Veinticinco minutos transcurren desde que cojo el bus al trabajo todos los días, hasta que salgo escupido por la puerta entre un mar de cuerpos bañados en sudor y castigados por el sueño y el cansancio que miran atropelladamente el móvil mascando sin mucho convencimiento la esperanza de que el día pase rápido. Ese es el tiempo que se toman las doce nuevas canciones de Yo y las abejas en pasar frente a tus narices para noquearte entre fraseos que aluden a rupturas, a sinsabores existenciales, a denuncia social… pero también a esperanza, ejerciendo de llamada a la acción que sirva para aparcar la desidia y negarse a claudicar.
El cuarteto catalán vuelve tras ocho años en barbecho, ejecutando decidido un arsenal de melodías vigorosas, cantadas por primera vez en español y editadas en su sello de siempre, la castañaque resuenan como un calambre urgente y vitalista a través de unas líneas instrumentales adictivas y unos textos en los que detenerse y bucear. Ya desde el fulgurante inicio con el excelente single “Nostalgia”, dejan claro que echaban de menos parapetarse tras sus instrumentos para volver a sentir el pellizco de adrenalina que supone volver al ruedo con todavía mucho que decir. La “Llorería” de las Bees no es la de Rayden; esta no deja títere con cabeza, dibujando una realidad atrofiada por su deriva imparable. “Así Son Las Cosas Y Así Se Las Hemos Contado” es un hit de melodía infecciosa, coros incisivos y exaltación de la superación de un infierno sentimental que pide a gritos salir a la calle y cantar victoria. Lejos de pisar el freno, “Qué Más Dará” y “Me Va Genial” recogen el testigo con estribillos ganadores que aglutinan referencias tan golosas como Hüsker Dü, Comet Gain, Guiado por voces, Los intermediarios o los adorables Papas Fritas.
Dos minutos son más que suficientes para decir un montón de cosas (relevantes) y mirar atrás sin rencor, evitando disfrazar la nostalgia. El tiempo es un aliado perfecto en estos casos, como recuerda la letra de “Aurf!”. La gentrificación de las grandes ciudades se apodera de la temática que convierte a “Siempre Igual” en un diario de a bordo sobre cómo cuidar la amistad sin desfallecer entre hachazos de política ombliguista y obsesionada con la especulación. No es hasta “Crush” cuando la inmediatez deja paso a un medio tiempo de pulso psicodélico que se contonea hipnótico, sirviendo como puente perfecto hacia el que fue primer adelanto del disco, una “Tú No” cuyo vídeo facturó Pol Rodellar de Mujeresincansable catalizador de grandes ideas, y que surfea sobre una percusión machacona e irresistible mientras se debate entre el deseo y la razón. Una de las grandes señas de identidad de Yo y las abejas siempre han sido los juegos de voces, capaces de dar aún mas vuelo a sus ya de por sí abrasivas melodías. Esther Margarita (guitarra y voz), Carlotto Leoz (guitarra y coros), Entonces Molina (guitarra y coros) y verdadero alonso (batería) constituyen un ente mutante de sustrato volcánico en el que los roles se intercambian llegado el momento, para sacar todo el jugo a su potencial. Algo que vuelve a sobrevolar en la espídica “Ignorar Y Perder”.
El tramo final se sumerge entre brumas de noise contenido en “Ni Tan Mal”, que hace sentir que por muy mal que parezca que va todo, el balance arroja el saldo positivo necesario como para seguir a flote, antes de que “Ofensiva Sónica” remita levemente a La caída oh Personalidades de la televisión con un recitado punzante y obsesivo que deja un inmejorable sabor de boca, tras un viaje vertiginoso por las virtudes que siempre han hecho de Yo y las abejas una formación que maneja el punk-pop con instinto afilado y palpable inspiración. Huelga decir que este blíster de doce píldoras cargadas de dopamina para los sentidos, pide a gritos su consumo voraz y compulsivo, estando llamadas a implosionar en directo junto a su radiante catálogo anterior. Ahora solo hace falta que no nos hagan esperar otros ocho años para poder volver a disfrutar de su música.
Escucha Me And The Bees – Siempre Igual