Siete años y un buen puñado de bandas sonoras después, Remate publica el que es su nuevo álbum de estudio con canciones al uso. Todo lo al uso que puedan ser las composiciones de uno de esos artistas esquivos y con una personalidad propia tremendamente marcada, claro. Contactamos con el músico para saber más acerca del presente regreso, concretado en Dos galgos blancos (Everlasting, 23).
“En este disco me reencarno en personajes que admiro y que miran el mundo de manera especial”
Creo que “Dos galgos blancos” (Everlasting, 23) es un disco especialmente intimista, de esos que hay que degustar muy muy despacio ¿Estás de acuerdo? ¿Qué tipo de disco querías hacer? ¿Qué aspecto buscabas para este disco?
Me alegra que lo veas así. Sí, es un disco para escuchar, y tal vez hoy eso significa intimista. Pero para mí, entonces, toda la música que me gusta es intimista. He hecho el disco que quería hacer, y eso casi nunca se consigue. Gracias a que he dedicado tiempo, a la ayuda de Wild Honey, a la experiencia… pero también en cierto modo a no valerme de la experiencia, sino esperar a que ocurrieran esas cosas que necesito para que una canción tenga sentido: pescar un Big Fish, que todo salga a flote sin forzarlo.
¿Qué dirías que hay de inédito en “Dos galgos blancos” con respecto a todos los anteriores trabajos de Remate?
Seguramente tenga más cosas en común con otros de los que creo, pero quizá haya una evolución o depuración de ideas: sin duda la idea de “la nada”, de la “transparencia”, como si de una película de Kelly Reichardt se tratara. Que parezca que los personajes son y no interpretan, que la ficción parezca a veces un documental. Hace mucho que eso es lo que me cautiva y creo que cada vez estoy más cerca de lograrlo.
El disco está co-producido por Wild Honey ¿Cómo ha influido en el sonido final? ¿Podría incluso considerarse que “Dos galgos blancos” es una colaboración?
Una colaboración en toda regla. Su rol de co-productor es esencial, y en su caso además de amigo, de confidente, de filtro de calidad… es esencial. Entre otras muchas cosas, Wild Honey ha conseguido que yo haga el disco que tenía en la cabeza, un disco que queremos que parezca sencillo, aunque para llegar a esa apariencia, a ese “Kelly Reichardt”, tuvimos que trabajar mucho. Yo me he centrado en las canciones y en su interpretación. No me he grabado, sino que me ha grabado él, porque odio ensayar y hacer muchas tomas. Para eso hace falta olvidarte de todo y dejar que la interpretación sea libre, y por eso es esencial dejarlo en manos de alguien en que tengas absoluta confianza y que te entienda a la perfección.
Para la mezcla final confiaste en Kenny Gilmore ¿Qué aportó al sonido final?
Kenny Gilmore es el responsable de algunos de mis discos favoritos de los últimos diez años: productor de álbumes de Julia Holter, Weyes Blood, Ariel Pink… que han sido muy importantes para mí. Pensé que era el adecuado para mi disco y Wild Honey estuvo completamente de acuerdo, así como Mark Kitcatt, director de Everlasting (y otra persona fundamental en este disco, ya que me apoyó en hacerlo tal y como yo quería). Le pasé las canciones y no hubo dudas: le encantaron los silencios y la propuesta en sí, además de la idea un poco meditativa de las canciones. Su labor es el “revelado” de las canciones. Esa idea fotográfica. Un lujo.
¿Por qué todas las canciones tienen nombres de personas? ¿Has hecho, en este disco, el ejercicio de expresarte a través de los ojos de otra gente?
Exacto: soy ellos durante un rato. Me reencarno en unos personajes que admiro y que miran el mundo de una manera especial, única. Viajo a ellos y en ellos. La descripción de cada personaje del disco es la siguiente: Miranda July (artista), Maribel (la profesora de infantil de mis hijos), Sannah (fotógrafa y maquinista sueca que descubrí en Instagram), Xavier Dolan (cineasta), David Attenborough (naturalista), Dolly Parton (cantante country), Nagomi Neagari (cocinera) y Aviva (personaje de varias películas de Todd Solondz).
¿Cómo definirías la narrativa que utilizas en estas nuevas canciones?
Podría ser un poco sinestésica, que las palabras (y por supuesto la música) detonen sensaciones, imágenes, emociones, recuerdos, hasta olores, viento. Aunque no ha sido un proceso muy consciente y muchas veces hasta se me olvida, “Dos galgos blancos” tiene una relación sustancial con mi libro “Yo creo que Banksy eres tú” (Mr. Griffin, 22), pero es una relación insólita, de dimensiones paralelas, de realidades que comparten personajes y algunas tramas, en algunos casos hasta contradictorias. Las decisiones vitales que toman los protagonistas (a los que admiro profundamente) son a veces parecidas y otras diametralmente diferentes que en el libro.
Me gustaría preguntarte específicamente por algunas de las canciones del disco, comenzando por “David Attenborough”, que es mi favorita.
Es una canción que concibo como una voz en off de un paisaje desolador. Donde recuerdo la belleza más increíble, los animales y David Attenborough en algún paraje maravilloso, aunque la realidad sea Mad Max. Pero ese es mi pálpito. Si a ti te sugiere otra cosa es más importante que mi idea.
“He hecho el disco que quería hacer y eso casi nunca se consigue”
“Sannah” es otro de los temas que me gusta especialmente.
Sannah es una maquinista, fotógrafa, tatuadora, ilustradora… que descubrí en Instagram (instagram.com/sannah.jpg). En Instagram podría quedarme siguiendo solo a Sannah. Sería como el libro que me llevaría a una isla desierta. Es sueca, y donde vive, sus amigas, su familia… todo es un sueño. Mi sueño: nada relacionado con la opulencia, sino la armonía de la belleza: personas, naturaleza, libertad.
La frase que da título a la referencia está tomada de “Maribel” ¿Por qué la elegiste?
Seguramente es la frase que mejor resume el disco: dos galgos blancos, o uno reflejo de otro, tras el cristal. Ese espejo, el verse reflejado en el río, el cruzarse contigo mismo por la calle, el verte a ti desde fuera, el tomar decisiones en la vida como caminos a elegir, y uno te lleva a X y otro a Y. Esa idea dentro de un día cualquiera. El día menos pensado.
Desde 2016 no teníamos disco de Remate con canciones, digamos al uso, como las incluidas en “Cabello de ángel, tocino de cielo” (Relámpago, 06) ¿Por qué ha pasado tan tiempo?
No lo sé, pero puedo intentar explicarlo: tres hijos, muchas bandas sonoras, algunas personas importantes de mi vida murieron, una idea clara de pasar página a canciones confesionales… Esperé a que las canciones aparecieran. No fui a buscarlas.
Lo cierto es que ya eres un veterano de la escena ¿Cómo crees que ha cambiado esta desde tus comienzos hasta ahora?
En la forma mucho: plataformas y etc. Pero en realidad me ha sorprendido que en términos esenciales es igual que hace veinte años. De todos modos, creo que siempre he sido un satélite.
Tengo que decirte que, personalmente, me gustó mucho “Una araña a punto de comerse una mosca” (Todos Nosotros, 12) ¿Cómo percibes ahora ese trabajo, con la perspectiva que da el paso del tiempo?
Gracias. Fue un disco especial, con ese halo de atrapar un tiempo concreto al vacío. Me llevo bien con mis últimos discos, ése entre ellos. Después de mucho tiempo sin escucharme, y en general odio escucharme y mi familia y amigos se enfadan conmigo porque “no les dejo” pinchar mi música, cada vez me da mejores sensaciones.
¿Cómo es tu forma de trabajar cuando compones una banda sonora?
Guau. Esta pregunta no se puede responder concretamente porque es diferente en cada proyecto, con cada cineasta: un mundo. En general: me suelen mandar el guion (no siempre pero últimamente sí), lo que es genial. Lo leo y ya tengo ideas. Hablamos, puede que haga bocetos, puede que hasta señale dónde podría ir música en el guion. Y con ese trabajo previo luego seguimos y seguimos… La clave es dar con la BSO identitaria del proyecto. Que sea su naturaleza, aunque esta puede ser naturaleza muerta o un bosque de pinos… De este trabajo previo hasta el final puede distar mucho, pero así siempre iremos depurando la música hasta intentar llegar a la excelencia.
Componer música para películas, series y documentales es una actividad que ocupa a varios músicos de esa escena, ya sabes, llamada independiente, caso por ejemplo de Julio de la Rosa o Miguel Rivera de Maga ¿Por qué crees que sucede esto?
Esto está pasando en todo el mundo, en todo el cine europeo, americano, asiático… Cada vez (con excepciones) se busca una personalidad más clara y única en las BSO y eso es genial. Yo tengo la suerte de unir la formación clásica y mi experiencia de canciones, y eso es una gran ventaja.
Para terminar y volviendo al nuevo disco, supongo que habrá gira presentación ¿Cómo van a ser esos conciertos y en qué formato tienes pensado ofrecerlos?
Habrá, estamos en ello. El 5 de enero por la mañana tocaré en Madrid, en La Casa Encendida. A veces estaremos los tres: Wild Honey, Ismael Campanero (contrabajista) y yo, y otras veces yo solo. Depende. No sé cuántos conciertos daré. Pero serán especiales.
Escucha ‘Dos galgos blancos’ de Remate
Foto: Ana Bolivar