
Por MARÍA BELÉN MENDÉ, vicepresidenta Universidad Siglo 21
Cada generación tiene el desafío de imaginar el país que quiere ser. Y, en esa proyección, la educación siempre ha sido la fuerza más transformadora. En estos 80 años que celebra Clarín, queda claro que los países que se atrevieron a invertir en conocimiento, innovación y liderazgo educativo son los que lograron sostener su desarrollo. La educación no solo forma profesionales: forja la mentalidad innovadora que define el rumbo de una nación.
Argentina tiene un patrimonio educativo valioso y una tradición universitaria que nos enorgullece. Sin embargo, la pregunta que hoy nos interpela es cómo transformamos esa potencia cultural y científica en desarrollo sostenible, inclusión social y crecimiento económico real. La educación ya no puede limitarse a transmitir conocimiento: debe anticipar los cambios, formar líderes capaces de crear valor en escenarios inéditos y conectar la investigación con las grandes decisiones del país.
Estamos viviendo la mayor revolución del conocimiento de la historia. Inteligencia artificial, neurociencia, biotecnología, sostenibilidad y transformación digital están redefiniendo nuestras profesiones, las formas de aprender y los vínculos humanos. Frente a este contexto, las universidades deben ser más que instituciones: deben convertirse en plataformas de innovación y liderazgo colectivo. Su misión no es solo educar, sino crear ecosistemas donde ciencia, tecnología y propósito se integren para potenciar el desarrollo.
En Universidad Siglo 21 comprendimos tempranamente que el futuro de la educación no era una tendencia: era una responsabilidad. Cuando la virtualidad aún era una utopía, apostamos por modelos mediados por tecnología y hoy lideramos cinco modalidades que combinan presencialidad, inteligencia digital y aprendizaje distribuido. No se trata de elegir entre lo presencial o lo virtual, sino de diseñar experiencias de aprendizaje flexibles, accesibles y personalizadas, centradas en las personas.
La tecnología, bien entendida, no deshumaniza: amplifica. Democratiza el acceso, rompe barreras geográficas y permite que una madre trabajadora, un joven del interior o un adulto que decide reinventarse encuentren su lugar en la universidad. Ese principio inspiró nuestro concepto de tecno humanismo: un modelo donde la tecnología potencia las capacidades humanas y la inteligencia colectiva se convierte en el motor del progreso.
Innovar también es transformar la cultura educativa. Durante años creímos que la homogeneización garantizaba calidad. Hoy sabemos que la verdadera excelencia está en la personalización inteligente, en el respeto por la singularidad y en la capacidad de crear experiencias que conecten conocimiento con sentido. En la nueva era educativa, el error deja de ser un fracaso para convertirse en un laboratorio de descubrimiento. Aprender implica experimentar, ajustar, crear y volver a intentar. Ese es el ADN de la innovación.
Las investigaciones más recientes lo confirman: las habilidades más demandadas del futuro no serán técnicas, sino humanas. Creatividad, pensamiento crítico, empatía, adaptabilidad y visión sistémica son los nuevos pilares del liderazgo. Por eso, formar líderes innovadores implica tanto enseñar a usar tecnología como enseñar a darle dirección ética y propósito humano. La educación debe preparar a las personas para imaginar lo que aún no existe.
La investigación, por su parte, es la brújula del desarrollo. Sin ciencia, no hay autonomía ni futuro. Por eso creamos Insight 21, nuestro think tank de conocimiento aplicado, que une la evidencia académica con las decisiones estratégicas del sector público y privado. Investigar para transformar: esa es la premisa. La universidad no puede ser una torre aislada, sino un nodo activo en la red de desarrollo del país.
En 2025, Universidad Siglo 21 cumple 30 años. Tres décadas desafiando paradigmas, democratizando el acceso a la educación superior en más de 320 ciudades del país y formando a más de 100.000 egresados que hoy lideran organizaciones, empresas y comunidades. Pero más que números, este aniversario celebra un modo de entender la educación: como una herramienta de movilidad social, innovación y futuro compartido.
Liderar en educación hoy significa conectar ciencia con propósito, innovación con valores y tecnología con humanidad. Significa formar líderes capaces de construir puentes entre sectores, entre generaciones y entre el presente y el futuro. Argentina necesita una educación que inspire, que convoque, que construya esperanza concreta. Y eso solo se logra con una mirada innovadora y un liderazgo educativo que piense a largo plazo.
Cuando hablamos de educación, hablamos del futuro de un país. Hablar de investigación es hablar de soberanía. Hablar de innovación es hablar de oportunidad. El futuro no se espera: se diseña. Y el liderazgo educativo es, hoy más que nunca, la herramienta más poderosa para construir una Argentina que vuelva a creer en su capacidad de transformar, crear y trascender.