El cantante de Estado estelar salió al escenario con una camiseta del Suciedad de Alice en cadenas (92). Pocas veces podría resumir la crónica de un concierto con una frase como ésta. Y no consiste sencillamente en la reivindicación que el jovencísimo Sam Slocum luciera en su pecho.Se trata, fundamental y personalmente, del hecho de sentir la placidez de saber que uno se encuentra en el lugar correcto y que la línea de coherencia emocional forjada a lo largo de una vida por fin parece cobrar todo el sentido que muchas veces uno ha perdido en los diversos aspectos de su existencia.
Otros dos factores relacionados directamente con las mejores bandas de hoy día hicieron acto de presencia: Por un lado, el arco impresionante de edades congregado en una abarrotadísima Sala Nazca, que englobaría de los 60 a los 20 años, probablemente quedándome corto por ambos extremos. Y, por otro, la policromía estilística de la que hace gala la banda afincada en N.Y., que les lleva desde sonoridades afines a sus vecinos Los trazos a las guitarras que destilan los Sunny Day Real Estate más inflamados; todo ello aderezado con una destiladísima influencia post-punk y un adecuado y envolvente poso shoegaze en determinadas ocasiones.
La banda se encontraba feliz por capitanear por vez primera un concierto por estas tierras y el público disfrutó atento y respetuoso de un show que se caracterizó por una actitud escénica apasionada y muy madura para la temprana edad de sus componentes. Gritar desde Nueva York, NY (24) fue una de las sorpresas más estimulantes del pasado curso musical y disfrutar en vivo de hits tan directos como “Passing judgement” o “Manhattan youth”, de las sutiles progresiones de “Pumpkln” y de la delicada preciosidad que es “Takedown” fue una delicia para nuestros oídos, si bien el sonido no fue todo lo bueno que hubiéramos deseado ya que la voz y la batería no terminaban de ensamblarse con el enjambre poderoso y emotivo de sus dos guitarras.
Sabedores de que su faceta emo en su, digamos, vertiente más medio oeste es de sobra la más venerada por sus seguidores más fieles, se reservaron para soltar bien avanzado el recorrido de la velada su sacrosanto “Sweet”, una de las canciones más inspiradoras y arrebatadoras de lo que llevamos de década indiscutiblemente. No faltó tampoco la presentación de algún tema nuevo de la esperadísima continuación de su disco debut y la culminación del viaje antes del escueto bis con otra carga de profundidad directa al corazón: “I have the answer”, otra de sus cimas compositivas.
Toda una alegría constatar el tremendo estado de forma que muestra el circuito de salas frente al diplodocus vigoréxico que son la mayoría de macroconciertos antidiluvianos.
Foto Been Stellar: Raúl del Olmo