Hace unos meses se anunciaba el nuevo disco de Sarah Mary Chadwick, Messages to God, como un nuevo paso en su carrera después de la depresiva trilogía que culminó con el brillante pero desgarrador Me & Ennui Are Friends, Baby (Ba Da Bing!, 2021). Un álbum, se comentaba, menos dramático que los anteriores, algo más optimista. Bueno, pues parece que todavía quedaban algunos demonios por exorcizar. Si al mirar al frente parece verse una ligera luz al final del túnel, por detrás la neozelandesa afincada en Australia sigue viéndose perseguida por más de un fantasma.
Es cierto que hay intentos esforzados por imbuir de algo de humor canciones como “Drikin’ on a Tuesday”, pero es un humor agrio, poco sincero, que inmediatamente muta de nuevo a esa crudeza envolvente que impregna sus canciones. También es verdad que, en esta ocasión, su descarnada narrativa está más acompañada de melodías que en sus últimos trabajos. El piano sobre el que levitan la gran mayoría de los temas suena más musical, hay arreglos imponentes en algunos momentos, pero sobre todo ello destaca esa particular voz de Sarah Mary Chadwick, una voz siempre al borde del grito angustioso. Habrá quien se ponga de los nervios ante esta interpelante combinación de Bjork, Marianne Faithfull, Nico y Daniel Johnston, pero a poco que te introduzcas en ese universo de autoflagelación y redención, es imposible entender estas canciones cantadas de otra forma.
Hay, de todos modos, cierta belleza bajo la tenebrosa superficie. A cuentagotas, pero la hay. Se podría exaltar la amistad de una forma menos turbadora que en “Don’t tell me I’m a good friend”, cierto. Esa luz al final del túnel de la que hablaba al principio parece por momentos ser el tren que viene de frente y amenaza con arrollar a la protagonista y a nosotros con ella, pero no deja de ser luz. “My whole life past, and it’s such a blur. Only bad memories last, the nice one’s fade so fast”, canta en “Only bad memories last”, y casi podemos sentir físicamente el esfuerzo de Sarah por recuperar esos buenos recuerdos. Al final dice que “Well, I’m just joking”, aunque no sabemos si es la Sarah con tendencias suicidas o la que mira a su etapa en Nueva Zelanda con cierta nostalgia (“I felt things in New Zealand”) la que está hablando. Ese afán por abrazar la promesa de un futuro parece vertebrar todo el álbum, siendo el resultado final de unas aparentes tablas.
Así pues, uno duda, ante un disco como este, entre dejarse atrapar por la tenue luz que se filtra por la ventana o lanzarse por ella hacia el abismo. No recomendable para gente impresionable que entienda el inglés y que eche una lágrima cuando escucha un acorde menor al piano. O sí, por qué no.
Escucha Sarah Mary Chadwick – Messages to God