No todos los discos están hechos para sonar bonito. Algunos están hechos para morder. Para esparcir desorden y caos. Para volarte los sesos con una cuchilla oxidada de distorsión. Luna de suzi llega con el nuevo manifiesto sónico de los locos del punk, no se anda con metáforas: lo suyo es patearte el alma mientras te recuerda que el mundo se cae a pedazos y tú formas parte del puto problema.
Esta banda lanza un misil cargado de post-hardcore de alto voltaje, de autentico punk y el tipo de cochera que huele a cuero, pólvora y desesperación. Su música no solo suena como si estuviera sacada desde las entrañas de una guerra civil, sino que viene con ideología, actitud combativa, defensa de las minorías, desamor crudo. No es solo música, es resistencia armada con guitarras.
Su vocalista, no canta: desgarra la garganta, araña, expulsa versos cargados de rabia como si llevara cien años gritando sin descanso. Y tal vez sí: porque lo que denuncia, la injusticia, las relaciones de podredumbre, sigue siendo la misma basura de siempre. Pero lo hace con un filo vocal que podría abrir el alma del punk más retorcido con solo una frase. Y eso es arte puro.
¿Te creías que esto era solo ruido? Escucha “Fallen In Luv”, donde una melodía heavy ochentera se cuela como una navaja entre la atonalidad ruda más corrosiva y Nirvanesca. “The Runaround”, que pasa de una velocidad de escape nuclear a una calma engañosa, casi incendiaria, como si el apocalipsis tomara un respiro antes de volver a morderte la garganta. Cada capa de sonido parece sacada de un sótano mal iluminado donde el eco de gritos antiguos aún rebota en las paredes. Esas transiciones de alto voltaje a pasajes melancólicos y tensos no son trucos: son el testamento de una banda que sabe componer con las vísceras. Este disco no va a detener guerras.
No va a salvar la Tierra. No va a cambiar la política. Pero maldición, si vas a gritar al vacío, mejor hacerlo con una banda que suena como si Satán se hubiera vuelto vegano y punk a la vez. Este álbum es una trinchera sonora para quienes ya se hartaron de las guitarras acústicas de protesta y los hippies llorando por la paz mientras comen aguacate en sus cafés orgánicos.
Escucha Suzi Moon – Corazones turbulentos: todo fuera