificultades de la vida de un músico: “nos quedamos sin melodías que quemar / sin seda y sin gamuza / sin ciudades que invadir”. Esta última línea también puede leerse como una referencia a Estados Unidos. Pero la idea es que hay un precio que pagar por vivir libre —quizá ese sea el precio de amarme—.
«Con Galaxie 500 (…) tocábamos en oposición al rock más pesado que la mayoría de las bandas estadounidenses hacían; ese rollo pig-fuck o punk metal, que luego se convirtió en grunge»
En la era de las plataformas de streaming, donde las canciones compiten por segundos de atención, ¿cómo percibes la relevancia de un álbum como este?
A veces parece inútil sacar álbumes cuando la mayoría de la gente solo hace listas de reproducción (yo también las hago). Pero si haces un disco realmente bueno, y lo mantienes a una duración razonable, todavía hay placer en escucharlo de esa manera. Me encantó el último disco de Jessica Pratt, dura apenas 30 minutos, pero funciona de principio a fin y mantiene un estado de ánimo.
Tu música suele ser calificada como atemporal. ¿Sientes algún tipo de presión por encajar en la actual industria musical?
Atemporal supongo que solo significa que no estás atrapado en la moda musical del momento, ¿no?
Eso es.
Galaxie 500 no suena a los años 80 y Luna no suena exactamente a los 90, así que ambos lograron mantenerse frescos. No puedo seguirle el ritmo a la industria musical —ninguno de nosotros puede— pero no es mi trabajo, mi trabajo es hacer lo que amo, por eso empecé una banda.
La continua reivindicación de bandas como Galaxie 500 demuestra que tu legado sigue creciendo. ¿Qué opinas del impacto que esta música ha tenido en nuevas generaciones de artistas y oyentes?
Bueno, volvamos a decir que los discos aún suenan frescos, y diferentes, no atados a una época en particular —y siempre hay adolescentes que encuentran que las letras y el estado de ánimo resuenan con ellos, las canciones son juveniles y “llenas de angustia”. Y los jóvenes pueden escuchar esas canciones tan simples y pensar: “si él pudo hacerlo, yo también puedo”.