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Después de la salida de Roger Waters en 1985, Waters demandó a David Gilmour y Nick Mason por seguir usando el nombre de Pink Floyd. Gracias a la demanda de Waters, amistades rotas, comparecencias judiciales y una disputa ampliamente documentada que duraría décadas es lo que implicó el evento.
La disputa en los tribunales, entre Waters y Floyd es posiblemente la más famosa de todos los tiempos debido a su naturaleza tempestuosa y a su documentación pública. Parece que todo lo que dice Waters se difunde ampliamente y, como resultado, los fans siguen viendo cómo la relación de Pink Floyd se desmorona ante sus propios ojos. Siendo así, uno de los momentos más importantes que dio inicio a esta larga batalla ocurrió el 30 de octubre de 1986.
La batalla legal duró dos años entre los ex compañeros de banda. Dado que en este día de 1986, Roger Waters presentó oficialmente una demanda contra Gilmour y Mason en el Tribunal Superior de Londres.
Waters demandó a los dos porque todavía se estaban beneficiando con el nombre de Pink Floyd. Siendo así, Rogers aparentemente creía que si él no era parte de la banda, ellos no eran Pink Floyd. Por lo tanto, no deberían estar ganando dinero con el nombre al seguir grabando y haciendo giras.
Roger Waters dio fe de la demanda diciendo que Pink Floyd era «una fuerza creativa agotada». Obviamente, Waters perdió la demanda gracias a que Pink Floyd sigue siendo Pink Floyd hasta el día de hoy.
Según Waters, perdió porque los tribunales no estaban interesados en hacer justicia a la cuestión moral e idealista que quería resolver.
«Mi abogado me dijo que el tipo de justicia que buscaba, solo podía obtenerla del público» y la ley no está interesada en la cuestión moral sino en el nombre como una propiedad».
Años después de que se cerrara el caso, Roger Waters habló con la BBC Waters le dijo con vulnerabilidad:
“¡Me equivoqué! Por supuesto que me equivoqué. ¿A quién le importa?”. A pesar de asumir la responsabilidad personal, Waters todavía cree que dejar Pink Floyd fue “lo correcto”, ya que le permitió “expresar sus ideas sin restricciones”.
No hace tiempo, Waters criticó la música de Gilmour y a su esposa, Polly Samson. Samson respondió llamando a Waters:
“Antisemita hasta la médula” y “mentiroso, ladrón, hipócrita, evasor de impuestos, cantante de doblaje, misógino, enfermo de envidia y megalómano”.
Como se puede comprobar , esta disputa aparentemente está lejos de terminar y sigue perpetuándose.