
Argentina se encuentra ante una oportunidad histórica: convertirse en un polo estratégico para las inversiones tecnológicas de alcance global en inteligencia artificial, apoyada en la BioEconomiaAgroindustrial , Bioinformatica para la salud, asi como aplicaciones en Energía y Minería .El “cluster” de la BioEconomiaAgroindustrial tracciona a toda la cadena de valor que incluye las Finanzas , la Logística , asi como las enormes oportunidades en Blockchain y Tokenización de activos reales AgroIndustriales .
De manera sinérgica con el megaproyecto de Data Center impulsado por OpenAI —inspirado en la visión del recientemente fallecido Mat Travizano y hoy liderado por Emiliano Kargieman —, el país cuenta con una base científico-tecnológica capaz de competir en nichos del mercado mundial. El Venture Capital (capital de riesgo) tiene una oportunidad significativa para apoyar el desarrollo de aplicaciones verticales articuladas a las Trillonorias inversiones en infraestructura global en marcha . Instituciones como el Instituto Balseiro en Bariloche , Universidades públicas como la UBA , La Plata , Córdoba, Santa Fe-Rosario, Mendoza y Tucuman, junto con los programas de inteligencia artificial del ITBA y el muy ambicioso de la Universidad de San Andrés, sientan las bases para un ecosistema con potencial para capturar nichos del mercado global de innovación tecnológica disruptivas que requieren de Venture Capital en sus fases tempranas de desarrollo .
La historia del venture capital en Argentina comenzó en 1998, cuando lanzamos el primer fondo tecnológico de América Latina junto a Hicks Muse, en plena revolución de Internet. Emprendedores como Wenceslao Casares, Marcos Galperin, Roberto Souviron, Alec Oxenford , Martín Mendez aparecían como los arquetipos juveniles de aquella época . El fondo de Hicks Muse invirtió en varios de ellos . Proyectos que luego se convirtieron en aspiracionales regionales: Mercado Libre, Despegar y Amtec (hoy Neoris). Eran los años del comercio electrónico y de los “clones” de modelos globales adaptados a América Latina. En los 2000, el foco de mis inversiones en Venture Capital se desplazó hacia la innovación local con proyección internacional: surgieron y participamos de proyectos tales como Gran Data liderada por Mat Travizano, Keclon Biotech con Hugo Menzella en biotecnología, Technisys con Miguel Santos en software bancario y Sandbox en videojuegos.
Hoy, se abre una nueva agenda para el Venture Capital en nuestro país . Desde la Bioeconomía agroindustrial hasta las finanzas, la logística y las cadenas de valor agregado, Argentina puede transformarse en un laboratorio de innovación aplicada, con impacto regional y proyección global en la seguridad alimentaria sostenible . El tema ya esta plenamente instalado en la Agenda de instituciones tales como Acrea Tech, y Aapresid. Asi como fondos emergentes como Inventure (Santa Fe) , Pampa Star (Cordoba) entre otros , nacidos en las Provincias .
El camino hacia una Argentina competitiva e innovadora se apoya en la convergencia entre la Bioeconomía Agro Industrial y la Economía del Conocimiento. Este binomio puede ser la base de un modelo de desarrollo sostenible, con derrame productivo en todo el territorio nacional. Integrar ciencia, tecnología y recursos naturales en torno a clusters regionales de bio economía, energía, minería y servicios financieros y logísticos avanzados permitirá al país convertirse en un protagonista de la nueva economía digital y sustentable. AdecoAgro y AgroToken están alumbrando un incipiente camino que integra los mejores activos productivos del país con la tecnología de Blockchain y Tokenización, Intuyo que la inversión de Bunge en AgroToken aspira a poder trazar y certificar las 200 millones de toneladas de cereales que Bunge comercia anualmente. Trazabilidad certificada es una monumental oportunidad para Argentina.
Enfrentamos el desafío de unir al Venture Capital Tecnológico con el Modelo de Desarrollo del país apoyado en sus recursos naturales competitivos .
El talento argentino puede liderar transformaciones tecnológicas regionales y globales, siempre que logre articularse con capital inteligente. El gran desafío es atraer nuevos LPs (Limited Partners), es decir, inversores institucionales que financien fondos de venture capital. La industria atraviesa una contracción global y una concentración creciente del capital en pocos fondos; revertir esa tendencia requiere visión estratégica y confianza en el país.
Desde la fundación de Endeavor Argentina en 1998 —que promovió el liderazgo emprendedor— hasta la creación de ARCAP en 2008 —que institucionalizó el ecosistema de venture capital—, el país dió pasos hacia una cultura de innovación apoyada en emprendedores innovadores . Hoy la agenda incluye también a las Corporaciones con sus iniciativas de Venture Capital alineadas a sus estrategias competitivas. Pero el desafío de cara a 2027 será transformar esa capacidad en empresas tecnológicas globales, con derrame productivo y federal. Podría decirse que necesitamos un nueva generación de políticas activas en Ciencia y Tecnología , articuladas con las reformas tributarias y laborales en marcha para la promoción de la inversión productiva , con fuerte mentalidad competitiva de mercado orientadas a mercados globales .
Las políticas macroeconómicas son necesarias, pero no suficientes. También hace falta un marco de políticas productivas que haga muy rentable invertir en innovación. El Régimen de Incentivo a Grandes Inversiones (RIGI) podría jugar un papel clave si se aplica de forma creativa a la Economía del Conocimiento, fomentando la creación de un “Fondo de Fondos” Tecnológico de US$ 1.000 millones, capaz de repatriar capitales argentinos privados hoy radicados en el exterior. Si invierten los argentinos , el resto del mundo lo hará sin limites . El Fondo de Fondos apuntaría a ser inversor ancla en unos diez Fondos de Venture Capital que podrían canalizarse hacia proyectos de base científico-tecnológica surgidos de las universidades públicas y privadas, y del CONICET, asegurando financiamiento para los mejores talentos del país alineados con la Bio Economía Agroindustrial , la Energía y la Minería clusters respecto de los cuales el país parece haber reunido la masa critica de una visión estratégica Público Privada relevante para su inserción competitiva internacional.
El objetivo es claro: crear una masa crítica de emprendimientos tecnológicos que permita retener talento, en lugar de exportarlo. “Debemos hacer que sea negocio invertir en la Argentina, no sólo en argentinos que triunfan en el exterior”, me decía un inversor en una reciente reunión de ARCAP.
Argentina aún no ha sabido articular su inserción en las nuevas corrientes internacionales de financiamiento de largo plazo. El vínculo con los países del Golfo, en particular con el Fondo Soberano de Arabia Saudita, que administra más de US$ 800.000 millones, podría ser decisivo. Ese capital está buscando proyectos sostenibles, escalables y con impacto real. Brasil ya está aprovechando esa oportunidad. Argentina todavía está a tiempo.
Sin duda, el futuro deseable para el venture capital en la Argentina depende de nuestra capacidad para alinear propósito y rentabilidad. Generar las condiciones para que el capital privado argentino se enamore y tenga confianza en el país.