Aunque no lo crean, no es en mi tan frecuente eso de ir a la tienda de discos a comprarme en vinilo un disco el mismo día que sale. Máxime al precio que está el vinilo. Sin embargo, el viernes pasado lo hice. Salía el nuevo de Oso panda (Noah Lennox, para los amigos) y la verdad, desde que me desperté y pude escucharlo, no había forma de parar. Así que cuando entré en mi tienda favorita y vi que me esperaba en un estante, la suerte estaba echada. Portada bonita, edición cuidada, canciones infinitas ¡¡Mío!!
Y no, no es que yo fuera fan irredento del tipo. La verdad es que Colectivo de animales en su día me dieron un poco igual (hoy menos, pero me cuesta escuchar sus discos) y sus trabajos en solitario, pues tampoco es que me epataran, pero sí que sabía apreciar en su talento algo muy diferente al resto de su generación. Algo que, si acababa centrándose en un formato de canción algo más convencional, seguramente sí que me convencería. Y es lo que ha sucedido aquí.
De hecho, no exactamente aquí. Hace un par de años Oso panda Y Boom sónico (sí, el ex-Spacemen 3) publicaron conjuntamente Reiniciarun disco que celebraba la melodía pop a base de imaginativos samplers de Holly de amigo y otros seres primigenios. Un disco que, esta vez sí, me entusiasmó como pocos aquél año. Así que no es de extrañar mi entusiasmo teniendo en cuenta que este Rama siniestra que presenta ahora Oso panda es todo lo que me gustó de Reiniciarpero corregido y aumentado.
Las estructuras envolventes marca de la casa, los sonidos burbujeantes, la psicodelia de juguete, las voces con extra de reverbtodo está ahí, en su sitio, pero ahora dirigido expresamente a ornamentar unas canciones de estructura tradicional absolutamente redondas. Todas y cada una de ellas. Lo que aquí tenemos es un excepcional banquete del mejor pop psicodélico que alguien pueda degustar. Pop que bebe de lo mejor del pasado para convertirse en un prodigio del presente.
Noah Lennox es ahora un americano europeizado. Reside desde hace bastantes años en Lisboa y allí ha construido su estudio de grabación, su sueño, en el que se nota que se siente a sus anchas. No podría, si no fuera así, sonar tan pletórico como lo hace en la canción que abre esta colección, un arcoiris titulado “Praise” que lo llena todo de color e inicia el viaje hacia el mundo de la perfección pop. La siguiente, “Anywhere but here”, compuesta junto a su hija Nadjaque también recita en portugués un poema de su autoría, es la perfecta continuación a ese dechado de colorido que era la primera. Como si Brian Wilson patrullara por el espacio en busca de hamburguesas.
El álbum continúa su viaje pletórico a través de la caribeña “50mg”, la influencia latina de “Ends meet” y la de nuevo saltarina “Just as well”, pero la cara A finaliza con ritmo inesperadamente pausado. El single “Ferry lady” (cuyo vídeo, por cierto, ha despertado no poca polémica por su uso de IA) consiste en una melodía circular, perezosa, con briznas country, que parece querer atrapar algo intangible. Una especie de emoción melancólica y hermosa que anticipa lo que va a suceder en la cara B del vinilo, donde la cosa se va tornando bastante más oscura.
Se encarga de ello “Venom’s In” y su atmósfera pesada y opresiva, recrudecida más si cabe en “Left in the cold”. La soleada mañana que nos recibía al principio del álbum se ha convertido ahora en la noche más oscura. “Elegy for Noah Lou”, sin embargo, vuelve a recuperar, poco a poco, una pulsión pop que cierra el círculo y desemboca en el dueto que se marca nuestro amigo con uno de los personajes más relevantes a nivel musical de 2024, Cindy Leecon quien clausura el disco a base de “Defense”, tema de nuevo atmosférico, pero definitivamente colorido y absolutamente bello, como todas las demás piezas de este maravilloso puzle que se ha marcado un genio sencillo y modesto que no pretende otra cosa que iluminar nuestros oídos con una de las más rutilantes maravillas que podrán degustar este año tan, tan (lamentablemente) psicodélico.
Escucha Panda Bear – Sinister Grift