Y tras varias premieres que no cumplieron con las expectativas, llegó este sábado la primera gran candidata a quedarse con el León de Oro dentro de exactamente una semana. Es Maestro, de y con Bradley Cooper, producida por él mismo, Steven Spielberg y Martin Scorsese.
Segunda realización del actor, que de la comedia pasó al drama y que con Nace una estrella había debutado como director, vuelve a abocarse a una figura relacionada con la música. Leonard Bernstein, el genial compositor, director de orquesta y creador de musicales para Broadway como Amor sin barreras.
Habrá que decirlo: el afiche con el que se lo promociona aquí, en las calles de Venecia, no lo muestra a Cooper como Bernstein, sino que se ve la espalda de Felicia Montealegre, la actriz y su esposa chilena. Y si bien en la película, de 129 minutos, en un momento parece que se va a centra en el personaje de la candidata al Oscar Carey Mulligan (Hermosa venganza, Shame), bueno, la trama vuelve a quedarse con el genio musical.
Camino al Oscar
Cuestión de egos al margen, la película se titula Maestro, como se suele llamar a los músicos o profesores de música de renombre, y se circunscribe a Bernstein, pero abordando aspectos de su vida en la intimidad.
Así como Michael Mann en la aquí también en competencia Ferrari observa al empresario automovilístico, pero se tira al melodrama al retratar a la amante y al hijo que al principio no reconoció Il Commendatore, Cooper como coguionista cuenta el costado bisexual del protagonista.
Pero Maestro es más una biopic de sentido clásico, que no se queda en un momento determinado de la vida del músico, sino que abarca varias décadas. Lo vemos cómo le llega la oportunidad de reemplazar a un conductor de orquesta y llegar sin ensayo al estrado del Carnegie Hall -es una de las escenas más emotivas-, cómo forma su familia con Felicia y sus hijos, pero también hay esbozos de sus relaciones homosexuales y consumo de droga.
No, no llega a ser como Jack en Nace una estrella, porque no es un ser autodestructivo. Se diría que Cooper retrata a Bernstein con cuidado y respeto. La familia del compositor no solo lo apoyó en la realización, sino que vino hasta aquí, al Lido de Venecia, a acompañar la premiere internacional, ya que ni Cooper ni Carey Mulligan, por la huelga de intérpretes, llegaron a la ciudad de los canales.
La química entre ambos es fortísima en la pantalla, sea que estén sentados, espalda con espalda en un parque adivinando el número que piensa su pareja, o cuando el drama se cuela de improviso.
En blanco y negro y en color -sí, como Ferrarí; sí, como Pobres criaturas, de Yorgos Lanthimos: parece una nueva moda que no corresponde a que un período se cuente en monocromía y otro no; ya se sabrá a qué obedece-, Maestro es también una película de actuación.
Parece muy probable que Cooper vuelva a ser mencionado en la temporada de premios que arranca a fines de este año, lo mismo que Mulligan. Su entrega es total, su parecido físico también (al margen de la polémica por la nariz prostética) es asombroso y al final, cómo no, hay imágenes de Bernstein.
Falta mucho para que se estrene tanto en salas como en streaming (Netflix lo hará recién dentro de más de tres meses y medio, el 20 de diciembre). Pero ya saben que valdrá la pena la espera.