Revisión de Rara es una sección quincenal en la que nos adentraremos en algunos lanzamientos que, quizá, hayan surgido en los márgenes de lo habitual. No, no vamos a sentar cátedra con ese “disco que no conoces”, porque el objetivo no es caer en lo fácil y arriesgado menospreciando la cultura musical de cada uno dando por hecho que no conoces lo que vas a leer. En estas líneas que publicaremos, queremos ampliar estilos, conocimientos y, por qué no, ablandar el oído para sonidos algo subterráneos, investigar las posibilidades sonoras a través de discos o tocar lo que ahora llaman “distintas geografías”. Esperamos que esta sección te descubra algo nuevo, o desempolve ese sonido que disfrutaste, o, simplemente, alerte tu curiosidad ante los preciados desvaríos y preciosos experimentos que pululan por ahí. Porque, en el fondo, todos somos esa rara avis.
Rara Avis: Debris o el glamour de la chatarra
Corría el año 1975 cuando unos jóvenes Carlos Ivey, Oliver Powers y Johnny Gregg se divertían en los pubs de Chickasha en Oklahoma. Eran fans de los Los chifladosy el glam que llegaba desde Inglaterra. Tenían poco dinero pero muchas ganas de hacer ruido y experimentar con el sonido y las drogas. Tras ganar un concurso de bandas noveles, el premio consistía en meterse durante unas horas en un estudio de grabación, y un sello que financiara y que dejara constancia de su breve paso por la historia del rock. Escombros son esa letra pequeña a pie de página. Una apasionante anomalía reflejada en once temas que suenan a chatarra, y huelen a rimel y laca barata.
Es Escombrospublicado originalmente por Eliminación de estática en 1976 coincidía con el debut de los ramonespero aquí en portada salía una travesti con un cable enrollado en un pie calzado con en plataformas que parece un fotograma de una película de porno suave.
El disco lo reedita ahora en vinilo Viaducto Superiorun sello siempre atento en escarbar en el subterráneo norteamericano, y que se marca otro tanto en su fabuloso catálogo. Y suena la música, los alaridos de carlos nos ponen en alerta, y suena la base rítmica epiléptica en “One Way Spit” en donde todo suena a clásico, accidentado, intuitivo, libérrimo. El arte del autosaboteo. Los bucles que salen del sintetizador modular y el saxo que se cuela en “Female Tracks”, recuerdan a los mejores momentos de Capitán Corazón de Carne, algo que continúa con “Witness”, en donde parece que estemos asistiendo a una sinfonietta dadaísta de la mano de Los residentes.
Una sierra eléctrica suena de fondo en “Tricia”, título con el que recuerdan a Patty Hearstactriz californiana que se enroló en el Ejército Simbionés de Liberación después de haber sido secuestrada por la misma célula terrorista. En “Boyfriend” saltan chispas de electricidad a la mejor manera de los Los Chiflados o MC5mientras que “Tell Me”es un híbrido entre garage a lo los dios y el glam de bolan, bowi.
Se cierra el telón.
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