Decía David Bowie que lo que más le fascinaba de envejecer era la posibilidad de convertirse en la persona que siempre había querido ser. Mucho de esa reflexión pienso que tiene El nuevo Raemony, por añadidura, diría que cualquier persona de bien. En la vida, más allá de habernos arrepentido y sufrido por el daño que, consciente o inconscientemente, hemos podido hacer, lo más difícil y redentor es lograr perdonarse a uno mismo por ello.
Si uno traza la línea que perfila la carrera de El nuevo Raemon puede darse perfectamente cuenta de que ese proceso ha sido una de las constantes en su cancionero, y, por supuesto, conseguirlo a través del amor sencillo, sereno y constante hacia las personas que uno quiere mientras la vida va transcurriendo inexorablemente.
Ocurrimos Lejos (25) es un nuevo capítulo en esa andadura existencia; y esta vez se encuentra atravesado por esas dos variables inabarcables que son el tiempo y el espacio: echar la vista atrás y reconstruir anhelos, pérdidas, deseos y constancias. Y para ello Ramón recurre a su fiel compañero Ricky Lavadojunto al que grabó las primeras demos que formarían parte de su inolvidable debut A propósito de Garefunkel (08), viaje lejos en el tiempo, pero cercano en el roce constante de una amistad inquebrantable. Son ellos dos, con la única participación de los bonitos coros de su hija Leia Destruyelos que conforman este conjunto de canciones que son pura emoción a flor de tierra.
Si el anterior Postales de Invierno (23) contenía temas heladores en su íntimo homenaje a un amigo fallecido, en este caso el tono reflexivo y contemplativo alcanza un plano más universal y resulta más fácil poderse sumergir en la lírica del barcelonés, reconociéndonos en no pocos lances. De esta manera, resulta prácticamente imposible que a uno no se le salten las lágrimas ante la escucha de maravillosas piezas como “Ocurrimos lejos”, “Frente a la bahía”, “Una vez vi al viento” o “Un poco de otoño”, todas ellas emparentables en su forma con las de otro gran amigo suyo y extraordinario trovador como lo es Jeremy Enigk (Bienes raíces en el día soleado), especialmente con su discografía en solitario y, particularmente, con su arrebatador El mundo espera (06), al que personalmente considero en mi imaginario ventricular su hermano pequeño.
El disco transcurre candoroso e inspirado, sin que haya realmente temas capitales que sobresalgan sobre el resto, más bien existe una homogeneidad que tiñe de bonito lustre al conjunto hasta llegar a “una piedra en el río”, con ese final abrupto que no es sino la plena constatación de que lo que ocurre lejos pasa, inevitablemente, tan cerca de nosotros que forma parte de nosotros mismos como sombra impenitente.
Escucha The New Raemon – Ocurrimos Lejos