Ramón Rodríguez nunca hubiera querido que la continuación de Coplas del andar torcido (BMG) contuviera las canciones que contiene este Postales de Invierno, primera referencia de su sello Cielos Estrellados, y primer disco de The New Raemon en solitario en tres años. Brotaron tras la prematura muerte de su amigo Sergi Irurtzun el pasado año. Todo empezó con un largo poema escrito en una noche de insomnio y ha terminado conformando un álbum, que como muchas otras expresiones culturales, afronta la pérdida ya no sólo como vehículo de consuelo, sino como un bello homenaje que perdurará para siempre.
Hace algunos años tras perder a su hijo, Nick Cave comentaba que «los humanos somos esencialmente criaturas de pérdida, todos nosotros, esa pérdida es nuestra condición común. Es esta rotura la que nos hace tan impresionantemente humanos, incluso aunque suframos tenemos la capacidad de hacer y crear cosas maravillosas». Una premisa que inunda Postales de Invierno, un disco lleno de afectos, que deja clara la importancia y el peso de Sergio en cada rincón. Junto a él nació de manera inconsciente lo que terminaría siendo su oficio y su forma de trabajar a la hora de crear –«Pienso en cuando cantábamos juntos y teníamos todo por hacer» canta en «Iruntzun»-, pero fue mucho más allá, manteniendo una cercana relación hasta su partida.
Para afrontar un reto tan íntimo, nada mejor que rodearse de su familia -real y musical-, desde sus hijas Jazz y Leia Rodríguez, a sus inseparables compinches Marc Clos y David Cordero, el bajo de Javi Vega, las baterías de Victor García y Ricky Lavado o la producción junto a Santi García. Todo partió de la sobrecogedora «Caen los árboles», desde la que fueron desarrollándose el resto de piezas que conforman el trabajo más espontáneo de su discografía, creado en apenas cuatro meses. Obra conceptual que no solo habla desde lo más profundo y de tú a tú a un amigo en las sentidas «Irurtzun», «Postales de invierno», «Entre el alba y la noche» y «El último paisaje» con el peso constante que aporta el violoncello de Antonio Fernández Escobar, sino que desarrolla una serie de imágenes a su alrededor en la nihilista «El futuro es una idea», la melódica «El canto del pájaro a mediodía» («Hay heridas que se cantan en la hora más solitaria») o una sobria «Rompe la ola en tu acantilado», con unas cadencias que remiten indisimulamente al Wish (1992) de The Cure.
Una sólida y personal obra, en la que encontraremos pasajes en los que todos, en mayor o menor medida, terminamos identificándonos y comprendiendo que la muerte sólo nos robará a quienes queremos, si no somos capaces de inmortalizarles en nuestra memoria.
Escucha The New Raemon – Postales de Invierno