Qué extraña es la sensación de escuchar y cantar unas canciones que derrochan vida y alegría, impregnarte de esa energía poderosa, y a la vez, tener la amarga certeza de que La Costa Brava nunca volverá. Un golpe de realidad, de esos que a veces trae nuestra propia existencia que ha servido de lema para una serie de fechas con las que Francisco Nixon, Ricardo Vicente, Enrique Moreno y compañía, reactivan el grupo que compartían con el recordado Sergio Algora (El Niño Gusano, Muy Poca Gente), quien fallecía en 2008 dejando un vacío irremplazable.
Lo que en principio iba a ser una fecha por compromiso en La Capsa de El Prat de Llobregat -después de que en 2014 se reunieran para un único concierto a propósito del 10º aniversario del Bar Bacharach-, ha mutado en diez únicas ocasiones para volver a disfrutarles en directo por ¿última? vez. Como nos contaba Fran en una reciente entrevista, «hacer estos conciertos era una forma de despedirnos de la gente de una manera que no pudimos hacer en su momento». Una ocasión imperdible no solo para reencontrarnos esa gran discografía, sino para reivindicar a Sergio
Conociendo las circunstancias de sus protagonistas, y sabiendo que no ha sido fácil enfrentarse a un repertorio que fue creado por pura amistad y diversión, hay que agradecer su esfuerzo para poner en marcha esta pequeña gira de despedida que tan felices nos ha hecho. Bastaron pocos segundos de ese inicio a capela de «Dos ostras» para sentir la magia en la sala, con todo el público desgañitándose para recordar eso de que «¡Qué más puede darte el mundo si cada segundo es una primera vez!». Empezaba así hora y cuarto de celebración, donde rememoraron algunos de esos antihimnos atemporales llenos de ingenio y perfectas melodías, con Fran y Richi alternándose en las voces.
Pasaron por todos sus discos, con especiales paradas en sus dos cimas, Llamadas perdidas (Mushroom Pillow, 2004) y Velocidad de crucero (Mushroom Pillow, 2007), y reafirmaron la vigencia de hits como «Déjese querer por una loca», «Hazte camarera» o «Adoro a las pijas de mi ciudad». Volvieron a llevarnos a «El cumpleaños de Ronaldo», alternando la nostalgia de «Falsos mitos sobre la piel y el cabello» o «Casado con otra», versionaron a Mamá en «Nada más» y nos hicieron saltar con «Olímpicos». A pesar de que el teclado no tuvo su noche, Richi nos deleitó con su mejor composición para la banda, esa «Amor bajo cero» que nos cuenta las desventuras del hombre de hielo. Aunque para desventuras, las de esa joya del powerpop llamada «Mi última mujer» con la que terminó una primera parte entre el éxtasis y los ojos vidriosos.
El fin de fiesta llegó con «Treinta y tres» y un escenario lleno de amigos arropando al emocionado grupo, que remató con su particular versión de «La vida sigue igual» de Julio Iglesias, dejando claro eso de que «Al final las obras quedan las gentes se van. Otros que vienen las continuaran. La vida sigue igual».
Champán para todos, un brindis para La Costa Brava, que volvió a sacudir nuestros corazones, y otro para el que sin estar, sentimos tan presente como el que más.
Fotos La Costa Brava: Manuel Pinazo