“El NME nos decía que a dónde íbamos con un disco tan lento como The Man Who (Independiente Records, 1999)que nos íbamos a pegar una castaña de época” confesaba Fran healycantante y guitarrista de Traver en un instante de su concierto en el majestuoso Palacio de Congresos de Granada, dentro de la programación del festival 1001 Músicas – Caixabank. Nada más lejos de la realidad, pues el álbum en cuestión se encaramó a lo más alto de las listas en Reino Unido y despachó cerca de tres millones de copias. Ahí es nada. Además fue elegido como mejor disco en los Brit Awards del año 2000, con Traver siendo nombrados mejor banda. Ese fue el inicio de todo. Tirar de hemeroteca y ver a un jovencísimo Steily dirigirse tímidamente al público de Glastonbury en 1999, abrumado seguramente por la ola de popularidad en la que se vieron inmersos, resulta hoy en día entrañable y reconfortante.
La coherencia ha marcado el devenir de su producción musical, sin venderse a lo comercial, más allá de que su sonido pueda resultar amigable con la radio. Podríamos estar hablando, sin miedo a equivocarnos, del triunfo de la honestidad. El de una trayectoria que cosechó un éxito masivo con el mencionado El hombre que y con el posterior The Invisible Band (Epic Records, 2001)pero que después prosiguió con dignidad, con entregas más inspiradas como The Boy sin nombre (Epic Records, 2007) y otras más discretas como 10 canciones (BMG, 2020)pero sin un gran patinazo que achacarles tras más de un cuarto de siglo de carrera infatigable.
En directo, el cuarteto originario de Glasgow se las apaña para armar un repertorio sólido que abarca prácticamente todas sus etapas, sin que se detecten intervalos de apatía o desconexión. Pura vitamina melódica concretada en canciones en ocasiones escoradas hacia un ramalazo más folk-pastoral (“Flowers In The Window”, “Why does It Always Rain On Me?”, “Closer”, “Driftwood”, beneficiada en su versión en disco por la pátina a lo Radioteco en sus guitarras, otorgada por la producción del afamado Nigel Goldrich), o de impacto directo por la vía del pop de flechazo instantáneo: a veces tirando de melancolía otoñal (inmensa “Writing To Reach You”, “Closer”, “Love Will Come Through”) y otras de inmediatez irrebatible (“Sing”, “Side”, “Re-offender”, “Selfish Jean”). Todas interpretadas con entusiasmo y manteniendo su pegada intacta.
A Steilycon sus 52 años recién cumplidos la noche anterior, en la que tocaron en Alicante, le gusta explicar el origen y las historias detrás de cada canción. Incluso cuando el guitarra de Traver Andy Dunlop se lía al acometer una línea de guitarra parando la canción abruptamente, aquello acaba convirtiéndose en un momento de distendida espontaneidad ante la que poco o nada se puede objetar.
Su trabajo más reciente, el disfrutable Times LA (BMG, 2024)ofrece una versión suya más que reivindicable, distanciándose de una coyuntura en la que su línea compositiva les hace sonar demasiado clásicos e incorporando ciertos recursos más contemporáneos y constatando que aún tienen cosas (interesantes) por decir. Las tomas en vivo de “Bus”, “Raze The Bar” y “Gaslight”, con Steily dándose un baño de masas literal, convencen y entusiasman.
Sin necesidad de pirotecnia, besos o de recurrir al populismo barato (Steily lanzó un dardo envenenado a los de Chris Martin) Traver dejan que hablen las canciones. Y de esas que resisten orgullosas el paso del tiempo conservando su poso cálido y amable, tienen para parar un carro. En tiempos de angustia, polarización extrema y rabia desbordante, su presencia se antoja como un más que necesario bálsamo que invita a la calma y la desconexión, aunque sea momentánea. Y así pudimos disfrutar de casi dos horas de reencuentro con una versión luminosa y vigente de una banda de apariencia modesta, pero de alcance a respetar por sus logros y su incuestionable capacidad para envejecer con clase, eludiendo la sombra de la intrascendencia.
Fotos Travis: 1001 canciones – Caixabank