Ana Arsuaga firma su tercer elepé en un momento muy dulce. Y quizá sea ese adjetivo uno de los mejores que pueden atribuirse, más allá del propio título, a este Honey de la vidaun paseo de tintes bucólicos, de tranquilidad y de paisajes sonoros que revierten cierta escasez de luminosidad que podía intuirse en sus anteriores facturas.
Las canciones que componen este álbum transmiten una madurez propia de la experiencia y de la evolución que se le presupone a alguien como Plato verdeinquieta y abierta a los cambios que puedan enriquecer su mundo. La conjunción de temas enormemente visuales y su inspiración cinematográfica (de nuevo, el título) nos remite a pasajes que dibujan un marco agradecido en el que navegar con temas como el amor o la naturaleza.
El recorrido al que se nos invita va a varios ritmos. Progresa desde la pausa y la contemplación de “Zerua”, o “Un sol claro” hasta la celeridad de otros cortes donde las secciones programadas, como en “Solita” o en “Ez dut behar”, comparten protagonismo con una voz, la de Arsuagaque destila delicadeza y preeminencia siempre.
Aunque es cierto que su aptitud vocal a veces cobra mayor relevancia, como en “Loria” o la prescindible (en cuanto al concepto lineal del álbum y no de la propia decisión) “Bizitza Eztia”, curiosamente homóloga a la caja que contiene este regalo donde la elegancia tampoco se pierde de vista. “Bihotz Iraultzaileak” es un buen ejemplo de ello, un área de bellos tonos que incitan a pensar en tenues movimientos y que abogan por una calma reflexiva y pensativa bastante necesaria.
Scucha Verde Prato – Life Honey