“Ella dijo:” Hay tanta crueldad en todo en todas partes. Cuando cierro los ojos contra él, todavía lo siento en el aire. Pero cuando estoy en tus brazos, podría jurar que no estaba allí “. Estas son unas estrofas del tema que abre el quinto álbum de la banda de Brooklyn Bambaray que podrían ilustrar de forma clarividente la querencia del cantante y compositor principal de la banda Reid Bateh (voz, guitarra y efectos sonoros) por la narrativa que que hunde sus raíces en el gótico sureño americano, así como las turbias atmósferas dignas de las películas de David Lynch. Reid junto a su hermano gemelo Resplandor (batería, percusiones y teclados) y William Brookshire (bajo, piano y sintetizadores) dan forma a un Marcas de nacimiento (Récords de gato de wharf2025) que tiene suficientes alicientes para engatusar nuestros oídos.
Llama la atención que la producción de un disco de estas características la lleve a cabo Graham Sutton (miembro fundador de Psicosis de corteza) habida cuenta del desaforado maximalismo sonoro de esta banda que contrasta con la trayectoria de Sutón; como se suele decir, los polos apuestos se atraen aunque la batuta del inglés a los mandos se deja notar en algún pasaje del disco.
Sobre el papel, y como se ha mencionado más arriba, Bambara no dejarían de ser otra banda más de postpunk con ínfulas literarias más un plus de megalomanía. Parece claro que, si las cosas no se descarrilan (como sí que hacen ellos en algún momento del disco), el trío oriundo de Athens es el perfil idóneo para llenar grandes espacios en festivales, así que oiremos hablar de ellos.
Dejando a un lado esta ampulosidad en el sonido que, por momentos Sutón detiene en seco, las virtudes de Bambara se encuentran en el potencial de un sonido crudo, carnal, y de un lirismo que se abre a la pasiones más desaforadas y a la violencia soterrada y cruel. Tripulaciones de Harry, Bonnie Jo Campbell O Cormac McCarthy bien podrían ser referentes claros en las letras-río de estas canciones cantadas como si de un espasmo de arrebato se tratara.
Si entra el oyente en toda esta casuística que conforma los cimientos de estas diez canciones, a bien seguro que estaríamos ante una apuesta ganadora. “Hiss” inicia esta andadura con una ambientación fantasmal y una forma de entonar de Reid Bateh que se asemeja a la de un Bruce Springsteen de hechuras góticas. La apisonadora rítmica de “Letters From Sing Sing” bebe tanto de U2 como de grupos como Los horrores. Épica y episodios de redención.
La virulencia rítmica de “Pray To Me” se abre paso a ritmo de postpunk precedidos por hermosos arreglos de cuerda; “Elena’s Dream” llega con regusto a jazz y a terciopelo rojo; los ecos a Nick cueva se apoderan de “Because You Asked” con un brillante diálogo entre sintetizador, unos coros infantiles y una batería que va llevando el pulso del tema, y las lecciones aprendidas de Interpol esculpen una ganadora “Loretta”, el tema final de un disco irregular pero sumamente adictivo.
Escucha Bambara – Birthmarks
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