Repetían cita en Madrid los rusos Messer Chups, esa extraña anomalía que reclama el surf y la musicalidad de la serie B entre una escena de origen dominada por menos flores y menos verdes y magentas y más por el hormigón brutalista del post-punk y lo experimental. Pero no hay que llevarse a engaño, porque Guitaracula, Zombierella y Dr. Boris hace ya mucho que pusieron tierra de por medio con su propuesta, esa que evolucionó desde la experimentación y el uso del termenvox hasta los cánones de la música más florida.
En todo ese viaje, Messer Chups han congregado una buena legión de seguidores en nuestro país, y esta segunda cita en el Fun House madrileño certificó la buena acogida que, desde que son más o menos regulares en sus visitas, tienen siempre en la escena española. Con ese doble lleno (también lo hubo en la velada anterior), los rusos desplegaron una buena ración de temas preminentemente instrumentales, núcleo duro de su propuesta, aunque por momentos se acercasen a los micrófonos.
Bastante estáticos y atrincherados en sus puestos, y luchando contra una atmósfera de condensación que hizo al grupo solicitar la asistencia del bendito aire acondicionado, el trío recorrió un repertorio que vienen machacando desde hace tiempo, algo que, sumado al virtuosismo en la ejecución instrumental, permite que se falle poco y que se pueda exhibir toda su calidad.
Aparecerían los temas clásicos de la banda, y entre todo el despliegue instrumental abierto por llamada de “Midnight Call”, quizá el más celebrado fuera “Magneto”, epítome de ese cruce entre el surf más clásico y su vertiente horror. Por supuesto, también fueron muy bien acogidas las versiones, parte esencial de su repertorio, sobre todo “The World We Knew”, “Popcorn” o “Das Model”, tres de las tantas que se escucharon y en las que Henry Mancini tuvo un protagonismo especial, desde la entrañable “Pink Pantheratu” a “Charade”, pasando por “Experiment of Terror”.
Existieron rupturas de esa instrumentalidad casi ortodoxa, aunque fueron contadas, como esa tan personal “They Call Me Zombie” o la teatralidad de un Guitaracula entregado a la nocturnidad monstruosa de “Insomnia of the Mummies”, gestualidad casi anecdótica en una noche en la que Messer Chups estuvieron probablemente algo menos motivados en cuanto a despliegue en el escenario, pero con una técnica intachable que hizo bueno su concierto.
Fotos Messer Chups: Álvaro de Benito