El viernes 13 de octubre, el corazón de Madrid latía al ritmo de la música. Cerca de un millar de entusiastas se congregaron en la emblemática Gran Vía, donde se había programado un evento ineludible. Calexico, encabezada por la carismática dupla de Joey Burns en la voz y la guitarra, y John Convertino en la batería, regresaba a la capital tan solo un año después de su última actuación. En aquella ocasión, compartieron el escenario con el inigualable Asaf Avidan en el ciclo veraniego de las Noches del Botánico.
El ambiente en esta ocasión era diferente. El escenario del Lula Club, ahora uno de los nuevos epicentros de la escena musical madrileña, acogía el concierto como parte del flamante ciclo de presentaciones «Jaguar,» orquestado por Intrómusica. Para los amantes de la música fronteriza y el género americana, esta noche prometía ser un festín. La noche en la Gran Vía marcaba un capítulo especial. Era un homenaje único, un tributo al álbum de Calexico que se había convertido en un auténtico pilar del renacido movimiento indie folk de principios del siglo: Feast of Wire.
Este álbum, que había alcanzado las dos décadas de existencia, representaba un logro crucial tanto en el ámbito artístico como en el comercial para Calexico. Su sonido distintivo fusionaba los acentos inconfundibles del country del sur de los Estados Unidos con las vibrantes texturas sonoras del norte de México. Además, la música de Calexico estaba impregnada de influencias del rock del desierto, evocaciones de las icónicas bandas sonoras creadas por Ennio Morricone, elementos de un folk más clásico y atrevidas incursiones en el mundo del jazz.
El escenario estaba preparado para revivir la magia de Feast of Wire en vivo, pero había un pequeño inconveniente: la hora de inicio del concierto era un misterio. Tras la actuación en solitario de Brian López, que concluyó alrededor de las 20:45 de la noche, los asistentes tuvimos que esperar pacientemente durante casi media hora hasta que el grupo de Tucson hiciera su esperada aparición. Afortunadamente, durante la espera, las canciones de los Hermanos Gutiérrez se encargaron de amenizar el ambiente y mantener alto el espíritu de la audiencia.
Finalmente, pasadas las 21:15 de la noche, el telón se alzó y, en ese momento, nos llevamos la primera sorpresa de la noche. La formación estaba al completo: además del dúo principal, se unieron al escenario Brian López de Xixa en la guitarra, Sergio Mendoza en los teclados, el trompetista Jacob Valenzuela, Martin Wenk, quien aportaba su visión en la sección de vientos y acordeón, y el destacado y necesario Jairo Zavala, más conocido como Depedro. La expectación se elevó al máximo, y la velada prometía un estupendo viaje musical.
En términos generales, la actuación tuvo una duración de aproximadamente 100 minutos, repartidos en un repertorio compuesto por 20 canciones. Como nos habían adelantado en la entrevista que les hicimos días antes de su presentación, el setlist estuvo casi en su totalidad conformado por las canciones del álbum Deluxe, publicado hace unos meses, del icónico Feast of Wire. Además, se mantuvo fiel al orden en que aparecen en el álbum, creando así una experiencia musical cohesiva. El concierto se dividió principalmente en dos partes notables: una primera parte con un claro enfoque americano y una segunda que abrazó una influencia más latina, especialmente después de la aparición de Amparo Sánchez a mitad del espectáculo, lo que, desde mi perspectiva, enriqueció notablemente la experiencia.
El inicio del concierto estuvo marcado por las estupendas interpretaciones de «Sunken Waltz,» «Quattro,» «Black Heart» y «Pepita,» poniendo de manifiesto la fuerza que posee la banda de Arizona, y aún más cuando cuenta con tres guitarristas de semejante calidad sobre el escenario. Una sorpresa que nos dejó a todos con la boca abierta (aunque ya había sido un elemento recurrente en presentaciones previas) fue cuando entrelazaron «Love Will Tear Us Apart» con su propia composición, «Not Even S.N,» lo cual resultó ser un acierto innegable. Durante esta primera parte del concierto, también disfrutamos de magníficas interpretaciones como «Dub Latina» y el icónico himno de Calexico, «Alone Again Or.»
Justo después de esa última canción, la presencia de Amparo en el escenario transformó por completo la atmósfera. Además, contamos con la participación del baterista de Vetusta Morla, David García, aunque su papel fue principalmente de apoyo, más que como un elemento musical destacado; al menos le proporcionaron unas maracas para que pudiera contribuir en algunas canciones.
Esta parte del concierto, mucho más enérgica y bailable, se destacó con temas como «Güero Canelo,» que se entrelazó con «El Cuarto de Tula» y «Candela» de Buena Vista Social Club, interpretados magistralmente por Amparo. También hubo lugar para «No Doze» y canciones de otros trabajos de Calexico, como «Minas de Cobre,» «Flores y Tamales,» y «Víctor Jara’s Hands,» siendo estas dos últimas cantadas por DePedro.
El concierto alcanzó su apoteósico final entre vítores y aclamaciones, con el público coreando al unísono «Candela, Candela», mientras otros se entregaban al contagioso ritmo de la cumbia en medio de una euforia desbordante. El escenario parecía rebosar de artistas y músicos, pero juntos lograron ofrecernos un cierre espectacular con interpretaciones magistrales de canciones como «Corona» y «Cumbia de Donde». La audiencia, completamente entregada, se dejó llevar por la mágica fusión de sonidos, marcando un clímax en una noche que será recordada por mucho tiempo. Después de veinte años, por fin tuve la oportunidad de escuchar el álbum Feast of Wire en vivo. Al final, parece que mi padre tenía razón con su famosa frase: “En la vida, todo llega”.