Cuando, el 26 de marzo de 2022, Sleaford Mods reventaron y pusieron patas arriba la madrileña Sala But (ahora rebautizada como La Paqui) con motivo de la presentación del espléndido “Spare Ribs” (Rough Trade, 21), era evidente que su siguiente visita a la ciudad tendría como parada La Riviera, en ese salto habitual de aforo que asumen los artistas a medida que escalan peldaños de popularidad. La profecía se cumplía poco más de año y medio después de aquella inolvidable velada, y la dupla formada por Andrew Fearn y Jason Williamson regresaba a la ciudad para estrenar emplazamiento y defender en directo los temas de su último álbum, el de nuevo destacable UK Grim (Rough Trade, 23).
Se presumía noche interesante, por tanto y atendiendo a los antecedentes, pero todo iba a comenzar a torcerse tras la muy interesante presencia de la también británica LoneLady como artista invitada, que apostó sobre todo por los satisfactorios temas incluidos en su disco de hace ocho años Hinterland (Warp, 15). Para empezar, la sala lucía buen aspecto, pero sin colgar el ansiado cartel de “entradas agotadas” (y con no pocos presentes pasando bastante de la actuación), así que, cuando el dúo salió al escenario no fue difícil comprobar que la ardorosa intensidad y agresividad lucidas en su anterior visita resultaban, en esta ocasión, sensiblemente menos marcadas. Quizá fuese porque el efecto sorpresa ha ido disipándose con el paso del tiempo o porque les favorecen las distancias cortas, propicias cuando de acoger su candente propuesta se trata. O pudiera ser, simplemente, que los de Nottingham no tuviesen la mejor de sus noches. Pero, en uno u otro caso, la idea de que venían funcionando con el piloto automático flotaba en el ambiente. Una sensación extendida también a un público al que le costaba entrar en calor (muy lejos de la agresividad mostrada en la mencionada But), mientras los ingleses ofrecían un concierto sencillamente correcto, sostenido sobre las propias peculiaridades de su música. Las mismas que en realidad no son pocas y que, de un modo u otro, fueron arrastrando al oyente a terreno propio.
La fórmula de Sleaford Mods es, en realidad, tremendamente básica, casi primitiva en su manifestación sobre las tablas. Fearn se limita a lanzar la base pregrabada del tema en cuestión desde su portátil y bailar por todo el escenario, mientras Williamson ejerce en su papel de macarra con pinta de acabar de llegar de Magaluf. Sucedió que este último se mostró más domesticado que de costumbre, con repertorio limitado de poses y bailes y, en definitiva, menos desafiante. Y, pasa, que así el invento palidece ligeramente. Fue a partir de los tres cuartos de hora y con “Mork n Mindy” ejerciendo como punto de inflexión, cuando el asunto parecía pillar impulso definitivo, mantenido después con piezas del tipo de “Dlwhy” o “So Trendy” y apostillando (ahora sí) con solidez y presencia esa mezcolanza de post-punk, hip hop, new wave y punk a secas. Un subidón efímero, ya que mientras sonaba “Nudge It” alguien tuvo a bien lanzar una bandera o pañuelo de Palestina al vocalista, quien paró la actuación y abroncó al (o la) responsable, advirtiendo de que no debía volver a suceder… antes de devolver el objeto en cuestión. Minutos después (y tal y como cabía esperar en un ambiente ya caldeado) la escena se repetía, Jason Williamson tiraba el micro al suelo en mitad de la canción y abandonaba el escenario. Las luces se apagaban y lo siguiente que acertamos a ver fue a Fearn recogiendo su instrumento de trabajo, mientras una relativa lluvia de vasos comenzaba a caer sobre el escenario. Se confirmaba que, tras unos ochenta minutos, el concierto había llegado abruptamente a su fin.
El combo justificaría su espantada en redes, apuntando que evitan tomar parte en un conflicto bélico que lamentan pero que reconocen no entender del todo, algo que no deja de resultar chocante dado su habitual posicionamiento socio-político. La realidad es que (casi) en ningún momento se les vio especialmente cómodos o motivados, y el asunto no parecía tan grave como para propiciar esa cancelación prematura en el último tramo de la actuación. En cualquier caso, es evidente que Sleaford Mods no estuvieron a la altura de su currículo, ese que incluye siete álbumes y conciertos arrasadores de los que salir bañados en sudor. Lo cierto es que, a su cacareado paso por orillas del Manzanares, ofertaron bastantes menos nueces de las previstas.
Foto Sleaford Mods: Blanca Orcasitas