Alberto & García regresan con barroun álbum que reafirma su vocación de exploradores sonoros y su manera única de entender la música como un viaje de ida y vuelta.
Desde Libardón hasta México, el grupo traza un mapa emocional donde el pop-rock convive con el folclore latinoamericano, la cumbia, el bolero y esas melodías heredadas de generaciones que emigraron y volvieron cargadas de historias y canciones.
Barro es un disco que crece desde la raíz, que abraza lo propio y lo ajeno sin jerarquías, y que celebra la mezcla como motor creativo.
Con un público cada vez más fiel y colaboraciones de lujo como Quique González oh Guadala banda vive un momento especialmente fértil. Hablamos con ellos sobre la acogida del disco, la memoria del pueblo y esa curiosidad inagotable que sostiene su camino.
“Seguimos con la misma filosofía: con esa idea del eterno aprendiz”
Es un placer hablar con vosotros. Lo primero, enhorabuena por vuestro nuevo trabajo. ¿Cómo estáis viendo la recepción del álbum en estas primeras semanas?
manuel: Lo que nos llega está siendo bastante positivo, a la gente le está gustando. Aun así, siempre que sacas un disco hay nervios, esa incertidumbre de no saber cómo va a reaccionar el público. Las devoluciones van llegando poco a poco. Al final lo comprobaremos realmente cuando lleguen los directos, que es donde se mide el pulso verdadero de las canciones, cómo las recibe el público. Lo bueno es que, de momento, nadie nos ha dicho que sea una mierda.
Alberto: Sí, y además, si tenemos haters, suelen ser bastante educados.
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Unos primeros conciertos que tienen muy buena pinta: vuestra presentación en O Grove junto a León Benavente y una cálida bienvenida en Gijón.
Alberto: Ahora vivimos todos en Oviedo, pero aunque seamos de allí, sentimos Gijón como nuestra casa. La elegimos porque, a pesar de haber tocado muchas veces en la ciudad, nunca habíamos hecho en ella el primer concierto de presentación. Además, será en la Sala Albénizque es uno de los templos de la música. De momento estamos más pendientes de la resaca emocional que nos va a dejar el concierto de O Grove. Será un bautismo de fuego, y además es una tierra que sentimos muy cercana.
Tocar junto a León Benavente es estupendo. Ten en cuenta que Luis, su guitarrista, lo conocemos de toda la vida, de Asturias. Nos alegra muchísimo verles tan bien. Siempre habíamos coincidido como público o en algún evento, pero nunca habíamos compartido una noche así, solo ellos y nosotros. Va a ser muy especial.
Empezando por el disco, hay una canción que me ha llamado especialmente la atención: ‘Gengis Khan’, una maravilla marcada por ese ritmo tan hipnótico y repetitivo.
Alberto: Muchas gracias por tus palabras. Curiosamente, “Gengis Khan” es una canción que llegamos a dudar si incluir en el disco, porque es una rareza. Es un tema muy orgánico, muy de instrumentación, con referencias de las que hablábamos antes: Hermanos Gutiérrez, Gustavo Santaolalla… incluso teníamos en mente a Antón García Abrilel de la sintonía de El hombre y la Tierra de Félix Rodríguez de la Fuente. Tiene un punto algo ácido; no hay nada loopeado y mantiene ese espíritu del trance que puede tener la música electrónica, ese avanzar en bloque durante toda la canción sin llegar a romper, pero tampoco sin bajar la intensidad. Intuyo que la vamos a disfrutar muchísimo en directo. Cada vez que la ensayamos nos deja una sensación especial.
manuel: Es una canción que no tiene una estructura clara de estrofa, puente o estribillo. Se mantiene siempre en un mismo estado, como si estuviera a punto de romper, pero nunca lo hace del todo. Ese punto de trance te permite ir incorporando instrumentos que entran y salen, que hacen cosas distintas, y eso lo convierte en un terreno muy divertido para jugar.
Alberto: Nos ha sorprendido mucho que el disco no lleva ni una semana fuera y ya hay bastante gente que destaca esa canción, que ni siquiera fue single. Es de las cosas más bonitas que te pueden pasar: sacar un disco y que alguien te diga ‘joder, esta me encanta’, cuando no era de las que esperabas que mencionaran.
Lo cierto es que son muchas las canciones que están funcionando muy bien, pero el primer adelanto titulado “Procesión”, se ha convertido en uno de mis temas favoritos de este trabajo. Y en parte, tiene mucho que ver por el videoclip que acompaña a la canción, grabado en el pueblo que os ha visto crecer y rodeado de todos los vecinos.
Alberto: Llevamos muy a gala nuestro pueblo, Libardón, que está en la zona de Colunga, hacia el oriente asturiano. Ese vídeo es muy especial porque aparece mucha gente, casi todo el pueblo. Recreamos una fiesta muy importante allí, una especie de procesión pagana con sidra que se celebra cada año: la Bajada de Carros del País. Fue muy bonito hacerlo con la gente de allí.
manuel: Sí, fue genial porque normalmente esa fiesta se celebra en agosto, y nosotros grabamos el vídeo en febrero, que es casi lo más alejado en espíritu veraniego. Pero vino todo el pueblo, pudimos montar una especie de simulacro de fiesta, y de hecho ahora la gente ya lo comenta: que este febrero, aunque no haya videoclip, igual hay que repetirlo. Una especie de “Juegos Olímpicos de Invierno” versión Libardón, y por supuesto con Sidra.
Ese es de los mayores feedback que un grupo puede tener…
Alberto: Nos quieren mucho, y nosotros a ellos también. Procuramos, como ahora mismo, tener siempre presente a nuestro pueblo, porque lo llevamos dentro. Si no estamos dando conciertos, estamos allí, así que, al final, también es nuestra casa.
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Y por curiosidad, vosotros sois un grupo de pop-rock con muchas influencias latinas, sobre todo del folclore latinoamericano. En Asturias, por ejemplo, en vuestra zona, ¿hay también canciones o tradiciones folclóricas propias que os hayan influido de alguna manera?
manuel: Justo nuestro pueblo, y toda esa zona, está hermanado con Chile, porque hubo mucha gente que emigró allí, y también a otros lugares del mundo: México, Argentina… Muchos se fueron, y otros regresaron. Y esa gente que volvió trajo consigo parte de todo aquello: no solo objetos o costumbres, sino también influencias culturales. Todo eso se nota en la música, está muy presente. Lo puedes ver en las fiestas del norte de España, en Galicia, en Asturias, y en más sitios, claro. Se escucha mucha música latina. Y es curioso, porque puede parecer contradictorio hablar de cumbia o merengue en el norte de España, donde uno esperaría otro tipo de música.
Alberto: En Libardón, que es nuestro pueblo, hay una figura que seguro conoces: el gaitero de Libardón. Aunque sea por la sidra El Gaitero, que es muy conocida, el personaje que le da nombre fue real —aunque la marca no tenga relación directa con él—. Fue un gaitero de nuestro pueblo y, de hecho, el primer artista español en grabar un disco internacionalmente. Creo recordar que fue con Philips, en Estados Unidos, allá por los años veinte.
Todo ese folclore más asturiano quizá no esté tan presente en nuestra música de una forma explícita, pero sí de fondo. Porque al final, el folclore y las fiestas donde se celebran son rituales que reúnen muchas cosas: música, comunidad, memoria… Todo eso lo tenemos muy interiorizado, y de una manera u otra acaba saliendo en las canciones y también en los conciertos.
Un viaje que recuperáis en vuestra música: música de ida y vuelta.
Alberto: Sí, claro. Fíjate, en ese vídeo que comentas, la canción estaba inspirada en México, porque con el disco anterior estuvimos tocando allí varias veces. En ese momento estaba pegando muy fuerte el corrido tumbado, con Peso Pluma y todo ese movimiento que surgió alrededor.
Empezamos a hacer, digamos, un pseudo corrido tumbado. Y el vídeo está rodado en Asturias, en una fiesta de pueblo, y parece que encaja perfectamente. Pero en parte también es porque ese folclore, esas canciones populares mexicanas —aunque ahora las interprete alguien como Peso Pluma— tienen una herencia previa de aquí, de los emigrantes que se fueron desde nuestro pueblo hacia allá.
Hay una mezcla muy bonita, y al final lo que pone sobre la mesa es que hay muchas más cosas que nos unen de las que nos separan. En ese juego, en ese puente entre culturas, hay algo muy interesante, y precisamente ahí es donde nosotros apostamos.
Algo que, por ejemplo, también encontramos en la canción que cierra el disco, “C’est fini”, con esos ritmos de bolero.
Alberto: Es que nosotros somos hijos de eso en todos los sentidos: a nivel histórico y también en nuestras propias casas, donde siempre se ha escuchado mucha de esa música. Al final la hemos mamado desde pequeños, y lo seguimos haciendo. Cuando nos juntamos en el pueblo y hacemos sobremesas, las canciones que tocamos son esas. Todo eso está muy en nuestro ADN, y es lo que acaba saliendo, de una forma u otra, cuando hacemos nuestra propia música.
¿Cómo surgió la banda y cómo fue creciendo vuestro sonido hasta convertirse en lo que es hoy?
Alberto: La banda la empezamos Dámaso, que es nuestro primo y batería, y yo, De ahí viene el nombre. Pero como grupo tal y como lo conocemos hoy, comenzamos más o menos en 2011 o 2012. Lo cierto es que el proyecto ya tenía un pequeño camino hecho: había canciones compuestas y una idea bastante clara de lo que queríamos hacer, así que el nombre se quedó. Aquella primera etapa era más bien un dueto en el que íbamos tirando de amigos según el concierto, pero ya llevamos casi catorce años como banda.
Al final es prácticamente toda una vida en la música. Llevamos más años haciendo esto que sin hacerlo, lo cual no quiere decir mucho, pero al menos en el ábaco ya pesa más este lado de la balanza. Y seguimos con la misma filosofía: con esa idea del eterno aprendiz, con ganas de mejorar, de ilusionarnos con lo que hacemos y de ponerle toda la pasión posible. Porque si no, tampoco tendría sentido. Creemos en otra manera de hacer las cosas, y en eso seguimos.