Suena un poco extemporáneo decirlo, pero este ha sido mi disco del verano. Lo ha sido porque, aunque no es necesariamente un disco luminoso, ni hedonista, ni despreocupado, he encontrado en él la inspiración necesaria para acceder a esa relajación mental que le impone a uno la temporada estival, con sus calores últimamente tan extremos y toda la frenética velocidad de los meses previos.
Pero es anecdótico, porque Dreamer, el segundo álbum de esta londinense de origen paquistaní, podría servir para cualquier estación. Su contenido es tan claustrofóbico como oxigenante. Y eso, curiosamente, sucede tanto al mismo tiempo, comoo en una u otra dirección, dependiendo del estado de ánimo con el que lo afrontemos. Es un trabajo que usa mucho las capas, que pueden resultar en texturas complejas, o por el contrario aprovechar la desnudez instrumental para intensificar el mensaje de una canción. Es un disco, en resumen, sorprendente, de lo más interesante que me he echado al oído este 2023.
Quizá sea porque Nabihah Iqbal ha tardado casi seis años en dar continuidad a su debut, que aparecía a finales de 2017 bajo el título Weighing Of The Heart y contó con no poco beneplácito por parte de la crítica. Ha tenido, por tanto, un tiempo de maduración muy superior al habitual. Y, además, es producto de varias catarsis: a principios de 2020 saquearon su estudio de grabación, lo cual supuso la pérdida de un álbum que estaba casi listo. Paralelamente, su abuelo sufrió una hemorragia cerebral y tuvo que volar a Pakistán, donde la sorprendió la pandemia.
Se vio así fuera de su hábitat natural para crear, lo que le obligó a ver las cosas de otra manera. Eso benefició a la música, ya que volvió a los básicos y afrontó la composición con una desnudez de elementos a la cual alguien basado en la electrónica como ella no estaba habituado. La introspección a la que obligaba el confinamiento hizo el resto y voilá, aquí tenemos Dreamer. Una obra que surge de todos esos elementos, inicialmente producto del caos y la confusión, y los transforma mostrando a una artista (que lo es, por cierto, en otras muchas facetas como dj, productora o locutora, por no mencionar su labor como abogada pro derechos humanos) libre y plenamente consciente de sí misma, que se deja llevar por la música para buscar luz espiritual.
Y puede que quede muy hippy decirlo, pero luz es justo lo que uno encuentra cuando se aproxima a este álbum, que gana enteros cuanto más se profundiza en él. No vale, por tanto, la habitual escucha “en diagonal” que impera hoy día. Es un disco de detalles. Ojo, no ampuloso, ni excesivo. Los elementos van en función de las canciones y cumplen fielmente su papel, no sobra ni falta nada. Tanto el momento más engañosamente pop y destacable a modo de single en el disco que es la magnífica “This world couldn’t see us”, con su pulso de post-punk ochentero, como la desarmante desnudez de “Lilac twilight”, o el ensoñador groove electrónico que despliega “Gentle heart”, son piezas clave de un difícil ensamblaje de géneros y sonidos que, gracias a una bien pensada secuencia, termina siendo coherente y certero.
Dreamer es un disco introspectivo y que llama a la introspección. Un viaje a través de recuerdos personales y vivencias mediante el que una portentosa artista se reencuentra a sí misma, pero igualmente provee a quien la escuche de iluminación. Y es que ese es el mejor adjetivo que puede ponerse a este disco: luminoso. Un chorro de luz que entra por tus auriculares a tu cerebro y le aporta claridad. Yo no dejo de usarlo como analgésico. O al menos, placebo. Te lo receto, pues.
Escucha Nabihah Iqbal – Dreamer