¿Y lo bonito que es no saber uno exactamente lo que le espera? Últimamente vivimos constantemente sabiendo lo que nos va a pasar a continuación. Cuando asistimos a un espectáculo, sabemos de antemano y con bastante exactitud lo que va a ocurrir. Normalmente hay mil vídeos, páginas web, posts de gente en redes sociales o similares que explican eventos precedentes y nos dan una idea de qué esperar de lo que hemos pagado. Obviamente, como últimamente las entradas no están precisamente a precios populares, la gente se pondría nerviosa de no ser así, pero repito: ¿Y lo bonita que es la incertidumbre cuando se habla de arte?
Obviamente, aquí la incertidumbre era relativa. Jugábamos sobre seguro: ver en el mismo cartel a dos nombres como el de M. Wardcontrastadísimo genio a la guitarra, composición, interpretación y producción, y el de su maestro y mentor Howe gelb (Gigante Sand, la banda de Blacky Ranchette y un largo etcétera ¿Realmente necesita presentación?) me parece reclamo suficiente como para poder pensar que el dinero va a estar bien gastado en esta ocasión.
No obstante, si no hay mucha más información, y en este caso no la había, uno no sabe muy bien qué esperar ¿Cómo funciona esto? ¿Uno telonea al otro, el otro forma parte de la banda del uno, todos están juntos y revueltos? Cuestiones que sin duda nos surgían a todos aunque partíamos de la base, está claro, de que la unión de ambos talentos sin duda daría forma a algo asombroso. Y así fue, en efecto.
Lo malo es que pese al reclamo, al parecer la ciudad del Túria estaba a otras cosas, pues no se registró, ni mucho menos, el agotado que merecía la ocasión. Había una entrada decente, eso sí, pero para nada uno tenía que apretujarse en una sala pequeña (pero matona) como es 16 toneladas. Y eso que lo de apretujarse allí viene siendo habitual últimamente. Puede ser debido a que tanto Sin duda como Mate son ya artistas pertenecientes a otras épocas, épocas que ya no están demasiado en la onda. Dependen de una afición fiel. Y la fidelidad, ay, es más bien escasa en estos días de público ávido de sensaciones nuevas y estar “en el lugar que hay que estar en el momento adecuado”.
Estábamos los suficientes, por tanto, esperando a ver qué pasaba. Y lo que pasaba en los momentos previos a la hora señalada de comienzo del espectáculo tenía que ver con contemplar a alguno de los músicos destinados a conquistar nuestros corazones esa noche. Primero, ordenaba sus pedales un tipo sin afeitar y con atuendo que parecía salido de una novela de Steinbeckque responde al nombre de Mark McKowski. A M. Warden su condición de estrella de la noche, la etiqueta impedía esperarle por allí. Pero sí pudimos detectar ahí arriba una presencia gigantesca, con un aura infinita, alguien que irradiaba carisma. Howe gelb.
Sin duda es como un personaje de cómic. Alguien debería dibujarlo. Así, con su vestimenta drilsu gorra, su cara de bohemio pendenciero. Pero se perderían sus andares lentos, majestuosos, su grácil gesto que te mantiene atento a todo lo que tenga que decir o hacer. Tiene una presencia absolutamente espectacular. Quedaba bien claro, pese a la distancia de fama de unos y otros, quién iba a ser el centro de atención aquí.
Makowski, Gelb Y Pabellónademás, han formado una banda nueva que responde al nombre de Gheckøs y que ya tienen, escuchable por ahí, una más que bonita canción que se titula “Dance of the Ghecko” y que sonaría esta noche, tras la presencia en solitario del primero, que mostró un buen hacer a la guitarra y la interpretación vocal (clásico de Jimmy Rodgers mediante), que hacía perfectamente comprensible que titanes como Pabellón Y Gelb se quieran juntar con él.
Se le unió Sin duda y claro, la cosa empezó a resplandecer de lo lindo. Sonaron algunas de las canciones que van a formar parte del futuro álbum de Gheckøsentre ellas la anteriormente citada, ya con la presencia de Pabellónque claro, como era el esperado por la audiencia, se llevó la ovación que ya merecían sus compañeros, pero no recibieron. Esta forma de funcionar, con entradas y salidas de gente y cambios de protagonismo sería una característica general de un concierto totalmente atípico, algo así como una Rolling Thunder Revue de Bob Dylanque más tarde recabó, además del trío, la presencia de dos personas más, una corista y un percusionista, que entrarían y saldrían según necesidades del set.
Un set que fue fluctuando, con excelencia, en cuanto a presencia instrumental y protagonismos: tras el repertorio de Gheckøs (con varias canciones en castellano), Sin duda se marca un pantanoso “Black diamond” y, por fin, Mate se queda solo para rociar al anhelante público con un pequeño repaso a inevitables hits propios como la inevitable “Chinese translation”, “For beginners” o la nueva (y con muy divertida letra) “Sympathy for the Stones” y alguna rendición a composiciones ajenas como el “Rave on” de Sonny West que popularizara Holly de amigo.
Se fue uniendo la gente. Con McKowski, Ward se marcó un “Apple sucking tree” originario de las Cintas de sótano de Dylan Y La banda. Salió Gelb e hicieron entre todos una magistral versión de una canción oscura de la última etapa de Leonard Cohen“Mil besos profundos”, Otra de Lee Hazzlewood“Hey cowboy”, que compusiera para Nancy Sinatra y en la que cedieron el protagonismo vocal a la corista (me da mucha rabia, pero no he podido conseguir ni su nombre, ni el del percusionista, ruego mil perdones), así como otra lectura colectiva del “Are you ready for the country” de Neil Young, que cerró un concierto que yo definiría como único y realmente extraordinario, una verdadera delicatessen a la que me siento privilegiado de haber asistido. Como guinda, destacaría una vez más al inmenso, magistral, Howe gelb. Que demostró además de todo eso ser un caballero cuando dijo al terminar “Great sound”, en premio a una de las salas que mejor suenan del país, aunque se diga poco. Concierto para la cajita de recuerdos agradables a los que recurrir en momentos flacos, vamos.
Fotos M. Ward + Howe Gelb: Juanjo Frontera