Pocos regresos han sido tan oportunos y acertados como el de Slowdive, pioneros del shoegaze a principios de los 90 y a su vez, actuales referentes indiscutibles de un género que vive uno de los momentos de mayor efervescencia de su historia. Mérito no sólo atribuible a la vigencia de su catálogo pasado y presente, sino también a unos directos que continúan siendo toda una experiencia auditiva y emocional.
Tan solo eran una banda de culto, habían resucitado para una gira y nadie se esperaba que su disco homónimo de 2017 con el que volvieron al estudio 22 años después estuviera a ese nivel, lo que no hizo sino agrandar su vigencia. Ahora la reafirman con más fuerza si cabe en everything is alive (Dead Oceans / Popstock!), obra ecléctica y compleja cuyo sonido parte de sus raíces y la vez, se expande a terrenos actuales más maduros y sofisticados. Una lógica evolución, un álbum de los que te acompañan para siempre, en el que nuevos matices aparecen a cada escucha, estimulando nuestros sentidos y transportándonos a sus atmósferas construidas con capas de guitarras, sintetizadores y voces que se funden de manera brillante a lo largo de los ocho cortes que lo componen.
Lo que para Neil Halstead en un principio iba a ser un trabajo electrónico y minimalista, se convirtió en expansivo y reverberante en cuanto el resto de la banda entró en juego, llevándolo hacia esos lugares esperados y a su vez, llegando a rincones hasta ahora no frecuentados. Algo que puede apreciarte desde su primer tema, una «shanty» montada sobre un hipnótico motorik, una poderosa base rítmica, guitarras celestiales y el barniz de un sintetizador. La instrumental «prayer remembered» y su oscura cadencia elegante y conmovedora remite a los The Cure de Faith (1981) y Disintegration (1989), mientras que la fragilidad y los arpegios de «alife», con el majestuoso juego de voces de Goswell y Halstead, da como resultado uno de los momentos más luminosos y esperanzadores del conjunto.
La oscuridad vuelve a tomar forma en la cadencia gótica de «andalucia plays», casi siete minutos de disfrute a cámara lenta apoyados en un teclado futurista, en los que perderse una y otra vez. Un embrujo del que despertaremos gracias a la belleza escapista de «Kisses». En el tramo final mantiene el nivel de inmersión total, gracias la áspera melancolía de «skin in the game», el viaje fantasmal y las réplicas de una «chained to a cloud» psicodélica e intrigante, y el cierre de «the slab», una monolítica, siniestra y densa losa de aires cinematográficos.
Dedicado a la madre de la vocalista Rachel Goswell y al padre del batería Simon Scott que murieron en 2020, everything is alive no solo es una de las piezas capitales del shoegaze de nuestro tiempo que rivaliza con cualquiera de sus logros, sino que es el álbum más íntimo y confesional que Slowdive hayan grabado nunca. Un clásico.
Escucha Slowdive – Everything Is Alive