En tierras valencianas, además de grupos de chavales que hacen post-punk ochentero y se gastan nombres raros, hay todo un crisol de artistas y bandas de gente de más avanzada edad (no offense) que, dejado atrás el fervor juvenil y tirada la toalla de poder vivir de esto haciendo himnos coreables en festivales de verano, han decidido no dejar a un lado su faceta musical, pero inevitablemente la tienen que compaginar con el trabajo que les da de comer. Eso causa, claro, que pueda transcurrir mucho tiempo hasta que se vean con fuerzas y hueco vital para ofrecer algo nuevo de su cosecha al mundo. Un mundo que no saben si les espera, pero oiga, dadas las circunstancias, eso qué importa.
Tal vez sea ese el motivo por el que se ha hecho esperar tanto (ocho años, desde el anterior Diastema Girls) un nuevo disco de una formación que tiene la poco habitual condición de ser a la vez banda y proyecto en solitario, un poco en plan Neil Young y sus Crazy Horse, salvando, obviamente, las distancias geográficas y generacionales. The Someone Elses han sido siempre el vehículo a través del cual Carolina Otero (Valencia, 1977) ha transmitido su extraordinaria capacidad para trasladar la alta poesía -tiene una reputación como autora en tal sentido- a la canción pop.
Por eso, pese a los cambios de formación (hace poco, por cierto, abandonaba la formación el bajista Nick Simpson, único miembro original junto a Carolina) la banda siempre ha sonado engrasada y cohesionada. Y digo yo que eso tendrá que ver en el hecho de entre el anterior disco (2015) y este Popalina no parezca que haya transcurrido el tiempo. Las canciones siguen sonando frescas, furiosas, entusiastas y, si me apuran, más juveniles que nunca.
De ahí la utilización, supongo, con premeditación y alevosía, de la palabra “pop” en el título. Las melodías se han apoderado más que nunca del sonido de Carolina y su banda para generar una concreción que el conjunto de este trabajo agradece enormemente, hasta el punto de escucharse de principio a fin con la sensación de haber degustado algo muy bien construido. A la indiscutible calidad de las letras de Otero, capaces de hablarnos de índices bursátiles, fotografías, guitarras o proposiciones de matrimonio, se unen unos tejidos musicales vigorosos que le deben mucho a Juliana Hatfield, The Pretenders, The Primitives o Angel Olsen, sí, pero también son más personales, más seguros, que nunca. Atrás quedan pasadas y odiosas comparaciones, tanto la artista como su banda son, ahora mismo, ellos y nadie más.
Se lo han ganado. Y lo reivindican a través de una colección notable que resulta cohesionada y disfrutable sin fisuras, pero en la cual resaltan especialmente piezas muy bien urdidas como la vibrante “Una foto de Man Ray”, la vengativa “Examigo”, la gamberra “El nuevo Titanic”, “Harley Benton”, toda una reflexión sobre los motivos de seguir en esto, o la noventera y poderosa “Casémonos Archie”. A través de todo eso -y de la siempre acertada producción de Paco Loco, con el que repiten- Carolina y sus “alguien más” cincelan un retorno que no da la impresión de serlo, sino de justo lo contrario: que fuera ayer la última vez que bailamos pogo juntos.
Escucha Carolina Otero & The Someone Elses