Las llamadas inesperadas de números desconocidos, en las que no hay nadie del otro lado, pueden ser más que una simple molestia. Ante la dinámica de que llamen, no hablen y corten, el usuario suele pensar que es algo para darle poca importancia. Y, sin embargo, puede ser mucho más que eso: también puede ser la puerta de entrada a una estafa. El robocalling, llamados realizados por bots, está en auge y es menos inofensivo de lo que parece.
Existen dos tipos principales de robocalls: las meramente publicitarias y las potencialmente peligrosas. Por un lado están las clásicas llamadas para captar la atención para promocionar productos o servicios y, si se contesta, se recibe un mensaje grabado. Incluso, si no se atiende, muchas veces deja un mensaje en el buzón de voz.
Aunque estas llamadas son molestas, no conllevan un rastro de ilegalidad y hasta pueden ser evitadas al anotarse en el Registro Nacional No Llame, donde se puede denunciar a las compañías que no cumplen con la normativa en la que un usuario declara de manera explícita que no quiere recibir estas llamadas.
Sin embargo, hay algunos riesgos más grandes asociados a esta dinámica, que pueden costarle caro al usuario si no está atento.
Las llamadas se pueden usar para algo muy básico, pero muy eficiente: saber si una línea telefónica está activa. Esto sirve mucho para los estafadores, cuando buscan verificar la actividad de un teléfono para luego llevar a cabo un segundo ataque, conocido como ingeniería social.
Esto puede incluir, también, contactar a una víctima a través de WhatsApp o su número de teléfono para obtener información personal que podría ser utilizada para robar tu identidad o cometer fraudes.
En ambos escenarios, su objetivo es recopilar más información sobre la persona. Esto puede ser para tomar control de su cuenta de WhatsApp y utilizarla para contactar a otras personas, solicitando dinero bajo el pretexto de una emergencia bancaria, o para iniciar una conversación, grabar respuestas como “sí”, “no” o “de acuerdo”, y luego usar esas grabaciones para suplantar a la persona y contratar servicios en su nombre.
Estas estafas fueron muy comunes durante estos años, aprovechando siempre la coyuntura: desde hacerse pasar por el Ministerio de Salud para la vacuna del covid, hasta la clásica estafa del paquete del correo argentino,