“No estaba seguro de querer visitar al muerto, pero por mi interés periodístico acepté“.
Entonces, el ayudante del sheriff le condujo por la colina que da acceso a Graceland y tras superar varias puertas llegó a una escena que nunca podrá olvidar.
“En la sala, un ataúd había sido apoyado sobre caballetes. Detrás del ataúd, en un arco sombrío, estaban los miembros de la familia Presley, incluida la ex esposa de Elvis, Priscilla, su hija Lisa Marie y su padre, Vernon. Uno a uno, les estreché la mano, extendiendo mi brazo sobre el ataúd donde el mejor cantante del siglo XX yacía muerto a la edad de 42 años“.
Cole expresó sus condolencias a la familia, en su nombre, en el de la BBC, y hasta en nombre del Reino Unido y de sus millones de fans en el mundo entero. Le sonrieron y contestaron con cortesía. Resultaba que él era la primera persona invitada a Graceland ajena a la familia.
“¿Cómo se veía Elvis? No muy bien. Siendo inglés, no me gustaba mirar fijamente. Pero fue una vista tan extraordinaria, que tuve que detenerme en cada detalle. Lo más sorprendente fue el tamaño de su rostro. Tenía la forma de una sandía muy grande y pálida, como la muerte. Supuse que las drogas habían causado la hinchazón. Llevaba un traje negro, una camisa blanca y una elaborada corbata de satén blanco“.
“Su pelo me perturbó. Yo había sido uno de los primeros fans de Elvis. A los 13 años, mi madre me compró un disco de 78 rpm de Heartbreak Hotel. No escuchábamos nada como eso en 1956. Elvis era un hombre blanco que cantaba como un hombre negro. Su cabello revuelto era parte del atractivo rebelde. Pero en su ataúd, el cabello de Elvis había sido peinado. Una raya había sido dibujada a la derecha, como con una regla. Escuché más tarde que el peluquero estaba orgulloso de su trabajo”.
“Sentí que era una lástima que Elvis conociera a su Creador luciendo así. Bob no pudo filmar en la casa”.
Una vez fuera de Graceland entrevistaron al mánager de Elvis, Joe Esposito. Negó tajantemente que Elvis hubiera tomado drogas.
Lo mismo la policía y el Baptist Memorial Hospital a donde se había llevado inialmente su cuerpo. El médico forense, el Dr. Jerry Francisco, insistió en que “las drogas no formaban parte de la muerte de Presley”.
“Llegué a la conclusión de que nadie en Memphis iba a delatar a su residente más famoso. Más tarde varios documentos revelaron que había 14 drogas diferentes en su cuerpo”.
Bob y Cole caminaron por el actual Elvis Presley Boulevard, y se metieron en The Beef and Liberty donde su dueño les dijo que Elvis nunca había puesto jamás un pie adentro. Era prácticamente un prisionero en su casa de la colina.
También filmaron la caravana de coches de funeral; una docena de cadillacs blancos, el auto favorito de Elvis. Para ese momento los estadounidenses habían reaccionado y habían alcanzado el duelo del resto del mundo: 80.000 personas fuera, en las calles.
Elvis había muerto, pero, simplemente, mucha gente no se lo creía:
“Hubo especulaciones, a pesar de las declaraciones de los médicos y un forense, de que él pudo haber fingido su propia muerte y haberse escondido”.
Veinte años después, en 1997, un productor de la BBC le llamó por teléfono. Dijo que estaba haciendo un programa sobre cultos.
“¿Por qué me estaba llamando? Porque estaba investigando el culto de Elvis Presley. No sabía que había uno. Dijo que había muchos miles de personas que creían que Elvis todavía estaba vivo. Ellos le reverenciaban. Algunos le adoraban”.
Entonces le sorprendió cuando le habló de revisar toda la cobertura de periódicos, radio y televisión de cuando murió Elvis. Le dijeron que estaban seguros de que había sido el primero en informar que algunas personas rehusaban a creer que Elvis estaba muerto. Y que a lo largo de los años se habían producido numerosos “avistamientos” de su persona.
Cole fue entrevistado y el programa recuperó su informe de 1977. Lo que no le preguntaron fue cómo podía estar seguro de que fuera Elvis quien yacía en el ataúd.
“Por supuesto, no podía estarlo. Nunca lo había visto en carne y hueso antes de esa mañana”.
“Entonces, la próxima vez que lean algo sobre que han visto a Elvis Presley a los 83 años en la tienda de patatas o en la Luna, ahora sabrán a quién a culpar. A mí”.