La adquisición de Twitter por Elon Musk, ahora rebautizada como “X”, fue un acontecimiento que sacudió la industria tecnológica, generando tanto expectativas como incertidumbre. Y si bien en varias ocasiones ofreció justificativos poco creíbles, la semana pasada recurrió a una versión filosófica.
Como es de público conocimiento, tras infinitas idas y vueltas, Musk finalmente aceptó cumplir con lo pactado y desembolsó los 44.000 millones de dólares por Twitter, el doble de lo que vale hoy esta plataforma.
En abril de este año, Musk dijo que hacerlo fue “doloroso”, pero que no tenía opción: la Justicia iba a obligar a respetar la oferta que había hecho a principios de 2022, así que mejor cumplir con ella antes que entrar en un pleito legal.
Días atrás, el propio Musk, ofreció una versión alegórica de los motivos que lo impulsaron a seguir adelante con la compra. Fue durante una entrevista con el presentador Joe Rogan, en EE.UU.
Durante la charla, afirmó que, cuando empezó a plantearse la adquisición de Twitter, estaba preocupado por el “efecto corrosivo en la civilización” del llamado pensamiento woke, un término para referirse a quienes se enfrentan al racismo, pero que hoy también se emplea para definir una forma de protesta no violenta.
Tampoco ocultó su preocupación por el impacto que tienen este “virus mental” que ataca la civilización. “El resultado de ese virus queda muy claro cuando caminas por las calles del centro de San Francisco. Es el fin de la civilización”, señaló.
Según Musk, en cualquier otro curso de la historia, la cultura woke hubiese sido “una corriente filosófica muy específica y limitada geográficamente”. Sin embargo, “consiguió un sistema tecnológico e informativo (Twitter) que lo ayudó a propagarse como un virus por el resto de la Tierra”.
El multimillonario ha insinuado que la libertad de expresión en la plataforma es un aspecto esencial, a pesar de que la misma ha sido señalada por fomentar la divulgación de desinformación. Esto lo llevó a decidir la compra de Twitter por 44.000 millones de dólares.
También aseguró en varias ocasiones que esta corriente de pensamiento suprimió los puntos de vista alternativos en Twitter antes de su llegada y que había penetrado completamente en la industria del entretenimiento.
Sobre esta fijación, hay un capítulo de Walter Isaacson en su biografía. Elon Musk entiende que la transición de su hijo Xavier a autopercibirse mujer (y llamarse Vivian Jenna Wilson desde abril de 2022) es culpa del virus woke con el que fue “contagiado” en la escuela a la que iba en Los Ángeles.
El multimillonario cree que su hija trans, a quien califica de “comunista”, rompió la relación con él porque le habrían lavado el cerebro para que “pensara que cualquier persona rica era mala.
Datos de una realidad endulzada
En cuanto a los hechos, hay una explicación solapada con la realidad, ya que, en abril de 2022, fue el salto de mayor popularidad del multimillonario y tras unos negocios redondos, comenzó a coquetear con la adquisición de la red social.
Las acciones de Tesla se habían multiplicado por 15 en cinco años, por lo que cotizaba más que las siguientes nueve automovilísticas juntas. SpaceX había puesto en órbita el doble de masa que el resto de empresas y países juntos. Sus satélites Starlink habían creado una red privada que daba conectividad a 500.000 suscriptores en 40 países.
Además, acababa de vender opciones sobre acciones (stock options) por valor de 10.000 millones de dólares. “No quería dejar ese dinero en el banco, así que me pregunté qué producto me gustaba, y la respuesta era fácil: Twitter”, cuenta el propio Musk en su autobiografía.