Hace bastantes años que el periodista y ensayista Peter Shapiro entrevistó a Estereolab para la revista El alambre con motivo de la presentación de uno de sus mejores discos, el seminal Tomato del emperador tomate ketchup (1996), y comentaba un joven por entonces Time Gane que la estética de la banda y su modo de operación era la contradicción constante que generaba juegos de sinergias impredecibles. Ganga se sinceró y decía que la música que más le gustaba era aquella que se desplazaba hacia territorios de lo “innombrable”, o lo que vendría ser, aquellos sonidos los cuales son difíciles de jerarquizar y que son el sustento de unos sonidos siempre juguetones y en fuga constante.
Desde que arrancaran su carrera con ¡Peng! (1992) ellos fueron algo así como un objeto no identificado de la escena indie. Mientras que la consigna general era acordarse del pasado y reciclarlo para un nuevo público ávido de referentes populares, ellos optaron por hibridar estilos creando un universo retrofuturista de la mano de instrumentos análogicos que se aliaban con nuevas tecnologías emergentes, y rememoraba pasados ilustres: que si la chanson y la exótica de Martin Denny pasando por la herencia de ¡NOS!, Poder O Armonía; las florituras armónicas de unos Los Beatles a la elevación del drone y el riff como elementos que pueden encapsular la belleza en la repetición en acordes minimalistas y que se pierden en nuestros oídos para hallar nuevos significados. Lo que parece más que probado es que el “sello Stereolab” es un valor seguro y, a pesar de que han pasado por altibajos artísticos, la legión de fans que tienen y han seguido al grupo desde sus comienzos los encumbran como uno de los nombres ya legendarios del pop de querencia arty y con un encomiable posicionamiento político. que no elude el situacionismo y el toque surrealista.
Las huestes de Estereolab vuelven tras ¡quince! años sin material nuevo. Es verdad que las reediciones de sus discos y boxsets con canciones descartadas o directos han colmado las ganas de disfrutar de sus sonidos -y de alguna forma uno tiene la sensación de que nunca se fueron del todo -, pero con Hologramas instantáneos sobre película de metal (Duofónico Ultra Alto Disco de frecuencia/Urdimbre2025) retoman su andadura con trece canciones nuevas que, huelga decirlo, son estupendas, aunque no tomen atajos excesivamente arriesgados, aunque ni falta que les hace.
La versión más pop de los autores de “Nihilist Assault Group” continúa en estado de gracia, y apoyándose en una estupenda producción de Cooper crain (Bitchin Bajas, Cuevaetc.), y con colaboraciones como la del cornetista de Chicago Ben La Mar Gay, los teclados de Holger Zapf (Caverna de anti-Matter), vientos a cargo de Rob fry (Bitchin Bajas) y la voz de Marie Merlet. Pero el pop viniendo de estas luminarias siempre puede ser imprevisible: multidimensional, repleto de capas de sonido yuxtapuestas, y narrativa de combate.
Un trabajo generoso en minutaje que arranca con “Mystical Plosives” y los arpegios sintetizados van creando un universo en cinemascope para dar paso a una de las mejores canciones del conjunto “Problemas aéreos”, una feroz crítica al capitalismo a lomos de ritmos motorik y la voz de Laetitia (muy Nico en este caso) acompañada por la de Estar protegido.
Ese encanto afrancesado que ya es marca de la casa impregna la bella melodía de “Melodie Is A Wound” que, de nuevo en lo lírico acentúa la estulticia de la sociedad actual, y el frondoso museo de “Inmortal Hands” que pasa del pop al ambient-prog, deteniéndose en los toques jazz que aporta Ben La Mar Gay.
La herencia con Armonía y el easy listening conforman una segunda piel en los angostos recovecos esculpidos en “Vermona F-Transistor”, los ecos a Tortuga parecen resonar en las intrincadas notas que irrumpen en “Esemplastic Creeping Eruption”, mientras que las dos partes en las que se construye “If You Remember I Forgot How To Dream” una colcha de rítmica de raíz germánica se encuentra de nuevo con el jazz oceánico a lo Miles Davisy el trote analógico de Kraftwerk que endulza un sueño de Brigitte fontaine. “Reunirse con un extraño, una parte perdida de mí mismo/Es porque yo soy tú, es porque eres yo/dos mitades de una/unión, complejo”.
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