La química entre nuestro país y Nada Surf ha sido latente desde la aparición del grupo neoyorquino a mediados de los noventa, en una relación de doble dirección refrendada con cada nueva vista del combo y fortalecida con el paso del tiempo. No es de extrañar, por tanto, que la nueva gira del cuarteto contase con un total de siete paradas peninsulares, entre festivales, ciclos y visitas a salas. Su obligada cita madrileña (el bajista Dani Lorca se encargó de recordar que el primer single de Nada Surf había sonado en Malasaña antes que en ningún otro sitio) se ubicaba en La Sospechosa, sala de la que nadie había oído hablar y que, en la práctica, resultó ser un espacio de nueva creación poco propicio para acoger la propuesta del grupo.
Músicos y asistentes tuvieron que lidiar con techos bajos, pijerío hilarante, calor, retraso de más de una hora y, sobre todo (y lo más importante), una pésima acústica que inevitablemente lastró todo el concierto. En cualquier caso, la velada se antojaba como oportunidad ineludible para disfrutar de Matthew Caws, Daniel Lorca, Ira Elliot y Doug Gillard en ese tipo de distancia corta (esa cercanía quizá sea lo único positivo que apuntar acerca de esta nueva “sala”) en la que más lucen. Un hábitat en el que son capaces de conectar inmediatamente con sus seguidores, para mantener la intensidad en base a canciones de estribillos irresistibles tejidas a medio camino ente power-pop y eléctrico indie-pop, tan poderosas en aspecto como de emocionantes desenlaces.
Si su actuación en el reciente Visor Fest de Murcia resultó del todo convincente pero algo fría, en esta ocasión la banda tiró de complicidad para, a pesar de todo, concretar la victoria. Lo lograron sobreponiéndose a las adversidades –minúsculo escenario incluido– con actitud intachable y esa pasión que evidencian desde hace más de dos décadas, con intachable interpretación al servicio de un acertado repertorio. Una maniobra inaugurada con el clásico “Popular” (tan vigente como en 1996), y que tuvo otras paradas destacadas en “Always Love”, “Looking Through”, las preciosas “Inside Of Love” y “Blonde On Blonde”, “Come Get Me”, “Happy Kid”, o ese himno reciente que es “So Much Love”, extraído del que hasta ahora es su último (y notable) álbum “Never Not Together” (Barsuk, 20).
Nada Surf firmaron un (muy) buen concierto en un entorno desfavorable, rematado jugada en los bises con una maravillosa versión acústica y a capella de “Blizzard Of ‘77” y la efectiva “Blankest Year”. Poderío palpable para demostrar por enésima vez su grandeza –compositiva y ejecutiva–, focalizada mayoritariamente en la figura del exquisito vocalista Matthew Caws, un tipo igual de talentoso que cordial. Ya estamos deseando tenerles de nuevo por aquí, apurando otro de esos reencuentros que saben tan bien como las reuniones con los viejos amigos. A ser posible, el próximo que sea sobre un escenario a la altura de su estatus como grupo clásico.