Hace poco más de un año que Enrique Bunbury nos visitaba en unas circunstancias diferentes y con un concepto artístico igualmente distinto. Si aquella fue la gira de resurrección tras sus problemas de saludde reivindicarse acompañado de Los Santos Inocentes demostrando su vigencia; en 2025 nos lo encontramos celebrando su pasado. Dos momentos complementarios que dibujan el retrato más fiel del aragonés: un artista poliédrico que maneja su repertorio como un director maneja un guion, capaz de mirar al pasado sin renunciar al presente, y de celebrar la tradición sin convertirse en su prisionero.
La cita era muy especial. Un regreso junto a El Huracán Ambulante 20 años después de cerrar aquella etapa; esa primera banda de apoyo con quien entregara discos con tanto peso como Pequeño (1999), Flamencos (2002) o el recientemente reeditado El Viaje a Ninguna Parte (2005), palanca que posibilitó el reencuentro con estos músicos como nos contaba en nuestra reciente entrevista. Una vuelta que casualidades de la vida, ha coincidido en espacio y tiempo con la edición de un disco en hechuras similares como Cuentas Pendientes (2025).
Con una imponente escenografía entre el teatro y el cabaret, el grupo (con la suma del fiable guitarrista Jordi Mena (Los Santos Inocentes) en sustitución de Rafa Domínguez), se presentaba como en tiempos de Freak Show, con el aire circense de «Otto e mezzo» de Nino Rota. El gong sonó para que «El club de los imposibles» abriera fuego. A partir de ahí, llegaron dos horas de alto voltaje emocional entre lo épico y lo íntimo. Una retrospectiva que recreando las atmósferas que caracterizaron a aquella formación entre 1997 y 2005, nos hizo regresar a lugares esperados como «El extranjero» o «Infinito», pero también a otros menos habituales como «De mayor», «Sólo si me perdonas», «Sácame de aquí» o «Enganchado a ti».
Hubo notables sorpresas, como «Desmejorado», pieza de aquel proyecto llamado Bushido qué Bunbury formó junto a Carlos Ann, Shuarma Y Muerto; el viaje al germen del Huracán Ambulante con esa «Big Bang» que abría el en su día incomprendido Sonora radical (1997); una sobrecogedora versión de «El Jinete» (José Alfredo Jiménez), en uno de los momentos más intensos de la noche, o el estreno en la presente gira de «El aragonés errante» en la que lo dieron todo.
Brillaron con la entrega de «Rescate», nos sacudieron con la magia de «Lady Blue» y no faltó la habitual «Apuesta por el rock & roll» que siempre nos traerá a la memoria al malogrado Mauricio Aznar. Se asomaron al presente con cuatro canciones de su última entrega, «Te puedes a todo acostumbrar», «Para llegar hasta aquí», «Las chingadas ganas de llorar» y «Serpiente», además de la recuperación de «Alaska» y de una «Parecemos tontos» en unas coordenadas adaptadas al Huracán.
Como no podía ser de otra forma, «…Y al final» cerró el telón a ritmo de vals, apuntalando aún más si cabe el genio de uno de nuestros músicos más universales.
Fotos Bunbury: Alberto Castillo (Movistar Arena)