Equilibrado y complementario el doble cartel pergeñado por la promotora Todas las olas en Madrid para la fría noche del pasado viernes con la presencia de dos divas actuales del subterráneo; por un lado, Sra. Boan con su onda fría ortodoxo y, por otro, la sonoridad etérea de la grandísima Srsq. No es de extrañar que los fans de sonidos oscuros y evocadores se dieran cita en una Sala Vesta cercana al lleno pese a las inclemencias metereológicas
Inauguró la velada una hipermotivada María Saldañael otro de lo que estoy sobre Sra. Boan. La artista afincada en Los Ángeles se encargó de lanzar las bases de unos temas con pegada instantánea que congregaron a muy buena parte del público en sus primeras filas desde su magnético arranque con “Mentiras”. La verdad es que la propuesta no entendía de telonera o artista principal, ya que ambas gozaron de una duración similar y la audiencia de cada una de las artistas, sin ser para nada antitética, sí que dejaba muy claro las preferencias por una u otra artista en la disposición que ocupaba en la sala.
Personalmente, mi principal interés esa noche versaba sobre Srsq a tenor de su estelar carrera en solitario tanto como con esa auténtica banda de culto Dreampop que fueron Ellos también somos nosotrosmalograda tras el fallecimiento en un incendio de su compañero Efectivo asquew.
Kennedy Ashlynla persona que se oculta tras las siglas de Srsqha trazado un camino artístico encomiable, iniciado por el prometedor Irrealidad (18) y amplificado hasta la excelencia por ese auténtico portento de disco que es Alguna vez chocando (22). Y sus canciones fueron las protagonistas de una actuación en la que, pese a que todo el apartado musical sonaba enlatado, la voz de nuestra protagonista reinó de manera fulminante, así como una entrega escénica entre lo decadente y lo ensoñador que impedía perder ni por un segundo la atención sobre lo que ocurría en el escenario. Especialmente emocionante asomó el binomio concatenado de dos temas catedralicios como lo son “Ever crashing”y “Abyss”.
Era inevitable encontrar una atmósfera propia del recientemente malogrado David Lynch en su actuación, cosa que cobró todo su sentido con un colofón inesperado que nos dejó sin aliento debido a la interpretación Capella a lo Rebekah del Río de “Llorando”, sobre el original “Crying” de Roy Orbisonpunto culminante de esa epopeya fílmica que es Mullholland Drive y que lo fue, igualmente, de una noche bizarramente bella a la par que extraña.
Foto: Raúl del Olmo