Ultraviolenta, Beekeeper: Sentencia de muerte, con Jason Statham sin sonreír en ninguna toma, es el tipo de película de acción que no reconoce reglas, o que quiebra las normas de la credibilidad.
Statham es un apicultor (de ahí el título en inglés), pero también Beekeeper es como denominaban a agentes especiales encubiertos dedicados a matar. O sea, los apicultores tenían la tarea de proteger a la colmena (la sociedad) de la corrupción. Y él, que seguramente fue un despiadado asesino del gobierno de los Estados Unidos, se retiró. Ahora dice que se llama Adam Clay, y le alquila parte de un granero a una señora mayor en el campo, para su nueva labor: producir miel.
Pero no va que la señora Eloise sufre un ataque de fraude cibernético, un phishing con el que le quitan todo su dinero, más los dos millones de dólares que tenía a su cuidado en una Fundación para niños.
Entonces uno supone que Clay va vengar a la ancianita, y sí, eso sucederá, pero por un motivo aún mayor: la señora se pegó un tiro, justo la noche en la que había invitado a cenar a su casa a Clay, que llega con su frasquito de miel.
La hija de Eloise (Emmy Raver-Lampman, de The Umbrella Academy) es agente del FBI, y Clay, a quien descubre en la casa con un cuchillo, es el principal sospechoso.
Todos sabemos que no fue así, y todos en la película lo sabrán después. Lo que sigue es una trama, por así decir, en el que la violencia campea en todas sus escenas, los combates cuerpo a cuerpo son letales (para los que se enfrenten con Adam, claro) y los malos tienen una puntería pésima cuando quieren acabar con él.
Ustedes no habían nacido, pero en los años ’70 un actor llamado Charles Bronson protagonizaba El vengador anónimo. Statham es un vengador, pero deja el anonimato para otros. El aparece en la oficina desde la que habían llamado y engañado a la señora con dos bidones de nafta. Y sí, hace volar el lugar, previa golpiza a los guardias de seguridad.
La película tiene un giro interesante más que promediando la proyección. Es que detrás de la organización está el pirata tecnológico Derek Danforth (Josh Hutcherson, que mejor es recordarlo en la saga de Los juegos del hambre, porque aquí es un manojo de tics), y parece que su madre es influyente.
Hijo de…
No vamos a revelar la identidad ni a qué se dedica la mamá de Derek, pero sí podemos contar que un aplomado Jeremy Irons, como un exjefe de la CIA, se dedica a “cuidar” a Derek.
Verona, la agente del FBI, se encuentra ante un dilema que le refuerza Clay: seguir las leyes o impartir justicia. El difuso límite entre hacer justicia por manos propias o atenerse a las reglas; ésa es la cuestión.
Conspiraciones varias, pero sobre todo, mucha piña, cuchillada, ahorcamiento y amputación de dedos es lo que ofrece Beekeeper, de David Ayer (Escuadrón suicida -2016-), que seguramente, si le va bien este fin de semana de su estreno internacional, tenga su secuela.
“Beekeeper: Sentencia de muerte”
Acción. Estados Unidos, 2024. 105’, SAM 16. De: David Ayer. Con: Jason Statham, Emmy Raver-Lampman, Josh Hutcherson, Jeremy Irons, Bobby Naderi. Salas: IMAX, Hoyts Abasto, Cinemark Palermo, Cinépolis Pilar, Showcase Belgrano.