Adaptación de la obra literaria más popular de Asia Oriental, es mejor que muchas que estrenan en los cines.
Cómo un personaje narcisista, feo y engreído puede convertirse en protagonista casi absoluto de una comedia de acción animada: eso es El Rey Mono, que Netflix acaba de estrenar en su plataforma de streaming.
La historia es una adaptación, con varios cambios, por cierto, de Viaje al Oeste, una novela china de Wu Cheng’en, del siglo XVI, de la época de la dinastía Ming de la que en Occidente se han visto otros productos basados en ella, de series animadas a películas.
Es, probablemente, la obra literaria más popular de Asia Oriental.
Y no, no llega a ser el sumum de la animación que le dio a Netflix su Oscar en el rubro mejor película de animación este año, por Pinocho de Guillermo del Toro, pero tiene sus armas como para defenderse.
Decíamos que el protagonista era casi un indeseable. Nació de una roca (?), no se le conocen padres y desde que creció se convirtió en un gran peleador. También, padece un trastorno de personalidad narcisista impresionante, pero eso lleva a algunos de los muchos gags que tiene esta coproducción entre estudios de animación de China, de Hong Kong y de los Estados Unidos.
El monito fanfarrón le roba al Rey Dragón, que vive en las profundidades del océano, una vara con poderes, que el simio desea utilizar para obtener la inmortalidad.
Seres especiales y algún que otro humano
Todo es una historia entremezclada con dioses, seres especiales y algún que otro humano, como Lin, la niña que termina sirviendo de “asistente” de El Rey Mono.
Si van a ver la película y no quieren enterarse de algo como un spoiler importante, salteen de párrafo ahora. Pero es ese personaje, que esconde un secreto (la niña hizo un pacto con el Rey Dragón, que le aseguró que si le ayuda a recuperar la vara mágica, salvará a su pueblo de una sequía) uno de los mejor construidos, precisamente por esa ambigüedad. Es como un doble espía.
Si El Rey Mono se lleva o se roba todos los encuadres, El Rey Dragón es otro de los protagonistas que a fuerza de gracia y algún que otro tema musical se va ganando el cariño de los espectadores.
El Rey Dragón también está muy bien construido: no puede estar lejos del agua, porque el cuerpo comienza a resquebrajársele, y entona un himno a la hidratación (lo llevan de un lado a otro en una bañadera).
Decíamos que la adaptación dejó cosas en el camino, como por ejemplo toda la corte que acompaña al Rey Mono, del monje Tripitaka al monstruo marino Sandy, pasando por el cerdo Pigsy. Así como Disney, al adaptar la Mulán animada y la hizo con actores eliminó al asistente dragoncito Mushu, y lo reemplazó por otros personajes, aquí sucede algo similar con Lin, la niña.
Similar, pero no tan grave, porque Lin tiene su encanto y es quien hará comprender al monito engreído que hasta en las cosas más pequeñas se puede encontrar desde poder hasta ayuda y solidaridad. No es poca cosa.
“El Rey Mono”
Buena
Animación. China / Hong Kong / Estados Unidos, 2023. Título original: “The Monkey King“. 92′, ATP. De: Anthony Stacchi. Con las voces de: Jimmy O. Yang, Bowen Yang, Jolie Hoang-Rappaport, BD Wong. Disponible en: Netflix.