Cuando Hipnosis: Arma invisible tuvo su, première mundial en el mismísimo marco del Festival de Cannes un viernes por la noche, desfiló por la alfombra roja su director, Robert Rodríguez, pero extrañamente no su protagonista, Ben Affleck.
Tal vez estaba ocupado en otras cosas, o tal vez prefirió pasar más y mejor tiempo con su señora Jennifer Lopez. Pero la ausencia del ganador de dos Oscar llamó la atención, y sí, en una première le baja las expectativas a la película que protagoniza.
Ni tanto ni tan poco. Hipnosis: Arma invisible es otra película de Robert Rodríguez con los pies sobre la tierra a la hora de rodar, pero con la mente en la estratosfera al imaginar el guion, las secuencias, los diálogos.
La primera escena es, como suele suceder en muchos filmes, fundamental. El personaje de Affleck está en una sesión de terapia. Pronto sabremos por qué. El detective de la policía de Austin Daniel Rourke, que suele gruñir más que hablar, está atormentado. Recuerda el secuestro de su hija. Nunca apareció, ni pudo recuperarla, lo que, entre otras cosas, lo llevó al fin de su matrimonio.
La cuestión, la pregunta es si Rourke está como para volver al trabajo. “Creo que es lo único que me mantiene cuerdo”, se le entiende entre gruñidos.
Y ahí va Rourke, que no es Mickey, junto con su compañero a seguir una pista sobre un probable robo a un banco. Lo cual sucede, pero tiene características extrañas, con personajes actuando de manera, digamos, particular, sintomático y peculiar. Como sea, Rourke llega hasta las cajas de seguridad (que era el objetivo del robo) y se sorprende cuando descubre que le han dejado una pista dirigida a él.
Antes de que todo parezca reñido con lo sobrenatural, o con una película de Christopher Nolan, pero Clase B, llega la explicación. Que, claro, tiene que ver con el título.
Affleck, que está y se lo ve grande, es aquí como un Clint Eastwood para los millennials. Su construcción del personaje lo hizo parco, todo lo contrario a lo que es Diana Cruz (Alice Braga), una psíquica, que lo explica todo. Los hipnóticos son gente “con la capacidad de influir en el cerebro de otros”, y que hace que algunos vean y hagan cosa y que les parezca real. Pero no.
¿Tendrá algo que ver esto con la desaparición de la hijita de Rourke? Para saberlo, habrá que atrapar a Dellrayne, al que se lo define como “el hipnótico más poderoso”.
Un programa secreto del gobierno
El gobierno de los Estados Unidos tiene que ver con el asunto, por lo que las teorías conspirativas pueden o no tener cabida, ser seguidas o simplemente ser un distractor de lo que Hipnosis debería ser: un filme de acción con suspenso.
Robert Rodriguez construyó un par de escenas impecables, pero todo lo bueno que fue armando al comienzo se termina desdibujando un poco cuando se llegue al desenlace (quédense después de que arranquen los créditos finales). Ahí, ya sí, parece que el director de El Mariachi le está tomando el pelo al espectador. Algunos lo verán como un guiño cómplice.
Para que una película entre el Bien y el Mal funcione, no solo hay que tener un protagonista al que se le tenga empatía, sino que hace falta un buen, buen villano. William Fichtner lo es, con solo gesticular. Algo mejor que Affleck, no parece en pantalla sentirse muy cómodo y quizá allí esté, o no, la respuesta a su ausencia en la première.
“Hipnosis: Arma invisible”
Acción Estados Unidos, 2023. Título original: “Hypnotic”. 93’, SAM 13 R. De: Robert Rodríguez. Con: Ben Affleck, Alice Braga, William Fichtner, JD Pardo. Salas: Hoyts Abasto y Unicenter, Cinemark Palermo, Cinépolis Recoleta, Showcase Belgrano.