Había muchas ganas de ver de nuevo a La medianoche en Madrid tras su paso por la capital hace ya seis años. Desde entonces, bastantes cosas han cambiado en el seno de la banda angelina. La primera y principal, su evidente crecimiento en popularidad y en seguridad escénica. Lo que antaño supuso una ceremonia donde el intimismo y el encanto eran los protagonistas mutó en un moderado baño de masas en el que la expansión sonora y la presencia de los músicos habían aumentado exponencialmente.
Esto que comento por supuesto que no es algo bueno o malo. Es, sencillamente, algo diferente. El salto de popularidad experimentado a nivel global con el muy flojo y prescindible Héroes (22), aunque a nivel musical sea omitido por completo por La medianoche en esta gira, parece que, a nivel actitudinal, ha seguido marcando la pauta predominante.
Afortunadamente, venían a presentar un disco que tiene visos de ser notablemente superior, Sindicato (25), que, además, vería la luz el día siguiente a la velada. Muy confiados de su potencial, fue el gran protagonista de la noche y, con sorpresa, el que más nos retrotrajo a su sonoridad primigenia y nostálgica introspección brumosa –inmensas asomaron las muy bonitas “Love is an ocean” y “Summer’s ending soon”-, los dos mejores momentos de la noche para quien les escribe.
Otros envites realmente notables surgieron con la negrura que destilaron los dos cortes rescatados de Nocturno (17), “Shadows” y “Crystalline”, mientras que, sin duda, los más celebrados por una audiencia eufórica fueron los más coreables como “Days of thunder”, “Gloria” o “Jason”. La versatilidad instrumental de los músicos que acompañaban a un Tyler Lyle pletórico y decididamente afianzado en su papel de lídersubrayaron la faceta orgánica del combo y en determinados momentos empañaron, desde mi punto de vista , algunas de sus interpretaciones más emocionantes como “The Comback Kid”, sobresaturada de saxo, y un “Brooklyn” donde los sintetizadores se ahogaban ante la pétrea base rítmica (parece claro que todas las propuestas de la escena intentan cada vez alejarse más de la etiqueta sinthwave que, por desgracia, ya no atrae de la misma forma).
Sin embargo, esa sólida confianza le vino muy bien a los momentos más exaltados, como los conseguidos con la imprescindible “Vampires” o una muy contundente “Good in red”. La medianoche se despidieron visiblemente contentos y emocionados con la siempre radiante “Sunset” mientras los allí congregados nos fuimos con la incógnita sin resolver de si la nostalgia del futuro que no fue se encuentra perdida en el pasado o espera alojada en algún rincón del porvenir.
Foto The Midnight: Raúl del Olmo