Las raveonettes vuelven con su primer material original desde que en 2017 entregaran Atomizadodisco en el que recopilaban su aventura de 2016, cuando estuvieron estrenando single cada uno de los doce meses del año. Ha sido el lapso de tiempo más largo sin noticias de ellos, felizmente finiquitado con las celebraciones del 20 aniversario de su EP de debut Lanzarlo (2002) y con ese Cantar… (2024). Álbum de versiones de algunos clásicos que transpiran por sus poros como Las hermanas de París, Duane Eddy, los Everly Brothers, El terciopelo subterráneo O Las shirelles, entre otros.
Para este año prometen dos discos, el primero de ellos esta continuación de Presión (2014), que llega 11 años después ahondando en las mismas temáticas: «la fragilidad de la vida, la muerte, el anhelo y, no menos importante, la vulnerabilidad». Para afrontarlas usan las conocidas armas que les presuponemos, aunque también abren su abanico a nuevas sonoridades que diferencian a su sucesor del original.
Rose de sol Wagner Y Sharin Foo conquistaron nuestro corazón con un fetichismo sonoro que revivía, en clave contemporánea, el rock primigenio de los 50, el pop de una década después, el sonido con la sombra de Phil Spector Y Joe Meeky el fulgor oscuro de la vanguardia y la new wave. Ahí es donde siguen, aunque experimentan incorporando nuevos matices al conjunto y todo tipo de texturas con las que en ocasiones aciertan; en otras menos. Melodías angelicales que se combinan con el ruido más sórdido, y una extraña mezcla de elementos en ocasiones algo incongruente, que marca una obra tan irregular, como seductora de principio a fin.
Desde ese tema de apertura, «Strange», un viejo conocido publicado en 2018 como «Después de todo» bajo el nombre de su compositor Rose de sol Wagner. Voces dobladas, pop añejo, guitarras con reverb y los intensos bucles de una hipnótica caja de ritmos. A la base machacona de «Blackest», donde cabalgan unas guitarras llenas de groove en una interesante pieza llena de claroscuros y recovecos donde entrar y no querer salir. Todo un acierto. Algo similar ocurre en «Dissonant», cuya animada melodía se desborda en las muchas curvas por la que transcurre. Todo hasta llegar a «Killer», la que podría haber sido una de las mejores canciones de Las raveonettes. Un caramelo envenenado construido sobre un manto de guitarras distorsionadas, en el que matan por amor hasta que llega una extraña coda final que se alarga en exceso, desluciendo en parte su belleza.
«Lucifer» nos muestra todos los demonios de una relación de manera amenazante, mientras que la épica resplandeciente de «Speed» y «Sunday School», nos trae de vuelta la versión más pop del dúo. La fiesta final de «Ulrikke» resume el espíritu de este Hanaahi IItodo un festín de claroscuros, entre el surf y una explosión controlada que pasa por todo tipo de caminos, y nos deja ávidos de conocer sus próximos pasos. Bienvenidos.
Escucha The Raveonettes – PE’AHI II