
María José Llergo (Pozoblanco, 1994) vuelve a demostrar por qué es un talento consagrado. Aunque decir que vuelve sea quizá erróneo, porque eso querría decir que alguna vez se fue. Su progresión desde aquella primera puesta de largo que fue Sanación (Sony, 2020) ha sido meteórica, pero en toda esa velocidad parece que no se deja nada. Con ella viajan siempre sus seres queridos, conecta con el espectador al que conoce y reconoce y nunca abandona su esencia.
Con el lanzamiento de “Bien de amores”, su último sencillo, pareciera que se cierra una etapa marcada por el éxito de Ultrabelleza (Sony, 2023) y por la vuelta aparente a los orígenes flamencos tras deambular por otros registros y expresarse en diferentes lenguajes en los que siempre subyacen sus reconocibles sustratos. Pero quizá no sea así.
Hablamos con ella para saber cuánto de equivocados o acertados estamos, mientras repasamos algunas cuestiones que han hecho de Llergo una figura indispensable de nuestro panorama.
«’Bien de Amores’ es una cápsula en sí misma y una forma de desahogarme y celebrar ese desahogo, porque pensaba que se me acababa una relación y se me acababa el mundo»
Antes de nada, quería abordar un poco el camino desde Sanación a ULTRABELLEZA, donde se han visto dos evoluciones significativas, en cuanto a producción y en cuanto a estilo, que no tienen por qué ir relacionadas. Cuando dejas atrás Sanación, que el gran público puede entender como más cercano a la ortodoxia flamenca a pesar de su innovación ¿sientes una necesidad de explorar o de acercarte a nuevos géneros, de salir de ahí y probar nuevas alternativas?
Yo quería vivir, simplemente. En Sanación estaba sanándome, estaba decidiendo un poco entre la vida y la muerte un poco y decidí la vida. Ultrabelleza es una celebración de la vida. Y en ese viaje conoces muchas cosas distintas a ti que te hacen que te brillen los ojitos. Y eso es lo que ocurrió tanto en la música como también en mi persona. Ese síndrome de Stendhal, sentirte embriagada por la belleza, es lo que me ha hecho experimentar, viajar por el mundo, conocer otros estilos, aportar lo que yo tenía de flamenco y que ellos me aportaran lo que tenían de R&B, de almade afro, todas esas cosas.
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Mencionaba parte de la producción porque creo que ese aspecto vital que traduces en un cambio estilístico, lo técnico detrás de ULTRABELLEZA parece hacerlo mucho más evidente. ¿Cuánto ha incidido tu exploración en la producción o, precisamente, se requería de eso para hacer más visible todo tu cambio vital?
Cuando eres una artista que eres autora, no incide la producción en ti, sino que tú incides en la producción. Eliges los elementos que más se adecúan a tu momento. Cuando hago una canción no me fijo en si voy a ser sofisticada, sino que lo que intento es darle un traje, una paleta de color que se adecue a la emoción que yo quiero expresar en esa canción. Si estoy cantando de Ultrabellezame imagino muchísimas cuerdas por todas partes. Y su grave con mucho reverb para que quede en profundidad, como si hubiera un fondo y un cielo. Y así con cada canción. Es la producción la que se adecua a la artista.
Publicas “Bien de amores”, un nuevo sencillo en el que, de primeras, se observa que el tema del desamor sigue teniendo muchísima fuerza, aunque visto desde un punto de vista muy optimista, sin desesperación. ¿Cuánto de importante es para ti el optimismo? Porque es algo que irradias siempre que puedes y que sabes transmitirlo en tus directos también.
Me han enseñado a ser así. Mi abuelo es una persona muy sensible y a la vez muy juguetón. Por la vida siempre está contando chistes, cantando cosas a veces muy profundas y otras súper graciosas, y me han enseñado a vivir así y a comprender que la vida no es siempre un bálsamo. La vida tiene unos vaivenes que agitan muchas veces casi sin piedad. Yo decido transitar esos vaivenes con la máxima alegría del universo y no perder la sonrisa, aunque suene un poco tópico, pero es bastante complicado en ciertas ocasiones. El optimismo te ayuda a disfrutar incluso de lo malo, aunque parezca imposible muchas veces. Pero si lo hago así, siento que aprendo, que crezco, que puedo disfrutar, que me da para hacer canciones. Si lo vivo de otra forma, más pesimista, en la que también he estado, siento que es un callejón sin salida que me destruye y puede que sea un pozo al que caiga y luego no tenga una cuerda para salir. Entonces, prefiero el optimismo por lo que sea.
Estilísticamente, y un poco en la línea que te lo planteaba antes, pero en sentido opuesto, parece que con “Bien de amores” has tenido una vuelta a las raíces. No sé si esto es algo que se pueda percibir así en su génesis, pero ¿sientes esa necesidad de volver a menudo?
Es que lo bueno de cuando tú tienes un origen tan marcado como el mío, es que puedes irte y volver cuando quieras, porque te esperan. En este momento necesitaba una guitarra flamenca que diera como una espada que pincha en un punto justo donde yo necesitaba esa guitarra. No es una cosa premeditada, y de hecho esta canción nació meses después de que hiciera ULTRABELLEZA. Y no es un ahora vuelvo, ahora me voy. No, es lo que necesito y es lo que soy. Por eso, cuando canto R&B sigue sonando flamenco y cuando canto flamenco suena a vanguardia. Raro, raro. Como mi mezcla personal.
No sé si con este sencillo podemos dar por hecho el cierre de un ciclo. ¿Lo sientes así o ha sido fruto de esa evolución vital, como que forma parte de un trayecto?
Creo que “Bien de amores” hay que entenderla como una obra independiente. Ni como un puente, ni como una forma de empezar algo o de terminarlo. “Bien de Amores” es “Bien de Amores”, y por eso la presento sola. La podía haber incluido en el disco perfectamente si hubiera querido, pero decidí que no porque es una cápsula en sí misma y es una forma de desahogarme. Quería celebrar un desahogo porque pensaba que se me acababa una relación y se me acababa el mundo. Y descubrí que no, que realmente empezaba. Y me descubrí a mí y empecé una relación conmigo misma que no había tenido nunca jamás. De repente me gustaba muchísimo la adulta que soy, me gustaba la vida que he construido. Empecé a disfrutar de mí y empecé a vivir.
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Lógicamente, suena como una catarsis.
Totalmente. La música no siempre es una catarsis, pero en este caso sí.
¿Y en los directos? Porque eres capaz de ofrecer un concierto muy íntimo, conciertos que llegan a un público capaz de emocionarse y, en otra nueva evolución, salir a un escenario radicalmente distinto, con unos acompañamientos diferentes. Esa puesta en escena pareciera que se ha ido agrandando más. ¿Es también una necesidad tuya de expresión o es algo que va un poco con el devenir, del haber crecido en visibilidad, en popularidad?
La música te lleva a ti. Yo muchas veces quiero llevarla a ella, quiero pensar a largo plazo, quiero planear, y nunca me sale. Siempre me lleva a ella, me elige. Este año vamos a girar por siete países, pero el año que viene no puedo decirte cómo irán las cosas. Soy afortunada de que la música me lleve cada vez a escenarios más grandes y pueda conectar cada vez con más gente. Tengo un sueño que no tiene nada que ver con la música, que es que me gustaría que el mundo fuera más sensible en sí. Yo lo intento conmigo, intento sensibilizar, intento aportar material de calidad a los corazones que se me acerquen. Y bueno, poco a poco y gracias a la música consigo conectar con más personas. Y cuando eso sucede, me esfuerzo al máximo porque las cosas sean como el público merece, que es excepcional. Quiero que tengan una experiencia que no olviden y por eso me esfuerzo tanto. Intento que el escenario sea cada vez, no digo grande o pequeño, sino que sea único, que sea una cosa que tú notes que hay fondo. Pues como el iceberg que lleve a las Noches del Botánico, que habla más por lo que no se ve que por lo que se ve.
Y también es muy relevante para el espectador esa interacción y agradecimiento que reflejas en los conciertos, pero también un reconocimiento a gente muy especial para ti. Siempre está la familia, has hablado de tu abuelo, lógicamente es una figura muy fundamental, pero vas agrandando ese círculo relacional. Nunca te olvidas de los primeros, no los vas sustituyendo, sino que aumenta. ¿Qué aportan esas nuevas personas en tu vida?
Inspiración infinita, amor profundo, admiración profundísima. Me siento muy privilegiada porque comparto momentos con artistas que son buenos artistas, pero son personas. Y eso me devuelve mucho la fe en la industria, que muchas veces la pierdo, ¿sabes? Pero bueno, la verdad que mi Zaharami Martí Perarnaumi Costami Valeria Castromis músicos increíbles que son de calidad humana, Carlos Sosa, Juan Martími técnico, Carlos Grimaldi… Me gustan mucho. Son de esas personas que me nutren, independientemente de que sean unos grandes profesionales. Paso muchas horas metida en una furgoneta, metida en un avión, ensayando, haciendo pruebas de sonido encima de un escenario. Antes y después del momento del público se fragua algo que es decisivo, que te puede dar las ganas de seguir girando o quitártelas. Y me gusta poder decir que yo tengo muchísimas ganas de girar con mi gente, que me gustaría tener cada día experiencias más bonitas con ellos, que me encanta que me puedan acompañar al Pequeño escritorio o a brindar después de cada concierto, que nos contemos nuestras cosas, que adoren a mi perro… Soy muy feliz con ellos.
Lo de ir de gira… Desde muy al inicio de tu carrera tuviste la oportunidad de salir fuera de España a entornos que, por la idiosincrasia de tu estilo, pueden llegar a ser totalmente distintos a nuestra escena. ¿Qué has aprendido de ellos? ¿Has tenido la misma sensación de que puedes ampliar ese círculo con gente de fuera y no sólo con tu círculo más íntimo?
Totalmente. A ver, tengo que mejorar mi inglés (ríe), pero cada vez voy mejor. Sí, tengo personas muy bonitas fuera de España que me esperan y a quien yo espero aquí y siempre recibo con los brazos abiertos. Tengo muchas ganas de poder seguir conociendo el mundo porque pienso que es muy grande, yo soy muy chica y me quedan muchas cosas por aprender y me gusta que volver a España y sentir que llevo amigos nuevos.