En el prefacio escrito en 2013, y que ahora se recupera para la edición de En La Encrucijada (Contra, 2025; traducción de Javier Calvo), Nell Dunn recuerda: “Me encantaba Battersea. Estaba construido en una colina y por la ladera bajaban los chalets y las fábricas hasta llegar a la central eléctrica, con aquellos penachos de color malva que se elevaban por el cielo de primemra hora de la mañana. Medio escondido en un portal de una callejuela, el corredor de apuestas aprovechaba la oscuridad del anochecer y te llamaba en voz baja cuando pasabas.
Por entonces las apuestas eran ilegales. Y también lo era abortar, pero circulaban nombres, y muchas mujeres jóvenes terminaban en el hospital local con perforaciones de útero”. Era el año 1959 cuando Dunn se mudó a la zona sur del río Támesis junto a su marido, el también escritor Jeremy Sandford. Un paisaje gris rodeado del humo de las fábricas y una central eléctrica. Trabajaba en una fábrica de bombones, y en este libro, a partir de una serie de capítulos breves que se van interconectando, narra las vivencias (reales o ficticias) junto a sus amigas, compañeros de la fábrica, y la gente que la rodeaba en la localidad.
La escritora londinense está muy unida al cine. Esta obra ha sido llevada al cine gracias a Ken Loach en un telefilme producido por la bbc en 1965; asimismo, Peter Collinson plasmó su prosa en una película en 1968, y volvió a repetir con Locha con su exitosa novela pobre vaca.
La prosa de la autora es en sí muy cinematográfica, e incluso podríamos ver en sus diálogos (de tan concisos y depurados casi parecen planos contraplanos) y la descripción de ambientes, un estilo narrativo ligado al cine gratis británico. En estas páginas se puede sentir el pálpito de la desazón de unos personajes que deambulan hacia un futuro incierto; mujeres que se resisten a que otros hombres controlen sus cuerpos; cuerpos sometidos a abortos en lugares lúgrubres; personajes que hablan en pubs sobre sus desazones; chicas que sueñan con casarse y tener hijos para cambiar así el rumbo de sus grises existencias; hombres que son incapaces de mostrar cualquier atisbo de ternura…
Aparecen canciones a lo largo de estos pequeños capítulos. Temas que parecen activar sentimientos: Nat Rey Cole, Gene Autry, Gene McDanielsoh Ben E. Rey suenan mientras estas almas descarriadas bailan, hablan, fuman, beben, y sueñan al borde del precipicio.
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