Es complicado poner en palabras la multitud de sensaciones que experimenta uno cuando se acerca al sincretismo sonoro de la británica Aya sinclair. Se podría hacer un esquema mental haciendo uso de palabras clave y que un programa de IA cree las coordenadas relacionales. Insisto, es tal la estampida estética y tonal de su música que, o se cae en teorías filosóficas que llegarían a despistar al oyente, o se hace un uso más utilitario y se disfruta como un artefacto que es como un laboratorio de pruebas con el fin último de hacernos bailar.
Vayamos a crear etiquetas con los que inventariar y poner negro sobre blanco en esta orografía mutante que nos regala aya: religión, droga, raves, género, feminismo, binarismo, noche, enfermedad, loop, catarsis, hormonas, marxismo, velocidad, pop, reverb… Y así podríamos continuar hasta completar un esquema mental que crea, a su vez, infinitos atajos y reelabora más conceptos que describen una forma de entender el arte que rastrea en la vanguardia, y tiene la pista de baile como centro neurálgico para ofrecer resistencia a los conceptos caducos sobre la sexualidad/género/cuerpo.
aya lleva mucho tiempo siendo un activo importante en la escena de clubs de Mánchester. Su espacio que la vio formarse ha sido el club El hotel blanco en Salford – también es una figura habitual en el pub londinense El Royal George -, en donde imponía su magisterio mezclando variedad de estilos mezclados a su antojo como el dub, el UK garage, grime, el emo y hasta el trash metal. Su estilo es confrontativo: le gusta que en la pista de baile exista un diálogo no escrito con el personal que baila, así mismo sus sesiones se parecen a algo así como exorcismos en dónde sacar de su cuerpo todo aquello que no la deja fluir.
Debuta a su nombre con Soy agujero (2021) en donde los ritmos glitcheados se batían a duelo con ruidos que parecían emerger de placas tectónicas que colisionaban; todo ello se mezclaba con una lírica que hacía referencia a sus fantasmas personales (las vicisitudes de la vida queer y la disforia de género como temática central). Un trabajo que la emparentaba con artistas como Arcay que recogió bastantes alabanzas por la prensa especializada.
Estafa ¡Hexed! (Hiperdub2025) nos encontramos con un impresionante juego de texturas y de tonalidades, de complejos y alambicados experimentos con la voz (la artista ha aprovechado sus problemas de salud y su hormonización para indagar en las posibilidades de sus cuerdas vocales) que conforman un elepé fascinaste por lo mutante de su naturaleza; por la expresividad saturada de graves y ritmos entrecortados. Un cuaderno de bitácora sensorial en donde hallar grindcore (“Time At The Bar”), poesía hablada sobre un tapiz de percusiones metálicas (“I Am The Pipe I Hit Myself With), emocore fusionado con el tecnopunk (“Off The Esso”), dub inoculando pop desenfocado (“Heat Death”), o latidos orientales coreografiando pop cubista al estilo de Björk (“droplets”). Más que un disco, esto se parece más a un cuerpo mutilado que sigue latiendo.
Escucha aya – hexed!
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