
Hazte Lapón dejaron una impronta marcada por su pop ajeno a coyunturas, entre lo barroco y lo escurridizo, regalando unos cuantos discos que hoy en día configuran un legado que bien podría considerarse de culto en el pop independiente nacional.
Cinco años después de su último concierto, celebrado justo antes de que la pandemia cambiara nuestros designios, Lolo González, conocido como Lolo Lapón, cambia el objetivo y ahora apunta a la efervescencia de la new-wave y el power-pop a base de latigazos vibrantes sobrados en pegada y tino melódico. Es momento para la concreción hecha hit, y con los cinco publicados hasta ahora, ya han conseguido que estemos deseando verlos desplegar sus guitarrazos taquicárdicos en vivo con este travieso juguete recién salido de fábrica llamado Pequeño Mal, para el que cuenta con su partner in crime, Saray Botella, a los coros y a los teclados, y con Antonio y Carlos Fernández (Living Camboya) a la guitarra y el bajo, y Fernando Bertolo (Supercadáver) a la batería.
Charlamos en una terraza malagueña con el protagonista de esta nueva y trepidante aventura sobre música y sobre otras muchas cosas que ahora te contamos.
«Mi idea sería más bien sacar un disco como si fuera el Singles Going Steady de los Buzzcocks, sacar muchos singles y luego sacar un disco que sea la colección de singles»
Empecemos por el final, ¿cómo viviste el cierre de la etapa de Hazte Lapón y qué os llevó a esa pausa en cuanto a la composición y grabación de nueva música?
La cuestión básicamente, es que aunque es verdad que el final de Hazte Lapón coincide con el inicio de la pandemia, ya había un anuncio de disolución de la banda, y para mí respondía al final de una historia que había comenzado en Madrid con unos músicos, que había sido interrumpida por nuestra propia vida personal ya que nos tuvimos que mudar. Mantuvimos la banda entre Madrid y Barcelona con las dificultades que ello conllevaba. Luego tuvimos un hijo Saray y yo, y a posteriori el bajista, que era el otro miembro que más tiempo llevaba en la banda. Al final teníamos un proyecto cuya base se había desmembrado y éramos padres de un hijo muy pequeño, que los dos estábamos en el grupo y que con mucha dificultad sobre todo para ensayar y tocar, y la sensación era que aquello había tocado a su fin. Hablé con Saray, le dije que tenía muchas canciones que quería grabar para hacer un último disco, y quedarnos con los temas que habían pasado el filtro de ambos. Este fue un disco distinto en el sentido de que un disco de estudio, en el que muchos de los músicos que estuvieron con nosotros, colaboraron, pero que se grabó en estudio con los productores, y yo lo que traigo es el germen de las canciones pero que se trabaja en estudio, como una especie de Pet Sounds de Beach Boys. Se pensó como experiencia de estudio y se llevó al directo adaptándolo y con músicos que no habían colaborado en la grabación. Para mí tenía sentido que se cerrara así la historia, y que el grupo, que tenía una esencia ecléctica, tocando diferentes estilos en las canciones, y narrando en sus letras nuestra vida de pareja de una manera cómica o tragicómica, había tocado a su fin. Después de hacer nuestro último concierto en enero de 2020, sucede la pandemia y aunque muchos de mis amigos músicos lo pasaron muy mal, yo estaba muy tranquilo porque el proyecto de Hazte Lapón estaba terminado. Después estuve mucho tiempo prácticamente sin tocar la guitarra porque probaba cosas y no me gustaban. Me puse a escribir artículos sobre todo.
” data-cs-src=”https://www.youtube.com/embed/bsGzjvWAKyg?feature=oembed” frameborder=”0″ allow=”accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture; web-share” referrerpolicy=”strict-origin-when-cross-origin” allowfullscreen>
Viéndolo con la perspectiva que ofrece el tiempo, ¿crees que cumpliste expectativas contigo mismo?
Artísticamente, sí. Considero que hice una obra coherente, con aciertos y errores. Hay cosas que escucho cómodamente, por ejemplo, el primer disco, ‘Bromas Privadas En Lugares Públicos’, de 2013, ha sido reeditado con motivo del décimo aniversario, y creo que se ha hecho justicia con ello a esas canciones. Creo que hay 40-50 canciones que me satisfacen. A nivel de éxito, el otro día comentábamos con Marcelo Criminal, con el que coincidimos en Murcia, que cuando él empezó a escuchar música con dieciséis años, Hazte Lapón era un grupo famosísimo en el mundo underground, pero si uno ve el éxito que han alcanzado bandas anteriores o posteriores a mi generación, el estatuto que tuvieron bandas anteriores como Los Punsetes, Joe Crepúsculo, Triángulo de Amor Bizarro o La Bien Querida, y el que tuvieron bandas posteriores como Camellos, Aiko El Grupo, Carolina Durante, Cariño, El Buen Hijo… diríamos que Hazte Lapón pertenecemos a una generación bisagra sin suerte. A nivel crítico, no nos podemos quejar y hemos tenido cierta repercusión como para poder tocar en algunas salas y festivales, con cientos de personas que nos acogieron con entusiasmo, pero no se pasó de ahí. Eso me va a dejar siempre un poco insatisfecho, no ya por no poder dedicarme solo a la música, algo que nunca estuvo en mi ideario, pero sí el éxito de haber sido un grupo del que mucha gente se acordara, esto es, ser conocidos en muchos sitios pero en un círculo pequeño. Ni las circunstancias personales ni generacionales dieron para más.
Y en este espacio de cinco años, ¿cómo surge Pequeño Mal? ¿Es lo primero que sale de vuestra cabeza en este periodo o ha habido otras cosas que habéis descartado antes?
Empieza porque yo empiezo a tocar la guitarra durante la pandemia y me salieron dos o tres canciones que me parecía que estaban bien. No eran más que esas. El resto no me convencía, se fueron quedando atrás.
Una de ellas, por ejemplo, es “Epilepsia De Amor”, que surge en la pandemia cuando nos tuvimos que quedar en casa. Yo soy sanitario, cogí el COVID antes de vacunarme, hice no sé cuántos confinamientos, iba a pasar mucho tiempo en casa. Y una de las cosas, aparte de escribir, que hice, de vez en cuando fue coger la guitarra, Pero a partir de ahí me di cuenta de que me apetecía hacer canciones menos retorcidas, menos raras, más inmediatas y con letras que no fueran tan narrativas ni tan autobiográficas. Después de eso empecé a coger la guitarra y salieron más. Y una de las cosas que me influye, que sé que suena un poco ridículo, un poco como de cuarentón, pero me di cuenta de que algunas canciones nuevas a mi hijo le gustaban porque las entendía mejor que las canciones de que resultaban un poco herméticas, y eso me animó a decir, bueno, a lo mejor es que realmente me apetece hacer cosas un poco donde las letras no digan cosas tan complicadas, sin querer reducir a la tontería, pero sí que cabía la posibilidad de hacer letras, digamos, dotadas de cierta ligereza. Y entonces me pongo en contacto con los músicos que nos habían acompañado en la última gira de Hazte Lapón que fue en 2019-2020, que son amigos míos desde el instituto y que fueron con los que yo monté la primera banda de mi vida cuando tenía 17 años. Sobre todo mi amigo Antonio, su hermano y yo. Y a partir de ahí empezamos a ensayar nosotros tres. Luego buscamos un batería, que era Fernando de Supercadáver, que era un grupo que también nos gustaba mucho y que también pertenece a esa generación de grupos sin suerte, porque sacaron un disco en 2016, producido por Carlos Hernández y con colaboración de Triángulo de Amor Bizarro, pero pertenece a esos años donde los grupos no acaban de salir del underground. Y cuando ya tuvimos bajo, batería y guitarra empezamos a funcionar. Y ahí Saray, que estaba ya tocando con Monteventura, que es otro grupo de Málaga, empezó a pensar que a lo mejor sí le apetecía sumarse al proyecto y vivir esta aventura con nosotros.
Al llegar ella había cosas que ganaron mucho porque aparece el juego de voces que a mí también me interesaba para esta banda. Aunque no es exactamente lo mismo que hacíamos con Hazte Lapón, donde yo cantaba con voz barítona y Saray en la octava y lo que hace aquí se parece más a Kim Deal cantando con los Pixies, de manera que también nos hemos tenido que acoplar de nuevo. Pero bueno, sí que eso es lo que la gente ya asocia directamente con Hazte Lapón, aunque yo creo que la dinámica es bastante distinta a en este caso. O si acaso se parece a los Hazte Lapón del principio, de 2009-2010.
¿Crees que las guitarras están de vuelta o que nunca dejaron de estar vivas?
Es verdad que yo creo que hay un hilo de bandas de supervivientes de hace más de diez años, digamos que pueden ser Triángulo de Amor Bizarro, Kokoshca, quizá Cala Vento ahí rozando el larguero, Punsetes, Biznaga sobrevivieron de una generación a la siguiente.
Y sí, la guitarra al final también va y viene. Yo también he estado muy interesado por la música, no de guitarras. He vivido con auténtica excitación todos los discos de Rosalía.
No sé, en algún momento me cansaré, pero realmente puedo decir que los tres primeros discos de Rosalía son tres de mis discos favoritos de todos los tiempos de la música. He vivido con mucho interés, el concierto de C. Tangana presentando ‘El Madrileño’ ha sido uno de los mejores conciertos que he visto de un artista nacional en toda mi vida, porque me gusta mucho la salsa también, me gusta el flamenco. Pero lo que más me gusta del mundo son las guitarras crujientes y ahora están en un buen momento.
No solo porque estén de moda, porque al final, si fuera un revival, pasaría como con la época de los Strokes. Había cosas que estaban muy bien, como los primeros discos de Strokes, los primeros discos de los Arctic Monkeys y otras cosas que ya nadie escucharía. Hubo un montón de grupos miméticos ahí, los Kaiser Chiefs y tal.
Lo importante no es que vuelva la guitarra, lo importante es que vuelvan las canciones. Y luego, si las canciones tienen una melodía, una buena letra y guitarras, a mí me emocionan generalmente más que otras, aunque me pueden emocionar otras muchas cosas. Hasta los discos de Yung Beef los he escuchado con interés, hasta que en un momento dado me he cansado. Pero hay canciones de Yung Beef que me han gustado mucho. Pero bueno, con el hip hop pasa igual. No soy yo un oyente de hip hop muy avanzado, pero he escuchado y hay momentos donde el hip hop está en un momento que aporta discos enormes de gran creatividad y otros momentos donde parece que todo está a piñón fijo.
Al final el pop de guitarra siempre irá y volverá dependiendo también del momento de la época y de que haya grupos que hagan canciones buenas. Porque al final los acordes son siempre los mismos. Evidentemente, si eres un músico de jazz vas a utilizar las notas con las armonías raras, pero al final el número de notas son las mismas. Son a la vez infinitos, pero a la vez es imposible no repetirse. De manera que al final se trata de que algo, aunque tenga los acordes de siempre, tenga una vibración particular que te emocione. Y eso siempre ocurre. Siempre hay canciones que dicen esto es lo de siempre, hace poco una de “She’s Leaving You” de MJ Lenderman. Es lo de siempre y a la vez, qué bueno es.
O Big Thief, por ejemplo, que es mi grupo actual favorito. Sí, es Neil Young, es el rock de raíces de siempre y a la vez es una cosa nueva. Es la combinación de cómo canta, de las cosas que dice, de cómo toca la guitarra, de cómo toca la guitarra el guitarrista, de cómo la banda acompaña el mood. Al final, a la vez, lo de siempre puede ser lo nunca visto. Wednesday tienen canciones muy buenas también. Al final, aunque haya algo que recuerde al grunge, a la música de los noventa, pero a la vez, si hay canciones, la cosa funciona. Si no es mero revival, si no es mera carcasa, el tema toca la fibra, claro.
Hablando de esa nueva generación de bandas pop de guitarras, podemos conectar con el nuevo libro de la editorial Muzikalia, No Sonamos Mal: Crónica Oral De La Nueva Escena Indie De Guitarras que se vertebra alrededor de las mismas, constituyendo una especie de escena bastante efervescente. ¿Sentís que con Pequeño Mal se establece un vínculo con dicha escena?
Sí, tengo el libro y estoy deseando leérmelo. Esas bandas ahora tienen mucho más espacio y audiencia, y yo me alegro mucho. Otra cosa es que nosotros podamos aprovechar esa corriente. Ahora mismo hay un gran nivel en esas bandas de la generación posterior a la nuestra, y yo, que siempre estoy muy atento a todo tipo de música, los estoy escuchando con mucha atención. Pienso que Carolina Durante, Cariño, El Buen Hijo, Camellos, Biznaga (que son casi de mi generación), Marcelo Criminal, Marta Movidas, Malamute, Aiko El Grupo… son bandas interesantes, algunas más, otras menos para mí, pero en general con cosas que decir. Hazte Lapón hizo del eclecticismo su marca, su carta de presentación. Eso hace que sea más difícil encajar en una escena concreta. O pertenecía a la escena madrileña de Rusos Blancos, Cosmen Adelaida, Alborotador Gomasio… pero de un modo extemporáneo, porque el hecho de que hiciéramos canciones de estilos diferentes, algunas con elementos electrónicos, otras ruidosas, otras orquestales, otras más folclóricas… hacían que estuviéramos un poco en tierra de nadie. Esa era un poco la gracia. Eso era lo que me interesaba en ese momento pero ya no estoy ahí, y ahora que he constituido una nueva banda, me interesa el rollo de una banda clásica con guitarra, bajo y batería, e intentar hacer las canciones que surgen de esa inercia, añadiéndole la música que me gusta y lo que quiero contar con mis letras. Intento evitar ser el meme del Sr. Burns con la gorra para atrás y decir “soy el nuevo Aiko El Grupo o las nuevas Petunias”. Creo que sí hemos tenido la suerte de ser escuchados por esa generación de bandas que luego sí que ha tenido ese éxito. Cariño, El Buen Hijo o Marcelo Criminal, son grupos que han reconocido que algunas canciones nuestras les molaban o les influyeron en los inicios. Hace poco Carolina Durante colgó un tweet con un guiño a nuestra canción “Odiar”, por ejemplo. Hemos sido un grupo escuchado por esa generación, con más o menos interés, algunos reconociendo la influencia muy importante y otros seguramente de forma más coyuntural.
” data-cs-src=”https://www.youtube.com/embed/H-gQt7e1wkI?feature=oembed” frameborder=”0″ allow=”accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture; web-share” referrerpolicy=”strict-origin-when-cross-origin” allowfullscreen>
¿Cuál es el modus operandi que seguís para componer?
Generalmente yo he compuesto mucho a partir de la voz. Entonces, por eso algunas canciones, lo que tienen original, si es que tienen algo original, es que la guitarra que yo me invento va persiguiendo mi voz y lo que yo quiero decir. Por ejemplo, mis guitarristas que son muy buenos, que llevan toda la vida con grupos, a veces se las ven y se las desean para aprenderse mis canciones, aunque los acordes son muy sencillos. Porque los cambios van persiguiendo lo que yo quiero decir con la voz. Y eso siempre ha pasado.
Pero por otro lado, también a veces responde a escuchar una canción o ver una película. La película, por ejemplo, que me emocionó mucho, fue La Estrella Azul. Algo de lo que la película me contaba me interesó mucho. Y empecé a trastear la guitarra sin saber tocar, por supuesto, música del folclore argentino. Y de ahí salió la canción, que no es eso, pero que algo surgió de trastear los acordes así. Generalmente cazo una idea.
La suerte que tengo es que no soy muy buen guitarrista y eso me permite no tener vicios de buen guitarrista, sino que al ser mal guitarrista, me permito llevar las canciones a los sitios más inesperados siguiendo la voz. Y a partir de ahí ya empiezo a intentar contar algo con las letras y entonces se va todo encajando. Lo doy con el tono, con lo que quiero contar, y ya la guitarra va persiguiendo la ocurrencia de lo que quiero contar.
Y luego, en cuanto a la hora de lanzar, de editar, toda la música urbana nacional e internacional había apostado, artistas jóvenes, por el formato single, reivindicándolo un poco más, porque los 90-2000s era el disco también en formato físico. Pero eso tiene que ver con Spotify, con el streaming. Yo tengo la sensación de que tiene algo un poco de gambling game.
La canción es una moneda nueva que echas en la ranura y tiras a ver si tienes la suerte de que se viralice y encontrarte con un milloncito de escuchas de Spotify, que al final da dinero. Nosotros, con nuestras discretas ganancias de escuchas, hemos alcanzado un par de millones de escuchas en global, y eso te da cinco o seis mil euros que te permiten invertir en nuevos discos. Yo siempre tengo interés en que ni los sellos ni los grupos nos arruinemos, y por tanto si tú sacas un montón de canciones a la vez, seguramente la gente escuche mucho la primera, menos la segunda, y la última no la escuche nadie.
Los grupos jóvenes conocen esto mejor. Ya han vivido escuchando canciones sueltas aquí y allá, y saben que una canción tiene un peso. Luego pueden sacar un disco, pero una canción tiene un peso propio. Entonces nos lleva otra vez a la época de Phil Spector y los 50, donde lo que se vendían eran solo singles.
Las voces y los coros de Saray son un ingrediente fundamental antes y ahora. Da la sensación de que sois de esos grupos en los que todo va un poco armándose sobre la marcha, con esa urgencia y efervescencia del pop de siempre.
Realmente luego eso puede ser mérito de Jordi Gil, el productor, al haber captado todo eso porque otro de los grupos que ha estado muy presente eran Pavement y en ellos, las canciones, muchas de ellas, van ahí como montándose y desmontándose sobre la marcha y la clave digamos era meter esas notas de bajo que estaban fuera de tonalidad pero que a la vez es inconfundible, y es muy difícil que una nota de bajo tocada ahí donde no pega y en la tonalidad que no pega pueda ser la marca de agua de un grupo , pero hay un momento que hay una guitarra sonando y suena un bajo con una nota ahí en medio y dices “esto es Pavement”, no puede ser otra cosa, entonces esos grupos también nos han influido mucho.
Hefner, The Auteurs… por ejemplo también esa especie de pop elegante, glam pero a la vez medio deslavazado cuando producen con Steve Albini y hacen un disco ahí a la vez desgarrado pero potentísimo y con un punto deslavazado. Esos grupos siempre me gustan, a veces el error es realmente lo que uno ama del grupo, la parte que tienen no del todo depurada, pero eso es mérito del productor, porque si se hace mal, puede ser muy cutre y si se depura mucho, queda un poco sobre-producido, entonces yo creo que ese es el acierto de Jordi Gil de haber captado eso en la banda y haberlo sabido grabar.
Entre tus gustos, manejas una gran paleta estilística que forma parte de tu bagaje musical, desde pop-rock a música italiana.
Uno escucha un sonido y piensa que a lo mejor esa persona escucha solo eso, pero obviamente en tu cabeza hay un montón de historias, algunas salen en tus canciones y otras son tuyas para que tú disfrutes. Las ideas de este arte vienen de sitios muy variopintos por ejemplo, en mi mente está sobre todo el pop y para mí el pop es Hefner y es la copla y es Miguel de Molina y el pop es Patty Pravo o Nina o Battiato y el pop es Superchunk, y es Jacques Brel. Al final todo lo que entra en ese registro ya sean The Smiths, The Kinks o Julio Iglesias. No soy especialmente fan de Julio Iglesias pero hay canciones que pueden darme ideas y ahí hay algo del canon de la canción pop y pop es por ejemplo, Juan Luis Guerra del que soy fan no irónico. Yo escucho “A Pedir Su Mano” y me parece que no tiene nada que enviarle a la mejor canción de Vampire Weekend, que también me gusta mucho pero creo que juegan en coordenadas similares y que son igualmente potentes como pop y esa característica mía como oyente va a seguir estando ahí o en “Decisiones” de Rubén Blades, que me parece que es una canción de pop y una letra que realmente puede influirme tanto como Morrissey.
” data-cs-src=”https://www.youtube.com/embed/LPmz02QOHcA?feature=oembed” frameborder=”0″ allow=”accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture; web-share” referrerpolicy=”strict-origin-when-cross-origin” allowfullscreen>
A nivel lírico, ¿dirías que hay un salto entre tus textos con Hazte Lapón y los de Pequeño Mal?
La gente puede pensar que al ser un sonido más directo, igual las letras son más transparentes, pero no son tan literales. Por ejemplo, que una escena de Madame Bovary me diera la idea de una canción, no significa que vaya de la propia Madame Bovary, va un poco de la ruptura del amor, de la pérdida, del compromiso. Están menos atadas un poco a la retórica del guiño privado y del guiño oculto que tenía Hazte Lapón, que era una especie de pedantería, en el que yo me encontraba cómodo y que encontró oyentes a los que yo no desdeño en absoluto. Parte de la gracia era esa especie como de humor de estudiante de filología, pero que eso ya tuvo su época y ahora intento que las canciones sean más fáciles de entender, como decía que mi hijo, que no se vea incapaz de entender la canción porque no entiende de qué coño estoy hablando, pero eso no quiere decir que no que no tenga el mismo sentido del humor mío.
¿El timing que tenías planteado para editar nueva música era este, porque ha pasado mucho tiempo desde que en 2020 disteis el último concierto como Hazte Lapón, o tenías pensado otro plan y al final se han dado así las cosas?
Ha salido así cuando se han podido grabar las canciones. Al final es el ritmo de señores de 40 años que tocan y graban cuando pueden, pero bueno dentro de eso creo que se va a notar en directo cuando toquemos que hay una banda que ha estado bastante tiempo ensayando y tocando y eso hace tiempo que no podíamos decirlo.
Tras la sorpresa del single doble con el que arrancasteis este proyecto, lanzasteis “Golden Retriever”, un hit hipervitaminado de punk-pop ¿qué nos puedes contar sobre esa canción?
Es un tema con influencia del post-punk y de la new-wave, The Cars, The Undertones, Buzzcocks, Superchunk… Es muy directa y con una dinámica explosiva muy típica del noise. La letra va sobre las relaciones con los amigos, un poco kamikaze. Te unen cosas buenas y otras más destructivas, pero aun así es, como dice la letra esos amigos con los que eres “un juego sencillo, guardado en el altillo” y cuyas reglas no van a cambiar, dando igual el tiempo que haga que no se vean. Es una canción dedicada de alguna manera a la amistad, y a los claroscuros de esas amistades especiales.
Acabais de lanzar un nuevo single con dos temas bien diferentes a los anteriores. ¿Qué cartas enseñan de Pequeño Mal?
“Pompas de Jabón” es un medio tiempo tenso y abrasivo que habla de juegos amorosos retorcidos y un tanto perversos, mirando de reojo a Pixies, mientras que “Calaveras y Diamantes” es una balada sobre sobre la ruptura, la huida y la amenaza ante la posibilidad de un doloroso reencuentro, que sirve de perfecto contrapunto, que encuentra sus referentes en Mazzy Star, Velvet Underground y Jessica Pratt en un encuentro imposible con la canción ligera española e italiana.
Te he leído en una entrevista que el concepto alrededor de Hazte Lapón, tú entendías los discos más como una colección de canciones y no una sucesión de singles, ahora cambiamos el formato, ¿no?
Exactamente. Tú puedes sacar las canciones como single, pero un single tiene que tener la potencia de single, y eso al final lo decide el oyente. Al final qué es un single, o por lo menos qué es un buen single, lo decide el oyente.
Hay un montón de canciones que se han sacado como single y nadie se acuerda de ellas, y no tienen esa presencia de single, y otras canciones que eran caras B y que sin embargo han quedado como grandes canciones. Pero filosóficamente mi idea sería más bien sacar un disco como si fuera el Singles Going Steady de los Buzzcocks, esto es, sacar muchos singles y luego sacar un disco que sea la colección de singles. O sea, que realmente ese planteamiento es completamente distinto. Y también pretendo que las canciones funcionen por sí solas, digamos, ya no hay nada conceptual.
«Ahora tengo la sensación de que no tengo necesidad de cargarme mis propias canciones»
Desde luego habéis dado con la tecla de la inmediatez en estos cinco temas publicados hasta ahora, con sus diferentes planteamientos para llegar al oyente.
Por ejemplo, en la época de Hazte Lapón seguramente si me hubiera salido una canción así, me la hubiera intentado cargar, la hubiera intentado retorcer. Porque cuando sale, digo: “uy, ¿a qué me suena esto?”. No es que uno voluntariamente lo pretenda, pero luego cuando salió me recordaba, por ejemplo, a Los Romeos, ese tipo de power pop, digamos, que está ahí entre lo melódico y lo rock. Pero si en Hazte Lapón me hubiera salido algo así, que me hubiera sonado a radio-fórmula de los 80, me la hubiera intentado cargar, hubiera intentado estropearla un poco. Y ahora no, entonces eso hace que sea canción un poco de una inmediatez, porque Hazte Lapón al final era un grupo sin single.
Las canciones más recordadas de esa banda son canciones raras. “Odiar”, que es la canción más conocida, es una canción muy rara, es una especie de mezcla ahí entre una rumba con batería country y con unos violines, y esa es la más famosa, pero tú la vas a pinchar en un bar y hay algo que no funciona. Luego, “La Vida Adulta” es un medio tiempo largo. “Yo los he visto”, es una canción que dura seis minutos y medio. “Cómo Funciona Un Corazón,” que es la otra más conocida, es un medio tiempo oscuro, es un single muy raro también. Era una canción que funcionaba un poco por la gente. No había ninguna vocación de single. O yo no la sabía hacer o me autoboicoteaba. Y ahora tengo la sensación de que no tengo necesidad de cargarme mis propias canciones. Y creo que eso se nota en los temas, que se pueden pinchar en un bar. Y eso creo que es algo de lo que me reporta placer ahora.
” data-cs-src=”https://www.youtube.com/embed/KDFQ8NY9KYU?feature=oembed” frameborder=”0″ allow=”accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture; web-share” referrerpolicy=”strict-origin-when-cross-origin” allowfullscreen>
¿Cómo describirías la experiencia de compartir vida personal y una banda con tu propia mujer?
Es un caos, y es algo que nos une. La organización familiar es compleja. A la discusión de quién tiene que poner el lavavajillas, se una si Saray me echa una canción para atrás. Ella tiene formación de conservatorio y es muy buena, y me ayuda mucho, tiene muy buenas ideas y aporta muy buenas cosas a la banda y me sirve como filtro.
¿Cómo ha sido grabar con Jordi Gil de Derby Motoreta’s Burrito Kachimba? ¿Qué ha aportado a las canciones?
Jordi es un tipo genial, con un gran gusto musical y que te ayuda a resolver las canciones, que ha capturado un sonido nada fácil de capturar, limpio y rugoso a la vez, potente y destartalado, y luego ha hecho algo que yo nunca había hecho: la base rítmica de las canciones está grabada en directo, no está grabado por pistas. Creo que eso se nota. Otras veces, la virtud de las canciones ha sido sonar muy limpias, muy producidas y editadas, y aquí Jordi ha aportado esa frescura de algo que se está tocando en directo. Además, el nivel de calidad que ha logrado es fantástico, hasta el punto de que no me veo capaz de grabar las canciones nuevas en un estudio que no sea el Sputnik, y luego es un tipo que da gusto irse a comer con él y hablar de música. Lleva vinculado a la escena sevillana desde la época de Strange Fruits, hasta la época dorada de Chinarro y continúa en proyectos musicales.
Hablábamos antes Off The Record de Málaga, como banda que surgís de aquí. Primero, ya me has contado un poco cómo reclutas a los nuevos miembros para este proyecto. ¿Dirías que existe algo parecido a una escena malagueña?
Y enganchando un poco con la dinámica de la ciudad, por ejemplo, sabes que Antonio Luque, por ejemplo, ha huido de la ciudad. ¿Sois herméticos a esa dinámica a la hora de componer o a la hora de mover el proyecto viniendo de una ciudad que, si ya en el sur es difícil, en Málaga no hay tanta infraestructura?
Sí, Málaga es una ciudad difícil para los grupos. Difícil para los grupos de Málaga y difícil para los grupos de fuera. Lo único que ha funcionado en Málaga siempre ha sido la movida hardcore, con la que yo me junté, con la que yo más o menos fui afín colateralmente, pero en los años 2000 y que fueron los que organizaron los únicos conciertos interesantes.
Yo he visto a Delorean antes de pegar el pelotazo con su disco Subiza, en lo que era La Espectra, que hoy es The Club, y éramos ocho personas. Tremendo. Si no estás dentro del punk y el hardcore, Málaga es una ciudad bastante complicada. Pero bueno, hay que sobrevivir a ella, ya está. Han salido grupos de Málaga, han salido grupos de pop o de power pop, como Airbag, pero seguramente ayudados porque son grupos también con una base punk pop.
Cuando la gente es muy obstinada, sobrevive a la desidia malagueña. Hay que ser muy obstinado. Yo creo que Chinarro está agotado de la ciudad, también él era así, que se cansaba de todo, pero bueno, seguramente lo que dice de Málaga representa un poco lo que tiene Málaga, que tiene cosas buenas, tiene un punto acogedor, pero también un punto en el que no pone fácil las cosas. Tiene un punto acogedor de primera, pero también hay algo de desidia, creo que es una característica. Es mi ciudad, yo vivo aquí y nací aquí y la quiero tal como es, pero la conozco muy bien, digamos, y cuesta mucho sacar adelante los proyectos musicales.
Volviendo a Pequeño Mal, me parece muy divertido e impactante el concepto gráfico asociado a las canciones, con esos muñecos y esos colores tan potentes. ¿Qué buscáis expresar?
Las portadas de Hazte Lapón tampoco dejaban indiferente con un punto de barroquismo, también tiraban de imaginería del cómic, y ahora buscáis imágenes directas, colores llamativos, un poco a tono con la música, algo instantáneo, efervescente.
Sí, el dibujo de la portada es mío y el diseño es del batería. Y es verdad que yo soy un dibujante amateur, no me dedico a la ilustración, pero dibujé también bien la portada del segundo disco de Hazte Lapón.
Y al final surgieron unos dibujos un poco locos grabando las canciones en el estudio de Sputnik en Sevilla, y la idea estaba inspirada en la propia paradoja que tiene el nombre Pequeño Mal, que es un nombre que yo tomo de la medicina, de una epilepsia, y era un poco la idea de que hay males pequeñitos, pequeñas putadas en la vida. O sea, estoy enfermo pero es una pequeña putadita y no… Me hacía mucha gracia que los médicos pudieran nombrar una epilepsia, que es una gran putada, llamarla pequeño mal, porque hay una epilepsia mucho peor, que la llamaban el gran mal. Entonces a partir de ahí salieron una especie de dibujos que tienen esta pinta como de funko, la idea era como hacer niños con grandes caretas, con grandes máscaras, que es como que representan algo un poco siniestro, pero que son animales.
Entonces el cangrejo este enorme de la portada, o el vampiro que está en el icono del grupo, la idea es como un niño que se ha disfrazado de algo aparentemente terrible que a la vez inquieta y tiene algo tierno, porque al final no dejan de ser animales. El dibujo de un cangrejo y la cara de un murciélago, en principio no deberían ser nada aterrador, porque son simplemente animales de naturaleza, no tienen ninguna modificación, sin embargo, en un vampiro hay algo un poco aterrador, y en un cangrejo que se relaciona con el cáncer también hay algo agresivo, entonces está esta idea de impactar con algo como que a la vez es pueril, o como simpático, pero es un poco siniestro.
De ahí surge también el nombre del grupo, Pequeño Mal. Aunque la historia empieza antes, pero sí, tiene mucho que ver con mi sentido de humor tan raro que tengo de médico, y los médicos también tienen un sentido de humor muy oscuro, no solo los médicos de ahora, sino la historia de la medicina tiene un montón de cosas que sorprenden, porque dicen que esto es una especie de chiste de médicos pero muy siniestro. Por ejemplo, voy a poner un ejemplo para que se vea un poco el humor de los grandes de la medicina descriptiva del siglo XIX o del siglo XVIII. La focomelia, que es la enfermedad que padecen los chicos que estuvieron expuestos a la radiación de Chernobyl, o a la medicación de la talidomida, son niños que tienen las manitas pequeñas digamos, y como los pies y las manos pequeñas, el tronco normal y unas manos como atróficas entonces es una enfermedad muy jodida.
Hay muchos chicos con focomelia que fueron expuestos a la talidomida en madre embarazada, o en Chernobyl o en Hiroshima. Focomelia significa miembros de foca o que se parecen a una foca. Al médico que describió la enfermedad le pareció una buena idea describir a esas criaturas como que tenían aspectos de foca, entonces es algo como a la vez horroroso pero en lo que inevitablemente detecto el humor oscuro que tiene la descripción médica y entonces al ser médico estoy muy familiarizado con estas cosas. Entonces, a la epilepsia le llamaban el pequeño mal epiléptico, y me parecía que era un hombre que tenía una especie de humor oscuro en sí mismo, me parecía que podía ser algo que simplemente sonaba bien. Estas cosas como que tienen una cierta paradoja, un humor oscuro intrínseco me suelen llamar la atención.
«La canción “Epilepsia De Amor” tiene un sentido del humor muy de psiquiatra»
Enlazando con tu profesión de psiquiatra, que también relaciono con una artista que me parece referencial como es Miren Iza de Tulsa, ella tiene una canción que es “Amor o Transferencia” en su último disco, y que reflexiona sobre qué tipo de relación se puede establecer entre paciente y terapeuta. ¿Cómo te influye tu profesión a la hora de componer? ¿Cómo valoras o qué sientes al oír una letra así? ¿Te sientes identificado de alguna manera? ¿Has vivido alguna experiencia como las de esa canción?
Cuando conocí a Miren hablamos casi más de psiquiatría que de música, aunque también me gustan muchas canciones suyas pero tenemos esa peculiaridad de ser psiquiatras y músicos y Freud venía a decir que realmente no hay diferencia entre el amor y la transferencia. La transferencia tiene que ver con el amor que uno desarrolla por el médico porque ve en él el recuerdo de una figura vinculante: el padre, la madre o un hermano. Las relaciones de pareja fuera de la medicina, también tienen algo de amor o transferencia, porque hay algo que se reproduce de los amores primitivos. ¿Amor o transferencia? Posiblemente, las dos cosas.
Claro que me influye mi profesión a la hora de componer. De hecho la canción “Epilepsia De Amor” tiene un sentido del humor muy de psiquiatra, porque tiene que ver con una escena de Madame Bovary de Flaubert, en la que ella tiene una convulsión epiléptica cuando el amante se marcha de la ciudad, y lo que yo digo es que Flaubert, antes de Freud, detecta algo que luego ya Charcot y la medicina interna del siglo XIX y Freud en el siglo XX descubrirán que hay algunas manifestaciones que parecían epilepsia, pero eran psicosomáticas, eran por amor. Al final la “Epilepsia De Amor”, tiene que ver con la histeria, con que el cuerpo convulsione por el amor perdido y eso es algo muy de psiquiatra, y me llamó mucho la atención que Flaubert fuera tan perspicaz para darse cuenta de ello en una novela, mucho antes de que los médicos de la época, Charcot y Freud, se dieran cuenta de que se pudiera convulsionar por amor. Como dice la canción, tiene que ver con que “he aprendido a olvidarte, pero mi cuerpo no”. El cuerpo somatiza la ruptura.
¿Qué artistas o bandas influencian esta nueva etapa? ¿Hay algún disco de referencia?
Por un lado están los clásicos del power-pop: The Records, Flamin’ Groovies, Cheap Trick. Y luego Wreckless Eric, los dos o tres primeros discos de Elvis Costello & The Attractions, The Only Ones, Buzzcocks, Magazine y todo el post-punk pero más tirando al pop, XTC que es de mis grupos favoritos y siempre están presentes, The Soft Boys… son grupos que tienen a la vez algo muy pop y algo abrasivo. Yéndonos a los noventa: Superchunk, They Might Be Giants que mezclan guitarrazos power-pop con teclados de Farfisa, melodías muy pegadizas. Y, claro, los Pixies. Hay una canción que tiene un homenaje muy claro, con un punteo inicial que busca que uno pienses directamente en ellos. Igual que muchos se centran en New Order, y es que creo que en España sistemáticamente se plagia a New Order, y nadie se ha atrevido a plagiar a los Pixies, y yo me sentía en deuda para rendir homenaje a un grupo como ellos, que ha envejecido maravillosamente bien. Por decirte tres discos, te diría Bossanova de Pixies, el disco de The Only Ones y de Superchunk me quedaría con ‘No Pocket For Kitty’. Otro disco referencial, el primero de los Feelies. También los Replacements, Bob Mould (más Sugar que Hüsker Dü, porque podríamos decir que Pequeño Mal es Sugar respecto a lo anterior).
Recientemente se celebró el primer congreso de la prensa musical, organizado por PAM (Asociación de Periodistas Musicales), en el que se trataron múltiples temas relacionados con la realidad de la profesión hoy en día. ¿Cómo valoras la situación actual del sector, incluyendo a las bandas de aquí que no cuentan con grandes apoyos detrás?
Yo soy un lector de prensa musical de toda la vida y pienso que nunca habría tenido un grupo musical si no hubiera leído sobre todo Rockdelux (también Mondosonoro, El País de las Tentaciones…) y luego conocí a un montón de grupos nuevos gracias a Jenesaispop, Muzikalia, Hipersónica…entonces para mí, la prensa musical ha sido fundamental. Luego hay una prensa musical seria, por ejemplo, Muzikalia tiene una serie de libros relevantes (Sr. Chinarro, Fernando Alfaro… y este último, No Sonamos Mal, me parece fundamental, como la versión de ahora de El Pequeño Circo de Nando Cruz de los noventa), pero luego lees otros artículos que agradeces porque te dan difusión, pero si los analizas palabra por palabra sacada de la nota de prensa, no los puedes comparar. Felipe Cabrerizo redactó el texto en Rockdelux cuando nos eligieron como Canción del Día con “Epilepsia De Amor” y me emocionó su texto porque ha captado las intenciones que tiene la canción y es un tipo al que he escuchado tantas veces hablando de música y respeto mucho. Creo que la prensa musical está en el mismo arco que las bandas, pero hay que saber distinguir qué prensa musical es de calidad y aporta cosas, y qué tipo de prensa es bienintencionada pero parecen más páginas de anuncios, y que no tienen esa labor detrás que implica periodismo.
También conviene diferenciar la prensa musical del contenido web de música, que muchas veces no tiene nada de periodismo. En general existe una degradación general del saber, pero no quiero ser pesimista. La sociedad nunca se degrada pero el ser humano lleva la degradación inherente, por dentro, pero la sociedad en general, mejora en algunos aspectos, pero hay algo inevitable de la degradación de todo momento histórico. Por ejemplo, parar una sociedad entera para que no muera gente por una pandemia, era antes impensable Hace un siglo, había una epidemia de sarampión o de gripe española, y el que se tenía que morir, se moría. El mundo seguía. Pero esta pandemia logró paralizar las sociedades de todo el mundo, y eso no tiene que ver con degradación sino con avance, lo que no quiere decir que no haya otras cosas que se degraden, y lo que vivimos ahora es una degradación del saber y de la verdad. El saber y la verdad como algo epistémica construido, que no es cualquier cosa, es algo que está absolutamente derrotado, de manera que un influencer que opina, digamos, “que la tierra es plana”, te lo llevas a un programa no por lo que tenga que decir, sino porque atraiga espectadores, aunque sea para escandalizarse.
Mi acercamiento a la música parte al leer a gente que sabía un montón cuando yo no tenía ni idea, y yo me quedaba fascinado con lo que un artículo de Rockdelux podía decir o referenciar, porque podía entender qué estaba pasando en ese momento, qué importancia tenía y qué aportaba al camino de la música en general. O una entrevista en la que además de hablar del disco, podías saber qué impregnaba las canciones y eso te permitía acceder a más libros, canciones, grupos… Había enigmas por resolver y que te llevaban a otros artistas o referencias. Me hace gracia cuando dicen que Los Planetas plagian. Gracias a ellos y a sus guiños a otros grupos y a las ideas que cogían de otras bandas, yo descubrí a Spacemen 3 o Mercury Rev. Gracias a sus letras o a las cosas que decían en las entrevistas, conocí por ejemplo a Nick Drake.
La música tenía que ver con un placer de saber. Saber de música. Ahora todo tiene más que ver con un placer de hablar por hablar, aun sin saber, y eso me resulta agotador. No me interesa. Soy incapaz de escuchar un podcast de gente hablando sin parar sobre cosas durante una hora. No obstante, me interesa la música de esa generación. Igual que me ha podido influenciar Superchunk, también lo ha podido hacer Carolina Durante, Aiko El Grupo, Biznaga, Diamante Negro o Alavedra, es decir, no creo que aporten peores cosas que las de antes. Por ejemplo, creo que las letras del último disco de Carolina Durante, son extraordinarias y hay que pensar en todo lo que dicen, cada frase. Creo que sus referencias pueden perfectamente haber sido los Dead Kennedys como fueron las mías, a diferencia de una canción de Mikel Izal que no me dice absolutamente nada. La cuestión es que puedan convivir la melomanía y el buen gusto de los grupos de una generación con otras dinámicas digamos generacionales que a mí me aburren. Prefiero leer un artículo que escuchar un podcast. Al final soy un señor de cuarenta años que no puede evitar enfrentarse a una época con los prejuicios de la mía, dentro de eso procuro estar atento para rescatar lo bueno que cada generación puede aportar. Al final, cuando haces resumen, de todas las épocas, salen discos maravillosos y grandes canciones, así como novelas, etc.
” data-cs-src=”https://www.youtube.com/embed/qWd8ZprOWxY?list=OLAK5uy_mC7Y8L4Tyy4JFBhkXFfFL1Vbz6ALUJctc” frameborder=”0″ allow=”accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture; web-share” referrerpolicy=”strict-origin-when-cross-origin” allowfullscreen>
Y para una banda como vosotros antes Hazte Lapón y ahora Pequeño Mal, ¿cómo resulta el proceso de organizar una gira? ¿Cómo es tocar por el proceloso mundo de las salas españolas? ¿Se cierra el coto un poco de los festivales que apuestan por bandas nacionales?
Hace poco se preguntaba en un artículo de Andrea Galaxina si existe la posibilidad de un arte, una movida y una música underground cuando ya nadie quiere ser underground. En los 90 los Beat Happening de Calvin Johnson hacían música para ser underground, no para ser los nuevos Pearl Jam, aunque luego tuvieran una influencia fundamental en Nirvana, pero ellos sabían que la música que hacían estaba más cerca de la Velvet y había algo que tenía que ver con ser una banda de culto y moverse y había un circuito underground. Ahora si planteamos la música solo a ver cómo consigo llegar a los festivales, estamos perdidos. Hay que intentar volver a hacer una especie de red de circuitos de conciertos, eso los grupos punk lo saben muy bien.
Seguramente Biznaga sean capaces de girar y vender un montón de discos y salir en La Revuelta sin que los vayas a encontrar en el Low o en el Sonorama. A lo mejor hay que aprender un poco de cómo se organiza eso en el mundo del punk. El indie es más ingrato para eso, por eso yo creo que también hay algo del punk que está también en el modo de plantear las canciones nuevas.
A mí me encantaría tocar en el Canela, pero tiene sus códigos. Lo que yo espero del Canela es que nunca fallen a su ética que viene muy del hardcore, de tal manera que no haga concesiones porque realmente lo que tiene ese festival, y por eso yo voy todos los años, es que tiene una ética única en la cuestión de los festivales y esa ética viene del hardcore y debe mantenerse rigurosa aunque van a toparse con muchas dificultades. Bueno, pues los festivales que quieran contar con nosotros, si el festival nos gusta, iremos a tocar, pero que la idea si no tendría que ser tocar en salas y ver cómo economizamos eso, porque el problema es que desde la última vez que hicimos una gira de conciertos que fue en el 2019, con el último concierto que habíamos hecho en el 2020, hasta ahora, las cosas han cambiado mucho.
Respecto a los alquileres de salas, tengo la sensación de que es más difícil, es más engorroso organizar un concierto, que las cuentas te salgan y al final yo tengo que mover conmigo a cinco personas que toquen e intentar que no palmen pasta. Bueno, ya veremos cómo hacemos, ahora mismo nosotros nos podemos permitir perder dinero tocando pero yo me niego a eso. Me niego a perder dinero tocando porque entiendo que se lo debo a los músicos, entonces yo en ese sentido la lógica que imprimo a una posible gira es la de esto tiene que salir, como mínimo, a coste cero, y si puede ser posible que haya una ganancia porque es un trabajo: ir al sitio, ensayar toda semana, tocar, hacer una prueba de sonido… entonces hay que intentar que los grupos que tocan gratis o que amateurizan la música, se pueda entender yo también lo hice en los inicios, pero es una cosa muy complicada.
Yo he tocado en festivales muy gordos de España con Hazte Lapón y no voy a dar detalles sobre cómo me han salido las cuentas, pero he perdido más pasta tocando en festivales muy famosos o en cosas aledañas, porque el caché que te daban no daba para cubrir ni siquiera la seguridad social que te obligaban a costearte tú y eso no puede ser. Hay muchos grupos pequeños que acceden a eso, que es una cosa inasumible y poco ética con tal de salir en el cartel de tal o cual festival, y creo que eso es mortal para el músico pero qué es lo que pasa, que España realmente no tiene una red una red nutrida de salas y una cultura que permita sortear la cuestión de los festivales de manera que los grupos están siempre en un conflicto difícil de resolver, pero hay que intentarlo, hay que intentar resolverlo por la vía de tocar en los festivales cuando las condiciones sean dignas y cuando el cartel te parezca que realmente te acoge porque le interesa tu música y no para complementar o para tocar en un escenario a una hora que nadie te va a ver sino que se pueda tocar en condiciones dignas y que económicamente, como mínimo, el grupo no pierda dinero. Todo lo que no sea esto es una estafa.
¿Qué se siente al pertenecer a una familia como la de vuestro sello El Genio Equivocado?
Bien, pues es que son nuestros amigos y llevo muchos años editando música a veces contra viento y marea, a veces han tenido grupos con éxito o con relativo éxito como Las Ruinas o sobre todo Ladilla Rusa, que es un grupo que ha ido muy bien aunque no sea lo más representativo del sonido del sello. Con eso han editado muchas bandas muy interesantes que a veces no vendían muchos discos ni metían mucha gente en la sala, con lo cual hay que reconocer el mérito que tiene esa apuesta por la música que a ellos les guste. Ellos saben que hemos preferido sacarlo con ellos antes que tocar a otras puertas y estamos contentos.
Tenemos una serie se canciones grabadas que se van a ir publicando en formato single. Luego tenemos otras seis-siente canciones que están cerradas y se grabarán este año. Con todo eso queremos dar conciertos. Obviamente queremos que salga bien, tener un setlist de unas diez canciones que podamos tocar con solvencia. Tocaremos en noviembre en el Málaga Pop Fest y pronto anunciaremos fechas en Zaragoza y Madrid por ahora.