Uno de los grandes motivos de celebración para los que seguimos las escenas locales y admiramos el empeño de músicos que viven el oficio con pasión de artesano es encontrarte con gente implicada hasta el tuétano. Autores de canciones que creen en su trabajo por encima de todo y que quieren compartirlo porque saben que lo suyo merece la pena ser escuchado. A Volpina, banda nacida en Córdoba por la inercia artística de su líder y compositor, Migue Pérez, se la podría poner como ejemplo de todo ello. Verlos y oírlos gozar en directo mientras plasman todos los contrastes de unos temas con muchos rincones por explorar es tan placentero como charlar con el propio autor de los mismos. Fajado en mil y una batallas, ha gestionado locales en la Granada de sus amores, tocado en varios y estupendos proyectos grupales y sigue animando la noche cordobesa, en la que decidió refugiarse con su inmensa colección de discos hace unos años, con sus sesiones de DJ en las que el eclecticismo se une al conocimiento para deleite de quienes tenemos la suerte de conocerle. Este es el pequeño mundo que ha empezado a crear con sus nuevas canciones. Fantásticas, todo sea dicho.
«Me está costando adaptarme al mundo del single otra vez porque soy de discos y de elepés»
¿Cuál fue el germen, si se puede llamar así, que originó el nacimiento de Volpina, la nueva aventura en la que decides embarcarte?
Muy sencillo. Sencillamente fue el cambio de ciudad. Yo viví en Granada durante veintitantos años, me vine a Córdoba hace seis años más o menos y dejé allí mi vida, mi grupo y un poco todo. Y desde que llegué pues claro, la música sigue dentro de ti y seguía haciendo canciones. El primer año compaginé un poco con Los Esclavos, seguí un poco yendo y viniendo, ensayando e hicimos algún concierto, pero evidentemente ya era inviable totalmente, por razones obvias. Empecé a darle vueltas a la idea de montar algo aquí, fue muy lento todo porque necesitas un período de adaptarte a una ciudad, conocer gente, conocer la escena, músicos… Fue todo muy lento pero muy natural también, yo seguía haciendo canciones y cuando tenía unas cuantas empecé a echar el ojo a gente. Conocí a David, que tocaba la guitarra aunque no había tocado en ningún grupo, y le dije de empezar aunque fuese a juntarnos para tocar un poco, por matar el gusanillo. Luego conocí a Mario también, que era batería, que es lo más difícil. Cuando encuentras a un batería ya la cosa empieza a funcionar. Cuando nos juntamos los tres nos fuimos un día a uno de los locales de ensayo de alquileres por horas, les enseñé las canciones, las empezamos a tocar y la verdad es que desde el primer momento se involucraron y les moló la idea.
Lo siguiente era encontrar a otro guitarrista, y creo que la elección fue rápida y sencilla.
Pensé en Ismael, que es con quien he tocado siempre. Vive en Jaén, le eché el teléfono porque pensé que le molaría venir a Córdoba de vez en cuando a ensayar, y dijo que sí inmediatamente. Estaba con el mono, igual que yo, y fue todo rodado. Empezamos a ensayar y nos pilló justo ahí la pandemia, luego empezamos a ir a Granada a grabarlas porque yo tenía el contacto de Julio, de Curva Polar, que es donde hemos grabado nosotros siempre, es como mi hermano. Con esa facilidad fuimos allí y empezamos a grabar canciones y fue todo muy natural, muy tranquilo. Nos encontramos con un montón de canciones grabadas, vimos que había calidad y que había nivel, estábamos haciendo las cosas bien y ya intentamos tomárnoslo en serio. Tocar en directo y editar las canciones, que es lo que hemos hecho.
Ismael Delgado también forma parte de ese germen del que hablamos al principio, al ser el guitarrista de tu banda anterior, Los Esclavos, que antes citabas. Una banda, por cierto, que mereció mucha mejor suerte de la que tuvo.
Éramos el típico grupo que siempre tuvo muy buena aceptación y buenas críticas, con un público pequeño pero muy fiel. Granada es una escena compleja, ya lo sabes, hay muchísimos grupos y nosotros siempre nos mantuvimos en un margen que nos hizo salir mucho afuera, hubo una época en que tocábamos muchísimo, teníamos una unión muy especial entre todos los miembros. Estuvimos tiempo, sacábamos disco cada tres o cuatro años, algo esporádicamente, pero grabamos cosas importantes. Es el germen evidentísimo de lo que estamos haciendo ahora porque la base siempre hemos sido Ismael y yo, de hecho antes de Los Esclavos tocábamos en otra banda que se llamaba Matarratones. Llevamos tocando desde que teníamos diecisiete años. Teníamos una banda en el pueblo, la típica banda de los noventa, llevamos toda la vida tocando juntos. Para mí es muy fácil tocar con él, aparte de que es un músico espectacular es una persona con la que me entiendo muy bien y tenemos un concepto de la música muy parecido.
¿Esa complicidad te influye también a la hora de componer, ya que en Volpina eres el responsable creativamente hablando de todas las canciones?
Influye mucho. Yo siempre he tocado el bajo, he intentado tocar la guitarra en las bandas pero al final me voy al bajo porque desde el primer momento él capta muy bien todos mis arreglos de guitarra y es muy cómodo. Por eso Volpina ha sido algo que también en muy poco tiempo ha crecido mucho, al tener esa base innegable. El sonido lo tienes y las cosas suenan muy bien desde el primer momento.
¿Qué parte de responsabilidad o de papel específico tiene el resto de la banda en el desarrollo y el concepto final de las canciones?
Es verdad que las canciones las llevo muy preparadas, incluso muchas de ellas las grabo en casa con los arreglos y todo. Las canciones van muy preparadas, luego por supuesto estoy abierto a todo lo que se aporte ya que las canciones se enriquecen. Yo por ejemplo la batería es un tema que no controlo, Mario tiene libertad absoluta de movimientos. Siempre pienso muchos arreglos para las guitarras, pero luego Ismael añade siempre algunos, tiene un gusto acojonante para arreglar las canciones. Por ejemplo, en el disco de Volpina hemos dejado abierto el tema de las colaboraciones externas, principalmente los teclados de Dani Molina, que también tocó con nosotros en Los Esclavos y ahora está con Neuman como teclista y bajista. Él grabó los teclados de seis o siete de las doce canciones y también conoce nuestra forma de componer. Le ha dado un plus a las canciones porque ha grabado piano, hammond, rhodes… Son muy bonitos sus arreglos, tú tienes que estar abierto a que las canciones crezcan en el local de ensayo y en el estudio de grabación.
Pero se dice que donde más crecen es en el escenario.
En el escenario, sí, y que no dejen de crecer.
Hablas de las doce canciones que tenéis terminadas cuando solo conocemos las seis que componen Lecciones de Vuelo. ¿Se prevé la segunda parte para este mismo año?
La idea es que salgan este año. Realmente son otras seis más, de las cuales cuatro están prácticamente hechas, de las otras nos quedan unos arreglos. El tema es que tenemos un par de canciones nuevas que queremos también grabarlas y la idea es que de esas ocho, a lo mejor sacar otro EP con seis y sacarlo antes de que acabe el año seguro. La idea era sacarlas en un disco conjunto, lo hemos partido para agilizarlo un poco, necesitábamos tener algo grabado ya. Llegó un momento que empezamos a tocar, nos han ido saliendo conciertos y se necesita tener material grabado.
¿También cuenta el estado del mercado discográfico actual, porque todos sabemos que no está el horno para bollos?
También. La gente va sacando singles y no podemos sacar un disco de primeras. Era como un poco pretencioso.
Solo hay que mirar el algoritmo de Spotify, por ejemplo: Si una banda que empieza y que casi nadie conoce tiene dos temas subidos, es más fácil que lo escuchen que si de entrada tiene ocho por ejemplo.
Exacto. A mí personalmente me está costando adaptarme al mundo del single otra vez porque soy de discos y de elepés, lo he sido siempre y me gusta. Pero bueno, hemos decidido quedarnos en medio del camino, que yo creo que es una cosa interesante porque puede ser más productivo, no descartamos ir sacando más temas así y luego a lo mejor juntarlos en un elepé. A mí me encanta grabar y me encanta el estudio, que las canciones salgan. Lo que sí que no queremos es que pase como estas primeras, que han tardado dos años en ver la luz, por eso ahora tenemos dos nuevas y la idea es priorizarlas y que vayan saliendo.
Es curioso y a la vez interesante el hecho de que las canciones se hayan escuchado antes en directo que en disco. Habéis tocado mucho antes de que vieran la luz, algo no demasiado habitual en una banda que empieza.
Ese es el tema, que empezaron a salirnos conciertos y cosas y no teníamos nada que presentar ni que la gente pudiera escuchar, por eso decidimos darnos un poquito de prisa y sacar unas cuantas canciones, y la cosa va bien porque al final la aceptación está siendo buena, los conciertos salen y la pretensión es esa. Hombre, siempre te gustaría contactar con algún sello o con alguien que te distribuya sobre todo, pero es una cosa que seguirá su curso normal.
El concepto gráfico del disco está también muy currado. Lo ha hecho David Paz, guitarrista del grupo, basándose en ilustraciones del ejército del aire durante la Segunda Guerra Mundial, con vuestras fotos siguiendo la misma línea estética. ¿Era importante para vosotros cuidar la edición física y darle ese toque personal?
Claro, no se trataba de sacar seis canciones solo por sacarlas y colgarlas en internet. Queríamos pensar en una idea que englobara todo y teníamos una canción que se llama “Cómo volar”, simplemente eso nos llevó a una postal antigua que teníamos de un avión la Segunda Guerra Mundial y decidimos tirar por ahí. David ha hecho un diseño muy chulo, esa postal la ha traspasado a las antiguas que se dibujaban y hemos hecho unas fotos acordes con el tema, simulando una postal de guerra. La verdad es que al final tiene que ser así, los discos tienen que ser conceptuales en todos los aspectos.
Esencialmente esa canción, que es la última del EP, es la más larga, la que podemos llamar la más atmosférica y con más matices que el resto. Se sale un poco del ámbito sonoro del disco pero yo creo que puede marcar muy claramente lo que es ahora mismo una banda como Volpina.
Sí, de hecho fíjate que de las doce que teníamos elegimos seis que fueran fáciles de escuchar, son canciones pop más luminosas, y esta canción es más oscura con una letra más dura que toca por un lado el suicidio, la heroína, va por ahí. Tiene unos sonidos diferentes y desde el principio decidimos que tenía que tener un sonido más atmosférico, pero engloba muy bien al resto de las canciones. Lo de volar no tenía nada que ver con los aviones ni nada, todo lo contrario, pero hemos tirado de ahí por meter algo. El EP se iba a llamar así, “Cómo volar”, y al final le pusimos Lecciones De Vuelo precisamente por esa línea de la canción, y al final son seis lecciones de cómo empezar a volar, es un inicio de algo.
Y de darle más contexto al disco, supongo. Como dices, la luminosidad de “Tampoco es para tanto lo nuestro”, “Harrison vino a verme”, “San Miguel Alto”, algunas con esos preciosos coros femeninos, queda incluso más enfocada por el contraste de ese último tema.
El contexto es diferente incluso a nivel de letra, pero es una canción que entra perfectamente. “Harrison”, por ejemplo, fue la primera que compusimos, y el estilo está definido porque al final buscas una unidad. Las otras seis a lo mejor son más cañeras, pero eso lo vamos a compensar para que el segundo EP sea una continuidad.
¿Quiere eso decir que hay dos versiones de Volpina, la más cañera y potente y la más cercana al pop, que es la que habéis mostrado hasta ahora?
No, yo creo que es lo mismo. Si nos has visto en directo esa unidad existe, casi todos los grupos son más cañeros que en estudio. Nosotros somos más guitarreros que en el disco, y en este hay más canciones para las que la palabra cañera no sé si es la más adecuada. Sí es verdad que temas como “Eterno” son casi post-punk, tiene ese punto; “Una semana”, que a lo mejor es un rollo más indie, con un muro de sonido que usamos para cerrar los conciertos… Pero está todo muy compensado.
¿Habrá edición en vinilo en formato largo cuando esté lista la segunda parte?
Es lo que nos gustaría. El tema del vinilo ahora es que si seguimos con la autoproducción, que si no surge nada seguiremos con ella sin problema y no nos importa, tienes que planteártelo porque hacer un LP con la rentabilidad que tiene es difícil. Si seguimos como estamos y sacamos otro EP como hemos sacado este, a mí me gustaría juntarlos y sacarlo a principios de año. Lo ideal sería contactar con alguien que nos lo quiera sacar, sobre todo ya digo que por temas de distribución, que al final es lo que buscas, llegar a la gente. Si crees que estás haciendo un buen trabajo es lo que hay que conseguir, que la gente lo oiga.
Os hemos visto varias veces en directo y está claro que cada vez sonáis mejor, con más espacio para los instrumentos, más aplomo y mejor sonido. ¿Estáis notando esos pequeños avances?
Hombre, claro. Es lo que te he dicho, llevamos muy poco tiempo tocando pero se nota mucho de un concierto a otro, una barbaridad. Cada concierto vale por cincuenta ensayos, eso es así, sobre todo para encontrar el sonido. Las canciones están ahí, pero lo importante es encontrar tu sonido y la soltura en el escenario. Ya tenemos mucha experiencia algunos de nosotros, pero todo se adquiere concierto a concierto.
Y hablando del tema, y ya para concluir, ¿en qué escenarios podremos comprobar esa evolución de Volpina próximamente?
Pues lo primero, muchas gracias por tu apoyo siempre y por el apoyo de Muzikalia, y sí, tenemos cositas interesantes. Nos salió algún festival como el de Fuengirola, el Cala Pop, en septiembre, y luego tenemos la presentación en Granada donde vamos a ir con Meteörik, la banda de Yonka Zarco, y otra banda de allí en octubre. Nos presentaremos en Jaén también ese mismo mes. Vamos a parar en agosto y la idea en septiembre y octubre es hacer unas cuantas cosas, incluso queremos dar un salto a Sevilla, Valencia y Madrid. Hay que tocar y hay que ser valientes.
Escucha ‘Lecciones de Vuelo’ de Volpina